José Luis Garci - Sólo para mis ojos

«Garci alude a una forma de ver cine que era una forma de ser, una forma de creer y de salvarse. Así, muchas películas memorables las recuerda José Luis no como películas, sino como acontecimientos íntimos de su vida. Un libro maravilloso».

CARLOS LUIS ÁLVAREZ “CÁNDIDO”

«Es asombroso el talento de Garci para convertir su mirada cinematográfica en materia literaria».

ABC CULTURAL

«Dotado de una cualidad sagrada, el entusiasmo, y con otra literaria sin la cual, según Stevenson, todas las demás cualidades son inútiles: el atractivo, Garci es un escritor que dirige películas espléndidas y que ahora, otra vez, vuelve al lugar del que nunca se va: al móvil museo del cinematógrafo con un libro extraordinario que habría hecho las delicias de aquel voraz lector llamado John Ford».

MANUEL ALCÁNTARA

«El cine es recuerdo, y Garci es un maestro en recordar. La sencillez que oculta la profundidad de su prosa visual es, además de insólita en nuestra literatura, un prodigio».

PEDRO LAÍN ENTRALGO

José Luis Garci

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Titivillus 19.03.16

Título original: Sólo para mis ojos

José Luis Garci, 2009

Editor digital: Titivillus

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Al alegre recuerdo de José Manuel Fernández, defensa de seda del mejor Sporting de Gijón, mi hermano.

JOSÉ LUIS GARCI (Madrid, 20 de enero de 1944). Crítico desde los 19 años (Signo, Cinestudio, Revista SP, Reseña,…) y guionista de cine y televisión a partir de los 25 —No es bueno que el hombre esté solo, Vida conyugal sana, La casa de los Chivas, Los nuevos españoles, Tocata y fuga de Lolita, La cabina (Premio Emmy), La Gioconda está triste, Plinio…—. Debuta como director en 1976 con Asignatura pendiente, éxito que se transforma en un fenómeno sociológico; le siguen Solos en la madrugada y Las verdes praderas, que conforman una lúcida trilogía de la Transición.

En 1980 funda la productora Nickel Odeon, cuya primera película es El crack, un film noir hoy objeto de culto. Con Volver a empezar llega el primer Oscar en lengua española. En 1985, 1988 y 1999, Sesión continua, Asignatura aprobada y El abuelo, respectivamente, vuelven a ser nominadas por la Academia de Hollywood como mejores películas en lengua extranjera. Canción de cuna, 1994, obtiene una veintena de premios, tres de ellos en el Festival de Montreal, además de ser la primera obra de nuestro cine invitada (fuera de competición) al Festival de Sundance. You’re the one, 2000, filmada en blanco y negro, recibe igual cantidad de galardones, incluyendo cinco Goyas y un Oso de Plata en Berlín. Tiovivo c. 1950, para muchos la mejor película de Garci, que Cabrera Infante comparó con La Ronde de Max Ophüls, es la aproximación más objetiva hecha hasta el momento de la España gris y convaleciente de la posguerra. Tanto Ninette, homenaje a Miguel Mihura, Luz de domingo o Sangre de mayo, alumbran un trabajo de extraordinaria madurez.

J. L. Garci es “Premio Nacional de Cinematografía” y “Medalla de Oro de las Bellas Artes”; miembro asimismo de las Academias de Bellas Artes de San Fernando (Madrid) y Granada. Como escritor está en posesión del “Premio Clarín”, de la “Pluma de Plata”, del “González-Ruano”, del “Continente” de Periodismo y del “Puerta de Oro” de Relatos. Ha publicado una decena de libros, entre los que destacan Ray Bradbury, humanista del futuro, Adam Blake, Beber de cine y Sólo para mis ojos. Por último, en el haber cinéfilo de Garci hemos de añadir la revista Nickel Odeon, de la que fue su editor; el programa “¡Qué grande es el cine!”, que durante 10 años dirigió y presentó en La 2 de TVE, y “Cine en Blanco y Negro”, ahora en Telemadrid.

[1] L’Esprit du Temp. Essai sur la culture de masse, Editions Bernard Grasset, 1962.

[2] Premio Puerta de Oro de Relatos 1981.

[3] Este artículo obtuvo el XV Premio González Ruano de Periodismo.

[4] A título de curiosidad, aclaro que el nombre de mi productora, que también se llama Nickel Odeon, está registrado bastante antes que Bogdanovich filmara su película.

[5] En otro aspecto, El largo adiós, de Robert Altman, y En un lugar solitario, de Nicholas Ray.

[6] Caso de negarse, le diré que, por lo menos, sea el héroe favorito de Chandler quien se beneficie. Debe ser magnífico enviar cartas desde el Philip Marlowe Boulevard.

[7] James Bond, a mitad de los cincuenta, ganaba 1.500 libras esterlinas al año. Y tenía, además, una renta de otras 1.000 libras exentas de impuestos.

[8] Premio Continente de Periodismo 1996.

[9] Me niego a llamarla ¿Qué ocurrió entre mi padre y no sé quién?, o como sea.

[10] La historia de Wilder está copiada. En realidad, le ocurrió al Presidente Herbert Hoover. Un chico le solicitó tres autógrafos. Hoover se los dio. «¿Para qué quieres tres autógrafos míos?», preguntó el Presidente. «Verá, señor», respondió el chaval, «el primero es para mí, y los otros dos los cambiaré por uno de Babe Ruth.» Aunque sea innecesario, aclaro que Babe Ruth, también conocido como The Bambino, ha sido la mayor estrella del béisbol y una de las leyendas norteamericanas del siglo. Este año se cumple el cincuenta aniversario de su muerte.

Espero que esta colección de textos —tachemos lo de textos, queda muy pretencioso—; confío que el reencuentro con estos alegres renglones (¡algunos tecleados al inicio de los años setenta!) siga siendo un amigable y entretenido ¿cineclub? Hubo un tiempo que sí, que yo, ¿cómo decirlo?, escribía y filmaba pensando de alguna manera en la pequeña “posteridad” de la fama, que no es, como sabemos, más que la calderilla del triunfo. Eso suele pasar durante la época en que eres menos tú que nunca, pasada ya la edad del estirón, cuando casi siempre hablas por boca de otros y te importa en exceso la opinión de los demás, te avergüenzas en público de tus gustos (no sólo cinematográficos, sino pictóricos, literarios o musicales) y, bueno, además de inmaduro y cobardón, eres un bobo pretencioso. Cuando pasa esa sarampión —eso al que tiene suerte y se le pasa, porque muchos siguen sin voz propia hasta el final—, y según vas cumpliendo películas y libros, empiezas a considerar (siempre con la famosa mala conciencia enroscada por los adentros), en lo estupendo que sería disponer de cierta “prosperidad” que te premiara con una bonita y amplia casa, y llenarla de libros, de cuadros, de discos, de vídeos, de bonitos muebles, etcétera. Pero ahora, cuando los días son más cortos —como en la canción de Sinatra—, la única ambición que atesoras es la de poder filmar otra película, escribir otro libro. Es decir, que ya estás decididamente inclinado hacia la “proximidad”.

Sí. Juro por John Ford que, por encima de los premios, de las críticas favorables, de los éxitos de taquilla, de los Homenajes en los Festivales, no hay mejor regalo que la continuidad. Seguir trabajando en lo que amas, disfrutar de esa segunda vida —tu vida de repuesto— que supone el cine, la literatura, el arte, la comunicación o como rayos se llame