ESPAÑA
Esta gran incógnita —una de las más irritantes en mis veinticinco años de investigación del fenómeno OVNI— hizo acto de presencia diez años atrás. En realidad, todo empezó con una carta de mi buen amigo y veterano investigador Ignacio Darnaude Rojas-Marcos. La misiva aparecía fechada el 6 de julio de 1986. En esencia, decía así:
«ROMANCE CON UNA UMMITA EN…
»ORIGEN DE LA INFORMACIÓN: Lyana… Es amiga personal del ingeniero…
»Nos relató esta historia en nuestra visita a su casa el 4-7-86 . Lyana está casada con un ingeniero norteamericano, y normalmente vive en Estados Unidos…
»Tiene cuatro hijos y es profesora de Universal History en un high school norteamericano, y también es autora de guiones cinematográficos.
»EL PROTAGONISTA: Unos cincuenta años, ingeniero, buen aspecto físico, atractivo, éxito con las mujeres, se dedica a negocios de construcción y gana mucho dinero. Vive normalmente en…, y veranea en…
»SINOPSIS DE LOS HECHOS: Este ingeniero fue una noche a cenar a un restaurante de… Vio a una chica joven cenando sola, entabló conversación con ella, comieron juntos, y luego la llevó a su casa, donde estuvo varios días como invitada. Allí hicieron el amor y vivieron como amantes.
»En la chica todo era normal, aunque parecía “algo rara” por ciertos detalles extraños en su comportamiento. Solía comer solo alimentos vegetarianos. El ingeniero se fue a… a hacer unos trabajos, y cuando volvió le dijeron que su amiga se había pasado día y medio en un monte cercano, sin probar alimento.
»Ella le contó que había habido un accidente de autobús en México, y que por este motivo murió una mujer, que tenía por cierto una cicatriz en una pierna. La invitada aprovechó esta circunstancia para tomar posesión del cuerpo de la fallecida, resucitarlo y vivir de ahí en adelante usurpando su personalidad. Pudo realizar tan extraordinaria operación por ser extraterrestre y provenir de un planeta denominado “UMMO”. La singular huésped le relató a su amigo numerosos pormenores de la vida y costumbres en su planeta natal.
»El ingeniero, intrigado por tan anómalos acontecimientos, se desplazó a…, y en una biblioteca localizó libros que trataban del planeta UMMO y comprobó que los datos proporcionados por su “romance” alienígena coincidían con la información consultada en esos textos.
»La mujer exhibía una cicatriz en una pierna, en correspondencia con su relato de su entrada en el cadáver de la accidentada mexicana.
»A lo largo de sus conversaciones, la chica le aseguró que sus paisanos planetarios iban a venir a buscarla y se la iban a llevar con ellos.
»Una noche se acercaron los dos a… Al volver, una luz muy potente se acercó, y el ingeniero perdió el control del coche. Ella se puso muy excitada y le comentó: “Son ellos. ¡Vienen a por mí!”. Al rato, el objeto luminoso se alejó, desapareciendo en el horizonte, y el ingeniero pudo conducir de nuevo el automóvil. Volvieron a la casa y se acostaron. A la mañana siguiente el propietario comprobó que su amiga había desaparecido. Y no ha vuelto a tener más noticias de ella.
»INVESTIGACIÓN SUBSIGUIENTE: Esta información, como se ve, proviene de una conversación “de segunda mano”, nada rigurosa y sin las necesarias precisiones. Procede ahora entrevistar en profundidad al ingeniero, recabar de él todos los datos pertinentes sobre acontecimientos tan llamativos, someterlos a los imprescindibles chequeos y comprobaciones, y redactar un informe sobre los hechos ya verificados».
Recuerdo que, tras la lectura de esta carta, convencido de que «aquello» solo podía ser fruto de alguna mente calenturienta, procedí a archivarla, olvidando el, aparentemente, fantástico suceso. ¿Grave error por mi parte? ¿O es que no había llegado el momento? Ahora, con la perspectiva del tiempo a mi favor, me inclino por lo segundo. Y antes de proseguir con los pormenores de esta fascinante investigación, el corazón pide que me desnude. Será justo y saludable que el lector sepa a qué atenerse desde el principio.
