Hipócrates de Cos - Tratados hipocráticos VIII
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- Libro:Tratados hipocráticos VIII
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Tratados hipocráticos VIII: resumen, descripción y anotación
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(Perì phýsios anthr ó pou)
La brevedad del tratado hipocrático Sobre la naturaleza del hombre (NH) parece contrastar con la multiplicidad de problemas que lleva planteando a la crítica filológica desde la propia Antigüedad. Se ha puesto en tela de juicio su extensión, su unidad estructural y su contenido. Comentaristas y especialistas han intentado dilucidar la autoría de este opúsculo, atribuido por unos al propio Hipócrates; por otros, a su discípulo y familiar Pólibo. Mientras, los menos optimistas han visto en él la mano de un mero refundidor de diversos escritos médicos, e incluso autores partidarios de la unidad del tratado (Ermerins, Schöne o Höttermann) admiten que lo que nos ha llegado del texto es un epítome. Tantas contradicciones y una cierta inercia en la interpretación del texto por parte de los especialistas han relegado a NH a un segundo plano dentro del Corpus Hippocraticum. No obstante, y pese a quedar ensombrecido en su formulación conceptual y literaria por otros tratados de índole general, NH aporta datos fundamentales para entender las ambiguas y controvertidas relaciones entre dos ámbitos de la sophía griega: la physiología y la medicina, cuyos límites no aparecen aquí tan claramente marcados como en Sobre la medicina antigua o Sobre la enfermedad sagrada. Asimismo, la gran importancia de NH radica en ser el primer texto que aborda una exposición detallada de uno de los conceptos claves de la medicina hipocrática: la teoría humoral, tan importante en toda la historia de la medicina.
La consideración de NH como una compilación de diferentes escritos médicos se remonta a Galeno, quien en su comentario al texto consideraba que la primera parte (1-8), la formulación de la teoría humoral, era obra del propio Hipócrates; la segunda (9-15) era una mezcla de cuestiones anatómicas y patológicas de escuela; mientras que la sección dedicada a la dieta (16-24) era un tratado independiente compuesto por Pólibo, discípulo y familiar de Hipócrates. Aunque se han alzado voces discordantes con las ideas de Galeno, como la de K. Deichgräber, partidario de la unidad del tratado, esta consideración ha cruzado los siglos hasta llegar, con salvedades y matices, hasta las ediciones de Littré, Villaret o Jones, quienes consideraban que bajo este título se habían transmitido dos obras distintas y, por tanto, separaban los nueve capítulos finales, rebautizados como Sobre el régimen (Perì diaít e s) o Sobre el régimen saludable (Perì diaít e s hygieinês) a partir de las indicaciones de los manuscritos principales en el capítulo 16.
En una excelente edición de NH, Jacques Jouanna rebatió con firmeza y agudeza estas opiniones arraigadas tradicionalmente en la crítica ya desde el propio Galeno. Para Jouanna, NH no puede ser considerado un compendio y en ningún caso hay razones externas suficientes para separar la parte relativa a la dieta, ya que la aparición en los manuscritos de indicaciones como perì diaít e s (sobre la dieta) o perì diaít e s hygieinês (sobre la dieta sana), utilizadas por algunos editores para justificar la escisión del tratado, no son sino encabezamientos que aclaran el contenido de los capítulos, al igual que otras como perì pyretôn (sobre las fiebres), perì emét o n (sobre los vómitos) o perì gynaikôn (sobre las mujeres), útiles para la consulta y lectura del texto. Por otro lado, afirma Jouanna, en las dos grandes ediciones del siglo I d. C., las de Artemidoro y Dioscórides, no se encontraba más que un único tratado, al igual que la traducción latina antigua, redactada en el siglo VI de nuestra era, lee los capítulos dedicados al régimen dentro de NH.
Pero, como se indicaba arriba, las controversias no surgen únicamente de su transmisión o unidad externa. Gran parte de la crítica interpreta demasiados desórdenes y contradicciones internas en NH, lo que parece alejarlo de la unidad estructural y conceptual requerida en un texto de ciencia, y ciertamente la lectura de la obra no deja una primera impresión de coherencia: primero, una disquisición general, polémica y encendida, sobre la phýsis; a continuación, una exposición, algo confusa, de la patología, en la que se incluye una descripción detallada y metódica de los vasos sanguíneos; finaliza el tratado con una considerable serie de consejos acerca de la alimentación y el ejercicio físico para atletas y no atletas.
Frente a esta interpretación tradicional, Jouanna propone otra lectura de la obra: tres núcleos temáticos, que, si bien no están perfectamente engranados, ni literaria ni conceptualmente, tienen suficientes nexos, referencias internas y concomitancias lingüísticas como para ser considerados tres desarrollos paralelos imbricados en una misma obra. Para Jouanna, NH es un texto articulado mediante una serie de postulados médicos que se demuestran en la fisiología, la terapéutica y la dietética.
En primer lugar (1-7), nos encontramos con un polémico lógos de influencia sofística sobre las relaciones entre medicina y filosofía, con un desarrollo análogo al de Sobre la medicina antigua, aunque con mayor tibieza a la hora de definir las relaciones entre el pensamiento filosófico y la incipiente ciencia médica. En esta primera sección, nuestro autor critica las teorías acerca de la naturaleza humana enunciadas desde la perspectiva de la physiología filosófica y también las de aquellos médicos influidos por los postulados monistas de Meliso de Samos o Diógenes de Apolonia, si bien el segundo no aparece explícitamente citado. Frente a las tesis monistas de las escuelas eleata y jonia, rebatidas mediante sendas argumentaciones sobre la imposibilidad del dolor y de la descendencia en un ser formado por un único principio fundamental, el autor de NH adopta una posición pluralista cercana a la escuela itálico-siciliana, heredera de figuras fundamentales como Empédocles de Agrigento o Alcmeón de Crotona. Así, los cuatro elementos o humores que constituyen el phýon humano —la sangre, la pituita, la bilis amarilla y la bilis negra— son la transposición médica de los elementos primordiales (riz ó mata) de Empédocles; y sus cualidades y comportamientos son los mismos que atribuía el agrigentino a los principios fundamentales de la phýsis. Nuestro autor asume la teoría de los cuatro elementos, aunque ya no mencione el agua, el fuego, el aire o la tierra como los elementos constituyentes de la naturaleza humana, sino que los desplace al ámbito de lo visible —como se indica en el capítulo 1— y nos hable de humores observables en el cuerpo; quizá esto explique la postura ambigua de NH respecto a la filosofía y ese carácter vicario que parece mostrar la ciencia médica respecto a una physiología que ya había recorrido bastante camino y había logrado eminentes síntesis conceptuales.
La naturaleza humana, entonces, es explicable únicamente como una conjunción de cuatro elementos cuyo equilibrio, gobierno y proporción son causa de salud o de enfermedad. La perfecta mezcla de estos elementos, al igual que en el planteamiento del equilibrio de las fuerzas o cualidades (isonomía tôn dynáme o n) de Alcmeón de Crotona, comporta salud. Por el contrario, la separación de un elemento, designada por el verbo ch o rízein y por el sustantivo apókrisis, produce necesariamente dolor. Se origina la enfermedad cuando las propiedades y cantidades de los elementos se alteran, ya por la evacuación de una determinada cantidad de humor fuera del cuerpo (kén o sis), ya por el desplazamiento del humor en su interior (metástasis), o bien por el establecimiento del humor en un lugar del cuerpo que no le corresponde por naturaleza (
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