J. J. Benítez - Yo, Julio Verne
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- Libro:Yo, Julio Verne
- Autor:
- Editor:ePubLibre
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- Año:1988
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Yo, Julio Verne: resumen, descripción y anotación
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Inscripción oficial en el registro del fallecimiento de Julio Verne. La traducción dice así: «En el año mil novecientos cinco, el veinticinco de marzo, a las tres de la tarde —?— ante Auguste Petit, adjunto y delegado del alcalde de la ciudad de Amiens, en funciones de funcionario del estado civil, comparece Michel Verne, de cuarenta y tres años, ingeniero, con domicilio en la calle - de Litoral ocho, hijo del fallecido, y Georges Lefebvre, de cincuenta y seis años, representante de comercio, con domicilio en Amiens, calle Charles Dubois dieciséis, yerno del difunto, que declaran que la víspera, a las dos horas cuarenta y cinco minutos de la tarde, falleció en su domicilio de Amiens, de la calle Longueville cuarenta y cuatro (que hemos verificado), JULES GABRIEL VERNE, a la edad de setenta y siete años, nacido en Nantes (Loire Inferior) el ocho de febrero de 1828, hombre de letras, oficial de la Legión de Honor, funcionario de instrucción pública, antiguo consejero municipal de la ciudad de Amiens, casado con HONORINE ANNE HÉBIÉ DEVIANE, de setenta y cinco años, sin profesión, con el mismo domicilio, hijo legítimo de los difuntos Pierre Verne y Sophie Henriette Allotte. Después de proceder a la lectura del documento, los comparecientes y nosotros firmamos».
En opinión de Karmen Goizueta, prestigiosa astróloga, Julio Verne falleció a las tres de la tarde y siete minutos (hora local de Amiens) del mencionado 25 de marzo de 1905.
que se han dicho sobre Julio Verne
Yo he leído sus obras, ya en edad madura, y me han entusiasmado. Julio Verne es un maestro sorprendente (Tolstói).
Tengo muchos de tus libros para jóvenes, pero no tengo todos los de Julio Verne, que adoro, y me gustaría me los enviases para mis pequeños y para mí (George Sand, en carta a Hetzel).
Pídame mi vida, pero no me pida que le preste un Julio Verne. Tengo tal fanatismo por sus obras, que confina en los celos. Si vuelve a leerlas, le suplico que no me hable de ello, incluso que no pronuncie su nombre ante mí, pues me parece un sacrilegio pronunciar este nombre si no es de rodillas. Es él, y con mucho, el más grande genio literario de todos los siglos; él permanecerá, cuando todos los demás autores de nuestra época estén olvidados… Por lo demás, es tan monstruoso hacer leer a Verne a los niños como obligarlos a aprenderse las fábulas de La Fontaine, tan profundas que muy pocos adultos son capaces de apreciarlas… (Raymond Roussel).
Julio Verne es mi padre, cuyos personajes abandonan la espada y toman el revólver (Dumas hijo).
Verne, con Lautréamont, es el más grande magnetizador de los tiempos modernos (André Breton).
¡Qué estilo el de Julio Verne! ¡Sólo sustantivos! (Apollinaire).
Verne, uno de los autores más leídos, es el peor leído (M. Salabert).
Viaje alrededor del mundo, ese espectáculo maravilloso, ese drama, es un atlas viviente en geografía, que junta los nombres de Dennery y de Julio Verne (S. Mallarmé).
Verne era un clásico (Gorki).
Yo no recuerdo que Turguéniev se haya entusiasmado por nadie tanto como por Verne (Tolstói).
Tenía la expresión atenta y seria de un chico leyendo un libro de Julio Verne (Marcel Proust).
Julio Verne fue uno de los cretinos más fundamentales de nuestra época (Salvador Dalí).
Julio Verne sólo quería ser para nosotros un hermano mayor (Maurice Barrès).
Por más que se lean los «Viajes extraordinarios», ayudándose de una potte lupa, la obra de Julio Verne es tan densa que ocurre que se dejan pasar por alto cosas esenciales (Marcel Moré).
Verne es, tal vez, el mejor cuando describe cavernas (Simone Vierne).
