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J. J. Benítez - Tengo a papá

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J. J. Benítez Tengo a papá
  • Libro:
    Tengo a papá
  • Autor:
  • Editor:
    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    2017
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Tengo a papá: resumen, descripción y anotación

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El 8 de octubre de 1967 Ernesto Che Guevara fue capturado por el ejército - photo 1

El 8 de octubre de 1967, Ernesto Che Guevara fue capturado por el ejército boliviano en las proximidades de la aldea de La Higuera, al sudeste de Bolivia. Al día siguiente lo fusilaron sin juicio previo. Transcurrido medio siglo desde aquel suceso, la opinión pública sigue dividida. ¿Fue el Che un héroe? ¿O se trataba de un asesino despiadado a la cabeza de una banda de guerrilleros comunistas?

J. J. Benítez, gracias a su predilección por personajes malditos, ha dedicado seis años de investigación para tratar de averiguar qué sucedió en las últimas horas del mítico guerrillero argentino y a quién cabe atribuir su muerte.

Una obra desmitificadora que nos descubrirá quién ordenó matar al Che, cuál era su cara oculta o cuál es el verdadero paradero de su cuerpo, entre muchos otros misterios alrededor de su figura.

J J Benítez Tengo a papá ePub r10 NoTanMalo 51017 Título original - photo 2

J. J. Benítez

Tengo a papá

ePub r1.0

NoTanMalo 5.10.17

Título original: Tengo a papá

J. J. Benítez, 2017

Editor digital: NoTanMalo

ePub base r1.2

Al doctor Aldrich y a Virgilio Sánchez-Ocejo que me pusieron tras la pista de - photo 3

Al doctor Aldrich y a Virgilio Sánchez-Ocejo, que me pusieron tras la pista de Mendi.

Notas

[1] Recuerdo a los siguientes: teniente médico Octavio de la Concepción, Harry Villegas, Tamayo, René Martínez (capitán), Carlos Coello (teniente), Montes de Oca, Olo Pantoja, Eliseo Reyes, Jesús Suárez (capitán), Manuel H. Osorio (capitán) y los comandantes Sánchez Díaz, Juan Vitalio, Gustavo Machín y Martínez Tamayo.

[2] La referida enfermera se quedó con los tres pares de calcetines que presentaba el Che en los pies. «Unas medias —manifestó Osinagas— eran azules, otras de color café y las terceras aparecían rayaditas». (N. del a.).

[3] En julio de 1997 fueron desenterrados en las proximidades del aeródromo de Vallegrande, en Bolivia, los restos de siete varones. Según los cubanos que participaron en la exhumación, uno de los esqueletos —al que le faltaban las manos— pertenecía a Ernesto Guevara. Los otros cuerpos eran de los guerrilleros muertos en la quebrada del Yuro. Los restos fueron trasladados a Cuba. Los cubanos prometieron analizar los restos y hacer público el ADN del supuesto esqueleto del Che. El citado ADN nunca se dio a conocer. En consecuencia, si lo aportado por mis fuentes es cierto, los restos del Che siguen en Bolivia . (N. del a.).

La verdad de un día no es la de siempre.

ERNESTO CHE GUEVARA

En diciembre de 2011 conocí en Estados Unidos a un exagente de la CIA Agencia - photo 4

En diciembre de 2011 conocí en Estados Unidos a un exagente de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) al que llamaré Mendi.

A la conversación con Mendi asistieron Blanca, mi esposa, el investigador Virgilio Sánchez-Ocejo y Roberto Torricella, amigo del exagente.

La información proporcionada por Mendi me interesó vivamente: en 1967 fue testigo de excepción de la muerte del Che Guevara en una aldea del sureste de Bolivia.

A partir de esa entrevista me dediqué a investigar los pasos del célebre médico argentino durante su estancia en el país suramericano.

El instinto no me engañó. Los hechos fueron más dramáticos de lo que se contó en su momento.

A partir de esas informaciones he ordenado los sucesos que tuvieron lugar antes y después del 9 de octubre de 1967 en La Higuera (Bolivia).

El lector, como siempre, sabrá sacar conclusiones.

