Gustavo Bueno - ¿Qué es la filosofía?
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- Libro:¿Qué es la filosofía?
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- Editor:ePubLibre
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- Año:1995
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¿Qué es la filosofía?: resumen, descripción y anotación
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Apéndice
El papel de la filosofía en el conjunto del saber
constituido por el saber político, el saber científico
y el saber religioso de nuestra época
Teniendo en cuenta que muchos de quienes participan en este Congreso tuvieron conocimiento, en su momento, de mi libro El papel de la filosofía en el conjunto del saber, publicado en 1970, me ha parecido conveniente ofrecer algunas precisiones que tengan incluso el sentido de un «ajuste personal de cuentas» con la situación actual desde la que ha sido redactada la ponencia sobre El lugar de la filosofía en la educación que, por encargo de sus organizadores, he presentado en este mismo Congreso.
El papel de la filosofía en el conjunto del saber fue escrito y entregado al editor hace ya más de veinticinco años, en los días de Mayo del 68.
Sin embargo, el «conjunto del saber» (accesible al autor) en función del cual se intentaba definir el papel de la filosofía ha variado en estos veinticinco años; de manera que, aun en el supuesto de que las tesis de la obra original permanecieran las mismas, habría variado su contexto, lo que es un modo de decir que aquellas mismas han variado relativamente o, por lo menos, han quedado «flotando» indeterminadas en relación con los nuevos sistemas de referencia.
Por lo que al autor respecta estos nuevos sistemas de referencia o, si se quiere, el «conjunto del saber» (un saber que, en todo caso, es una idea antropológica, un «saber humano», no un «saber divino») tal como en el día de la fecha le es dado representárselo, y en función de cuya representación se pretende definir el papel de la filosofía, puede considerarse agrupado en torno a tres núcleos que, aunque profundamente interrelacionados, se sitúan respectivamente en lo que venimos llamando «ejes constitutivos del espacio antropológico» (que designamos como eje circular, eje radial y eje angular).
El primer núcleo (próximo al eje circular) polariza al saber político; el segundo núcleo (próximo al eje radial) polariza al saber científico; el tercer núcleo (próximo al eje angular) polariza al saber religioso. Pero el saber político mundial es hoy muy distinto del «saber político» de hace veinticinco años, cuando todavía el Estado Soviético constituía la referencia alternativa de millones y millones de hombres; en nuestros días hay un «consenso» cuasi universal para considerar a las constituciones democráticas parlamentarias como la forma más elevada (según algunos: la última y definitiva, el «fin de la Historia») del saber político (el autor ha intentado redefinir sus posiciones en torno a este saber en el libro Primer ensayo sobre las categorías de la ciencias políticas).
Nos proponemos dar algunas indicaciones sobre el modo como, a nuestro juicio, habría que determinar «el papel de la filosofía» en el conjunto del saber constituido por el saber político, por el saber científico y por el saber religioso de nuestra época. Para los lectores que consideren este proyecto demasiado pretencioso («¿qué títulos tiene el autor para arrogarse el derecho de hablar en nombre del saber político, del saber científico y del saber religioso de nuestra época?»), lo redefiniré de un modo que, al menos, se me reconocerá es mucho más positivo: el objetivo de este Apéndice no es otro sino el de determinar la tesis de un libro escrito hace veinticinco años, El papel de la filosofía en el conjunto del saber, en función de otros tres libros del autor aparecidos en años posteriores: el Primer ensayo sobre las categorías de las ciencias políticas, la Teoría del cierre categorial y El animal divino.
En todo caso —y cualquiera que sean las coordenadas desde las cuales se emprenda el proyecto de determinar el papel de la filosofía en el conjunto del saber—, no es tanto un proyecto que pueda considerarse movido por el interés específico (incluso «gremial», «perifilosófico») por la filosofía, sino que está movido por el mismo interés (crítico) que incita a la determinación de la naturaleza del saber en general, de los tipos del saber, de sus alcances respectivos, de sus eventuales conflictos y de sus límites. La consideración de «el papel de la filosofía» no es una cuestión «perifilosófica», sino que nos introduce en el centro mismo de los problemas de la filosofía, los problemas en torno a la naturaleza del saber.