Como decía, en mayo de este año (1997) se han cumplido mis «bodas de plata» con la investigación de los «no identificados». He dado más de cien veces la vuelta al mundo. He interrogado personalmente a más de diez mil testigos. He visto estas naves «no humanas» en cuatro oportunidades. Y dispongo, en fin, de una gruesa y privilegiada documentación que demuestra cómo infinidad de civilizaciones ajenas a la Tierra nos visitan, observan y «controlan» desde hace miles de años. Pues bien, este impresionante bagaje informativo ha supuesto, entre otros beneficios, media docena de certezas y un océano de dudas. En mi caso resulta rigurosamente cierto que, cuanto más investigo, menos sé. Pero, como digo, hay algo que sí tengo muy claro: amén de la realidad física de estas «humanidades», estoy convencido de su poderosa, sutil e inexorable «influencia» sobre el comportamiento del hombre. Al menos, sobre los actos y la conciencia de determinados individuos. Seré más preciso. Hace tiempo —mucho tiempo— que sospecho (que sé) que algunas de estas civilizaciones «controlan» o «dirigen» (me fallan las palabras) las vidas de muchos seres humanos. Muchos más de lo que podamos imaginar…
«Investigar a los investigadores». Una frase que he repetido sin cesar. He aquí una de las claves para comprender lo que afirmo. Y es en base a ese cúmulo de increíbles «coincidencias» —vividas, por ejemplo, por los auténticos investigadores, los de campo— por lo que me atrevo a creer e insinuar que la historia rescatada por Ignacio Darnaude empezó a ser investigada «en su momento». Antes, servidor debía conocer y penetrar el fenómeno OVNI con mayor profundidad. Y durante casi diez años, en efecto, he sido intensamente «entrenado» para encajar y aceptar lo que, a primera vista, puede parecer un escalofriante relato de la más pura ciencia ficción. Hoy sé que la historia que me dispongo a narrar es perfectamente posible. Pero, también lo sé, solo unos pocos llegarán a aceptarla. No importa. También lo he dicho en público y en privado: los investigadores ovni estamos haciendo Historia. Investigamos y difundimos para el presente, sí, pero, sobre todo, para los historiadores y la sociedad del futuro.
Y desnudado mi corazón, proseguiré con los acontecimientos, procurando respetar el orden cronológico en que se registraron. Un orden, con su propio «orden» interno, que ratifica esa aparentemente audaz afirmación: «Ellos saben, controlan y dirigen».
Ignacio Darnaude Rojas-Marcos, el investigador que «levantó la liebre». (Foto J. J. Benítez).
¿Coincidencia? Lo dudo…
Todo en esta historia, insisto, parece mágicamente trabado. Mágicamente planificado. Mágicamente diseñado para que, «en su momento», un investigador, aparentemente por azar, se hiciera cargo del asunto. ¡Cuán ajeno me encontraba en aquel año de 1988 a lo que me reservaba el Destino! A primera vista, al iniciar la construcción de mi definitivo «cuartel general» en el sur de España, solo estaba haciendo realidad un viejo y acariciado sueño. Pero —ahora lo sé—, en ese traslado se ocultaba «algo» más… Porque, ante mi sorpresa, « Ab-ba », mi nueva casa, sería levantada a doscientos metros escasos de la residencia de verano de uno de los protagonistas capitales del que podríamos denominar «caso Ricky».
¿Coincidencia? Lo dudo…
De los 87 268 kilómetros cuadrados de Andalucía, servidor había ido a «elegir» un remoto paraje en el que, «casualmente», se alzaba el chalet del ingeniero mencionado por Darnaude. De los siete millones largos de andaluces —«casualmente»—, uno en particular, solo uno, el célebre ingeniero, iba a ser mi vecino…
Y a partir de aquel año clave 1988, los sucesos se desencadenaron. Por razones de buena vecindad, Blanca, mi mujer, y yo terminamos conectando —igualmente por aparente «casualidad»— con dicho vecino. Por supuesto, en esas fechas servidor ignoraba quién era en realidad aquel ingeniero. Apenas sabía nada de él. Quizás lo justo en una incipiente y tímida amistad: se dedicaba a los negocios, era abierto, sin doblez, con un envidiable sentido del humor y, a pesar de sus sesenta años, poseía una excelente forma física y mental.