EDUQUEMOS A
NUESTR@S HIJ@S
Recetas prácticas de la
cocina de la educación
José Luis Navajo
“A Esteban y Rosario con sincera gratitud.
Me habéis mostrado con vuestro ejemplo
lo qué es educar y cómo hay que hacerlo.
Gracias por ese regalo, y por otro de valor
incalculable: La inversión de tiempo y
esfuerzo que hicisteis en una persona única,
vuestra hija, que es mi esposa”.
“El niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad,
necesita amor y comprensión. Siempre que sea posible,
deberá crecer al amparo y bajo la res ponsabilidad de sus padres y,
en todo caso, en un ambiente de afecto y de seguridad moral y material…”
Principio 6º De La Declaración De Las Naciones Unidas
Sobre Los Derechos Del Niño.
“Dale buena educación al niño de hoy,
y el viejo de mañana jamás la abandonará.”
Salomón En Proverbios 22:6
Eduquemos a nuestr@s hij@s
© 2011 José Luis Navajo
1ª Edición 2007
2ª Edición 2009
3ª Edición 2011
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América.
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Depósito Legal:
ISBN: 978-84-92726-64-6
Impreso en Estados Unidos de América
Índice
AUTORITARISMO E IRA.
Dos ingredientes que nunca deben estar en la cocina de la educación
Previniendo y remediando la indigestión.
(Internet, videojuegos, televisión... Abusos y empachos)
PREMIOS Y CASTIGOS: Golosinas y
antibióticos de la educación
¡¡Cuánta gente se muere de hambre hoy en día!! Hay un hambre física, evidente en los países del llamado Tercer Mundo, pero a la vez está creciendo un hambre, de distinto signo y que, en algunos aspectos, es todavía peor. La podemos ver en el Primer Mundo y en los países en desarrollo; es el hambre relacional, donde los sentimientos y el afecto, el desarrollo psicológico y espiritual de las personas, brillan por su ausencia.
Estamos ante una generación anoréxica de relaciones y de amor auténtico, y bulímica de posesiones materiales. Este, nuestro mundo es uno donde, no es que se carezcan de suficentes recursos para paliar y satisfacer todas las necesidades, sino que tenemos un grave problema de redistribución de los recursos ya existentes, y de la falta de criterios pertinentes para aplicarlos, sobre todo en el ámbito familiar y en concreto en la educación de los hijos.
Es aquí, y motivado por su larga experiencia como padre, como pastor y como persona inquieta por aportar soluciones a su generación, a su país y por extensión a todo el mundo de habla hispana, donde el pastor José Luis Navajo, Jose Luis para los amigos, surge con toda su fuerza para presentarnos este libro: “Eduquemos a nuestr@s hij@s”.
Los padres estamos demasiado preocupados solamente, y no en todos los casos, en que nuestros hijos se crien bien física e intelectualmente. Les damos lo mejor que tenemos; les llevamos a las mejores escuelas, pero nos olvidamos de algo mucho más esencial, más profundo, más vital: su carácter y su vida interior. Es entonces donde aparece este libro del pastor José Luis Navajo. De una forma directa, clara, y coloquial, nos abre su corazón, nos expone su experiencia; reúne y analiza bien la situación de su país y por extensión de toda la familia hispana; enfoca las soluciones, por otro lado factibles y aplicables; nos sugiere actuaciones concretas; nos presenta principios en los cuales mantenernos. Con su estilo fresco, nos introduce en su cocina. Es como un chef de un restaurante de bien reconocida fama. Por cierto, personalmente lo incluiría en la guía Michelin, la de los prestigiosos cocineros. Su cocina es amable, atractiva y sus recetas sencillamente suculentas. No encontraremos sofisticación en sus propuestas. No es una cocina de diseño, sino una cocina para cada día, que cualquier padre y madre puede, y debe, cocinar para los suyos. Cuando uno llega a casa con hambre, siempre pregunta, normalmente a la madre, ¿qué hay hoy para cenar? Damos por descontado que hay comida y que alguién la ha preparado con sus cariñosas manos, no siempre reconocidas. Estas son las recetas que se nos presentan en esta obra. Por ejemplo, hay una receta dedicada a dar pautas para toda la familia, del uso de las nuevas tecnologías y videojuegos. Recetas creativas, fáciles de hacer, nutritivas, digestivas y de buen sabor.
Quizás valdría la pena hacerse una pregunta fundamental: ¿Qué se cocina en nuestro hogar? El buen amigo Jose Luis nos presenta ocho recetas y dos suculentos postres, no solo para mejorar nuestra mesa educacional, sino para que en nuestro hogar se coma bien, a base de principios y valores sanos y, a la vez, aquellos que nos visiten hablen bien de nuestra hospitalidad, de nuestra comida, del ambiente que se respira y del amor que fluye en nuestras relaciones. Que cada hogar pueda ser un centro de distribución de amor, un lugar de reposo y de fortalecimento de las relaciones para esta generación y para la próxima.
Saludo al libro y felicito al autor por darnos estas recetas, basadas en fórmulas antiguas, presentadas en maneras actuales, sin aditivos ni colorantes, sazonadas con notas del “Gran Libro” (La Biblia) del “Gran Chef” (Dios) de la cocina familiar, y con palabras de personas experimentadas.
Cuando Dios, el “Gran Chef” elabora una comida, añade todas las especies y los ingredientes necesarios, esperando pacientemente a que el plato esté en su punto y totalmente cocinado, para que sea comestible, apetecible y nutriente. Toda buena cocina necesita tiempo, dedicación, creatividad y un cierto riesgo, pero los resultados finales valen la pena. En la familia estos resultados son eternos. Educamos (cocinamos) para hoy y para mañana.
Así que, busquese un lugar cómodo en casa, tomese un café y empiece el libro. No leerá palabras, sino que escuchará el corazón de un padre, que ha cocinado mucho, y que es un reconocido chef.
A todos los lectores, buen provecho y mejor digestión.
Barcelona, Noviembre 2006
Victor Mirón
Presidente en De FAMILIA A FAMILIA
Principios Permanentes para el Hogar
“Educar es sembrar y saber esperar”
Ayer volvió a ocurrir: la tarde era preciosa en el jardín de aquella residencia. Una avanzada primavera había conseguido culminar su obra maestra entre los rosales y los macizos de flores que nos rodeaban. Casi todo era perfecto, y lo hubiera sido todo de no ser por las emociones que embargaban a la pareja que hablaba conmigo.
Estaba conversando con unos padres angustiados. El motivo de su desazón era la manera en que sus hijos se conducían últimamente. Lo primero que detecté en ellos fue desasosiego y preocupación, pero a medida que exteriorizaban sus sentimientos pude percibir que la sensación predominante era la angustia. Finalmente, con ojos inundados de lágrimas y las emociones rotas, quebraron la calma de la tarde en un grito desesperado: “¡¡Amamos a nuestros hijos, pero no sabemos como ayudarles!! ¡¡Queremos que vivan correctamente, pero no somos capaces de que lo entiendan!!”
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