I. El papel de la filosofía en relación con el «saber político»
1. Objetivo principal de El papel de la filosofía fue rebasar la tendencia permanente a entender la filosofía en función de determinadas disposiciones dibujadas «a escala» del individuo humano en tanto supuestamente enfrentado al «Ser», a la «Naturaleza», a la «Realidad» o incluso a la «Nada» (lo que obligaría a definir la filosofía a partir del interés del individuo racional, o de su «capacidad de asombro» ante el Ser, ante la Naturaleza o ante la presencia divina, o ante la conciencia de su «nihilidad existencial»).
Frente a esta tendencia (que acaso alienta, en el fondo, la concepción de la filosofía como «saber radical»):
(a) Se buscaba definir a la filosofía, no ya en función de estas realidades o nihilidades, entendidas en primer grado (Ser, Realidad, Naturaleza, Primeras causas, Vida, Nada, Existencia), sino en función, ante todo, de otros saberes, previamente dados (ya fueran saberes sobre la vida, sobre la realidad, sobre el mundo, sobre la nada) y no siempre concordantes entre sí. La filosofía era así entendida, desde el principio, como un «saber de segundo grado», y, en este sentido, como un saber reflexivo (aunque no en la acepción psicológico-subjetiva del término, pues la reflexión se refiere aquí no ya a la «vuelta del sujeto sobre sí mismo», sino a la vuelta sobre «otros saberes» previamente dados, a fin de compararlos, contrastarlos, «coordinarlos» en su caso, o explorar sus límites recíprocos).
(b) Por consiguiente, la filosofía ya no podía entenderse como una actividad emanada de una fuente «individual» o subjetiva, puesto que los saberes que pre supone son saberes de otros hombres, constituidos socialmente, según procesos históricos muy determinados. La filosofía, como saber de «segundo grado», debía entenderse, desde el principio, social e históricamente «implantada», y no «implantada» en una supuestamente originaria subjetividad individual de las conciencias humanas.
2. Desde este punto de vista, quedaba sobreentendido que la filosofía (en el sentido estricto, que es el sentido histórico de la tradición griega) tendría que reconocer como antecedentes suyos a los «mapas del mundo» (y «mundo» es mucho más que un concepto geográfico o astronómico: es una Idea) constituidos por las cosmogonías o mitologías primitivas (mal llamadas «religiosas»), es decir, a esas formas que los antropólogos o etnólogos llaman precisamente «filosofía» (ahora en sentido lato) o Weltanschauung de una sociedad dada. Quedaba sobreentendido que esta «filosofía en sentido lato» (o antropológico) había que verla como una filosofía «racional» —no como una construcción de la «mentalidad prelógica»—, aunque esta racionalidad se mantuviese en un estadio metafísico. La filosofía, en su sentido estricto, se nos presentaba entonces como una evolución o transformación de aquellas filosofías en sentido lato o antropológico. Una transformación que sólo puede entenderse a partir no de una filosofía (en sentido antropológico) aislada, sino a partir de la confluencia de varias «concepciones del mundo» adscritas a sociedades o culturas diferentes que hubiesen entrado en contacto, generalmente conflictivo, y, por tanto, en confrontación y trituración mutua. Esta confluencia regular sólo podría tener lugar a partir del nivel histórico definido por la Ciudad o por el Estado. Pero no todas las Ciudades-estado, o todos los Estados en general, habían de dar origen a la filosofía, en sentido estricto. Habría que pensar en Ciudades-estado muy peculiares, por ejemplo, aquéllas que, por su condición de colonias de una ciudad fundadora (de una
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