Hipócrates de Cos - Tratados hipocráticos III

Sobre las afecciones, escrito de mediana extensión dentro del CH, presenta un contenido mixto, lo que le supone unas características y una problemática especiales. Básicamente puede decirse que trata dos temas principales, bastante diferentes entre sí: en un primer momento, el autor se limita a la descripción más o menos sucinta de una serie de enfermedades —de forma paralela a los contenidos de Sobre las enfermedades I-III, aunque de manera más abreviada normalmente y con todo un cúmulo de diferencias de fondo—, para cerrarse con un largo excursus sobre dietética.

Otra característica importante de este tratado es su carácter divulgador. Ya desde el párrafo 1 el autor nos hace saber que su pretensión es informar al «profano» (idi ó t e s) sobre aquellos conocimientos médicos importantes para su cuerpo, pero siempre dentro de los niveles que le son asequibles, sin pretender entrar en excesivos tecnicismos, propios del «profesional» (cheirotéchn e s). Si tenemos, en todo momento, presente esta peculiaridad, entenderemos mejor tanto su contenido mixto —descripción nosográfica e información dietética— como sus descripciones sucintas —si las comparamos, por ejemplo, con los diversos tratados de Sobre las enfermedades antes aludidos—.

Un tercer elemento cerrará esta caracterización general. Me estoy refiriendo al retoricismo que impregna todo el tratado, y que se percibe, desde el comienzo mismo, con una elaborada introducción a manera de Prólogo, ausente en escritos semejantes. Esta impronta retórica reaparece, igualmente, a lo largo de la obra con la inclusión de breves introducciones y conclusiones de los diferentes grupos y subgrupos de enfermedades, así como con interrupciones de contenido teórico, que subrayan conclusiones ya obtenidas, proporcionándoles un mayor relieve. Esta característica de escrito más elaborado, desde el punto de vista de la exposición, se percibirá fácilmente si lo comparamos con la asepsia descriptiva de esos otros tratados de contenido semejante ya mencionados.

Toda la obra está muy bien organizada, sobre todo si la comparamos con otras del CH, nuevo reflejo del carácter retórico al que me he referido más arriba. Se abre con un amplio prólogo (§ 1) perfectamente compuesto, en el que el autor expone tanto sus principios generales sobre etiología estudia detenidamente esta parte y, tras destacar su carácter retórico, descubre una «composición en anillo» en la que fija once puntos, cinco de «subida» basta la idea central, y otros cinco de «retorno», que se corresponden con los primeros, sólo que en sentido inverso.

Tras el prólogo viene la primera parte (2-38), de contenido nosográfico e, igualmente, bien estructurada. El orden general de exposición es a capite ad calcem, como veremos que sucede también con otros tratados tradicionalmente tenidos por cnidios. Los párrafos 2-5 comprenden las enfermedades de la cabeza. Entre 6 y 33 se describen las dolencias relativas a la koili e , término anatómico para el que no hay tal vez correspondencia concreta en castellano, puesto que engloba nuestro tórax y abdomen. Pero nuestro autor introduce una nueva subdivisión: de 6 a 18 se mencionan las específicas del tórax —más aún: 6-11 son destacadas como «agudas» frente a 12-18, a las que se da una importancia menor—, y de 19 a 33 las que afectan al vientre. Finalmente, 34-35 se refieren a los tumores y enfermedades de la piel, y 36-38 son consideraciones generales terapéuticas.

Pero esta precisa estructuración se da, igualmente, a nivel inferior, a la hora de describir cada una de las enfermedades. La exposición individual sigue los siguientes pasos:

1) Presentación de la enfermedad: a la cabeza del párrafo correspondiente va la mención de la enfermedad a tratar. Y esto se hace de varias formas: o bien con el simple enunciado.