Desde hace veinte años, los pueblos que avanzan lo hacen gracias a Julio Verne (mariscal Lyautey).
Fue Julio Verne quien me inculcó el gusto por la ciencia. Son sus prodigiosas «anticipaciones» las que me inculcaron el sentido de la invención (George Claude).
La obra de Verne comprende sesenta y cuatro «viajes extraordinarios», en uno o dos tomos; dieciocho novelas, cuatro obras de divulgación geográfica, varias adaptaciones teatrales e innumerables piezas, libretos de opereta o de óperas cómicas; es decir, una amplia nebulosa de obras, muchas de las cuales brillan con un vivo destello y son conocidas en todo el mundo, pero de las que la mayor parte son mal conocidas e incluso completamente ignoradas (Marc Soriano).
Dele a leer a un inglés la mitad de Veinte mil leguas de viaje submarino en su idioma y la otra mitad en francés, y se las arreglará para comprenderla (R. Kipling).
De no haber sido por Verne, jamás habría ido al polo (almirante Byrd).
Creo que sin Julio Verne jamás me hubiera sentido atraído hacia el estudio de los procedimientos y la organización de las telecomunicaciones (Édouard Belin).
Soy el sucesor del profesor Liddenbrock (Norbert Casteret).
Julio Verne fue un iniciado y un iniciador (Michel Lamy).
Un profesor enérgico… siempre he rendido culto a su obra (Jean-Baptiste Charcot).
Verne ejerció una influencia considerable en mi amor por la geología (Obrutchev).
Julio Verne ha sido el autor francés que, junto con Rimbaud y Guillaume Apollinaire, me ha producido las mayores alegrías (Giorgio de Chirico).
¿Verne?: un genio científico. Leo sus obras constantemente (Mendeléiev).
Si soy un apasionado de la aviación es por haber leído, releído y meditado Cinco semanas en globo (Charles Richet).
Leyendo Veinte mil leguas de viaje submarino concebí, a los diez años, la idea y el propósito de construir un submarino (Simon Lake).
Toda mi infancia la pasé en mi dormitorio gracias a su libro sobre Verne y leyendo, a mis anchas, a través del sueño (Jean Cocteau, en carta a Allotte de la Fuye, autora del libro Jules Verne, su vida, su obra).
Ha sido Verne quien me ha decidido a la astronáutica (Gagarin).
Nada se sabe de la vida íntima, replegada y expresamente prohibida de Verne (La Varende).
Julio Verne gustaba de ser una X para el público (Margueritte Allotte de la Fuye).
Yo no he leído aún los «Viajes extraordinarios» del señor Verne. Nuestro amigo Aubineau me dice que son encantadores, salvo una ausencia que no estropea nada, sin duda, pero que desembellece todo y que deja las maravillas del mundo en estado de enigma. Es bello, pero inanimado. Falta alguien (Veuillot, en carta a Hetzel).
Julio Verne fue siempre católico, como buen bretón (Bernard Frank).
Mi marido jamás relee un solo capítulo de sus novelas. Cuando las pruebas están corregidas, cesa su interés por los héroes, aunque durante años viva la intriga y la trama con respecto a ellos para ser utilizada en la novela (Honorine de Viane, esposa de Verne, en declaraciones a la periodista Marie A. Belloc).
Hay que compadecer a los que no han conservado para Julio Verne la ternura de los doce años (Robert Basillach).
Gracias, Julio Verne, por describir esa belleza de Las Cañadas, de nuestro Teide, de su violeta…, por incorporarla a sus escritos y pensemos que, a pesar de ese relato, El eterno Adán, con evidentes signos de destrucción para la actual civilización, continúen así hasta un siempre jamás (Francisco Padrón Hernández).
¿Osaría yo proponeros una conclusión? ¿No serían los «Viajes extraordinarios» el fruto de una amalgama entre el ansia de un corazón que escribe para el teatro y la voluntad de un cerebro que colma la laguna de la literatura francesa en el ámbito de la geografía? Si esto es cierto, Verne, el misógamo —y no el misógino, como lo creía Moré—, habrá realizado uno de sus matrimonios: entre la razón, el teatro y la geografía; unión donde la posteridad podrá apreciar la gran fecundidad (profesor R. Pourvoyeur).
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