La totalidad de la información procede de tres grandes fuentes:

– El diario de Roselló, uno de los guerrilleros que acompañó al Che desde la Sierra Maestra, en Cuba, hasta su muerte.

– El diario de Saturno, uno de los oficiales del ejército boliviano que participó en la captura del célebre guerrillero.

– El diario de Mendi, entonces (1967) agente de la CIA.

El autor ha consultado otras muchas fuentes…

Nada de lo planeado salió como se esperaba Fue un desastre minuciosamente - photo 5

Nada de lo planeado salió como se esperaba… ¿Fue un desastre minuciosamente planificado? Yo así lo creo.

Pero mejor será que arranque por el principio.

Conocí al Che en la Sierra Maestra, en plena revolución. Yo tenía dieciocho años.

Era un guajiro, un campesino. Allí había nacido. Allí perdí a mis padres. Y allí me casé. Mi esposa se llamaba Mami. Era igualmente guajira y muy bella.

Pero un día llegaron unos soldados de la Guardia Rural, al servicio de Batista, y nos acusaron de no sé qué. Arrastraron a Mami hasta el monte y allí la mataron, a tiros. Y la dejaron como un animal, entre las matas. Solo tenía quince años.

A partir de esos momentos decidí vengarme de Batista.

Pero ¿cómo? Yo era analfabeto. Ni siquiera tenía un arma.

Y supe que unos barbudos andaban por la sierra, en lucha contra Batista, el dictador. Era el mes de enero de 1957.

Me acogieron y me hablaron de la revolución. Pero yo no sabía qué era eso. Yo solo deseaba vengarme.

Y conocí a Camilo Cienfuegos, uno de los comandantes. Le caí bien y se convirtió en mi tutor. Él me enseñó a disparar. Con él hice muchos combates. Después conocí a Fidel y también al Che. Pero ninguno de los dos se parecía a Camilo. Mi tutor era sencillo. Usaba palabras cubanas y comprensibles. Siempre sonreía. El Che era otra cosa, mucho más serio y de palabras raras.

Con el paso del tiempo me convertiría en uno de sus compañeros y guardaespaldas. Y acompañé al Che a otros frentes guerrilleros. Peleé a su lado en el Congo, durante siete meses, y por último en Bolivia, hasta que le mataron. Sé, por tanto, de qué hablo.

ARGEL: LA MOSCA EN LA SOPA

Poco a poco, tras la victoria de la revolución, las diferencias entre Fidel y el Che fueron aumentando. Todos lo sabíamos en Cuba… Todos lo veíamos. Y todos intuíamos el resultado: uno de los dos sobraba.

Fidel y su hermano Raúl eran prorrusos. Moscú nos daba de comer. En aquel tiempo, las inversiones soviéticas en la isla superaban los cien millones de dólares anuales.

El Che tenía otras ideas y, sobre todo, otros sentimientos.

Su credo era el maoísmo. Predicaba el «hombre nuevo socialista». Un hombre que aplastara al imperialismo norteamericano y que engendrara una nueva sociedad. Y para ello solo había un camino: la guerra.

La «coexistencia pacífica» defendida por los rusos era un insulto.

Así nació la vergonzosa prisión de Guanahacabibes, en la provincia de Pinar del Río. Allí fueron recluidos los que habían cometido faltas contra la moral revolucionaria y contra el «hombre nuevo». El Che fue un importante defensor del «centro de reeducación», como lo llamaban eufemísticamente. Y encerró a toda clase de artistas, homosexuales, católicos, místicos, santeros, drogadictos e, incluso, seguidores de los Beatles.

Y llegó el 25 de febrero de 1964.

El Che subió a la tribuna, en el II Seminario Económico de la Solidaridad Afroasiática, celebrado en la ciudad de Argel y, sin consultarlo con Fidel Castro, desnudó a Moscú, ante el regocijo de Occidente.

«Los soviéticos —clamó en francés— negocian su apoyo a las revoluciones populares en beneficio de una política ajena, egoísta, alejada de los grandes objetivos internacionales de la clase obrera…».

Y añadió, en mitad de un silencio de muerte:

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