2) Sintomatología: de forma inmediata y sin partícula alguna se da paso a la descripción de los síntomas, que se entrelazan mediante la copulativa kaì, frente al asíndeton de otros tratados paralelos coicos, como en las monografías de enfermedades de Epidemias I y III, lo que ha llevado, en ocasiones, a ver en este hecho un rasgo peculiar cnidio.

3) Tratamiento: este nuevo apartado, y siempre de forma rigurosamente asindética con el anterior, se introduce mediante un pronombre demostrativo.

4) Etiología: mediante el empleo, normalmente, de la partícula copulativa dé, se pasa a dar la explicación de los factores causantes de la enfermedad. Es, igualmente, frecuente en este punto el empleo de la fórmula «Esta enfermedad se produce cuando…».

5) Pronóstico: la descripción se cierra con una alusión a la posible evolución de la enfermedad, a la «crisis», término éste que para el autor de este tratado tiene un sentido bastante más amplio que el normalmente admitido hoy en día, puesto que alude a cualquier tipo de cambio que experimente el enfermo. Con frecuencia se introduce con la expresión «Hace crisis…».

Esta estructuración en cinco partes se mantiene completa en una serie de casos. Veamos, por ejemplo, el párrafo 9:

PERINEUMONÍA. SE APODERA DE UNO fiebre y tos, y la flema del principio se expectora espesa y pura, pero al sexto y séptimo día biliosa y pálida, y al octavo y noveno supurante. A ESTE ENFERMO, si le sobreviene dolor bien de espalda bien de costado, darle lo que concretamente está prescrito en El recetario para el dolor de costado en la pleuresía; y tratar con líquidos y gachas también para la evacuación y refrescamiento del vientre de igual forma que en la pleuresía. Y para purgar por arriba el pulmón de saliva y del pus, dar medicamentos líquidos, con los que el pulmón se humedece y el pus se purga por arriba. ESTA ENFERMEDAD SE PRODUCE CUANDO la flema fluye abundante desde la cabeza hasta el pulmón; y, en ocasiones, hay cambio de pleuresía en perineumonía, y de causón. HACE CRISIS en unos días, la más corta en catorce, la más larga en dieciocho. Sobreviven a ésta pocos, y se vuelven además supurantes a consecuencia de esta enfermedad, si en los días críticos no se purga el pulmón.

Para concluir el análisis de esta primera parte del tratado, debemos aludir a la existencia de una serie de párrafos con observaciones generales intercalados en medio de la exposición nosográfica, lo que, como más abajo veremos, se ha utilizado, en alguna ocasión, para establecer una cronología dentro de la escuela cnidia. Me estoy refiriendo básicamente a los núms. 3, 8, 13 y 37. En estos puntos del escrito se recogen máximas generales comunes en muchos casos a otros tratados del CH de clara adscripción coica. De relevancia especial es el párrafo 13, en el que, entre otras consideraciones, se alude a la problemática de la responsabilidad del médico en el desarrollo de la enfermedad, y en el que vemos constantes concomitancias, por ejemplo, con Sobre la ciencia médica. Realmente, este hecho puede interpretarse tanto como un influjo de los médicos de Cos sobre los de Cnido dentro de la evolución que estos últimos van experimentando, como también es posible ver aquí una prueba de que realmente no hubo nunca diferencias metodológicas importantes que nos permitan estipular la existencia de dos escuelas médicas con una doctrina contrapuesta.

La sección segunda del tratado (39-61) es un excursus sobre régimen alimenticio. Frente al evidente paralelismo entre la parte anterior de Afecciones y otros tratados tradicionalmente tenidos por cnidios, como Sobre las enfermedades I-III o Sobre las afecciones internas, donde el contenido es únicamente nosológico, esta prolongación dietética es una completa novedad. Y este hecho, lógicamente, se ha utilizado nuevamente para otros fines más generales dentro de la diatriba sobre la escuela de Cnido. No obstante, no debería pasarnos por alto el hecho de que este tratado está destinado a un tipo de lector diferente del normal del