El mapa del tesoro
Álex Rovira
Francesc Miralles
De la Ley de la Atracción al Poder de la Acción
www.megustaleer.com
Índice
Cada persona que se pone en camino es su propio tesoro.
ROBERT FALCON SCOTT
Prólogo
El ser humano siembra un pensamiento y recoge una acción. Siembra una acción y recoge un hábito. Siembra un hábito y recoge un carácter. Siembra un carácter y recoge un destino.
PARAMAHANSA YOGANANDA
Sé quien en verdad eres. Descubre tus talentos y tu propósito en la vida. Esto te llevará a hacer lo que amas y porque haces las cosas con amor, obtendrás lo que necesitas.
ERICH FROMM
C arlos Nessi era un buen amigo y un excelente terapeuta que falleció el año pasado. Carlos, como un regalo que pretendía despertar la grandeza interior, repetía a sus clientes: «Lo que des de ti se convertirá en tu riqueza». Esta bella frase, que es a la vez constatación e invitación, es la esencia de este libro. Nuestra riqueza es lo que somos capaces de aportar a este mundo en el que nos ha tocado vivir. Nuestra prosperidad depende de que nos demos al otro y, gracias a ese darnos e invitar a crecer al otro, crecemos nosotros. O, como diría el también amigo Alejandro Jodorowsky, «Lo que das, te lo das; lo que no das, te lo quitas».
Nos pasamos la vida buscando fuera lo que llevamos dentro. Nos perdemos en largos viajes cuyo destino final es siempre, invariablemente, volver a casa tras haber abierto la mente y haber madurado, conscientes de que no encontraremos nunca fuera aquello que tanto anhelamos y que no es más que nuestro propio grito interior, la voz de la vida que, a través de nosotros, nos reclama para darle un sentido, llenarla no incorporando cosas —objetos—, sino más bien todo lo contrario, dando lo que nos ha sido dado a modo de dones, talentos, anhelos, ideas, utopías deseadas. Pero esa plenitud solo la alcanzan aquellos que constatan en su fuero interno que venimos a esta Tierra a servir y a amar, a cuidar y a legar, y que ese es el origen y el fin de todo viaje. Ese es el verdadero tesoro.
Un libro con el título de El mapa del tesoro quizá nos haga pensar en novelas de piratas, bandoleros marinos, corsarios, loros en el hombro, parches en el ojo, garfios en el muñón, muchas cicatrices y varias patas de palo. Relatos algunos de ellos tan intensos como el que dejó escrito en el siglo XIX Robert Louis Stevenson en La isla del tesoro , y que tanta fantasía ha inspirado y sigue inspirando en millones de niños y adultos de todo el mundo. Pero este no es un libro de ficción, no es una novela, en él no aparecen carabelas ni goletas, tampoco cañones ni loros, ni islas caribeñas con abundantes cocoteros, ni piratas. Este libro pretende ser una metáfora que ayude al navegante existencial a reconocer su propio tesoro y a ponerlo al servicio de los demás, y de esa manera encontrar, tal vez, un modo de dar sentido a su vida y mejorar la de los demás.
Porque si tuviéramos que establecer una metáfora, una analogía entre la búsqueda de un tesoro y las habilidades necesarias para conseguirlo, a buen seguro que nos vendrían a la cabeza los siguientes elementos: una buena brújula o sextante para localizar la isla, un plano esquemático para saber dónde está enterrado el tesoro, un pico y una pala para excavar y abrirnos paso entre la tierra y la arena hasta el cofre, y una linterna, por si en momentos de oscuridad nos hace falta una lumbre adicional.
Pues bien, todos disponemos de estos elementos dentro de nosotros, si somos capaces de convocarlos, activarlos y ponerlos en práctica.
• La brújula sería nuestra actitud, nuestro querer, la fuerza que nos impulsa en el camino de la vida y la dota de dirección y sentido. Nuestra inteligencia emocional y social es esa brújula, y son nuestras actitudes y valores los que nos ayudan a avanzar con alegría y determinación en la construcción de nuestras utopías y anhelos, son ellos el combustible anímico del que alimentamos nuestro entusiasmo y con el que lo contagiamos a los demás. Hace más el que quiere que el que puede, dice el dicho con gran tino, y si eso es posible, es gracias a la enorme fuerza que genera un ser humano, que sabe que sin una actitud positiva, firme, determinada, generosa y amable nada se puede en la vida, menos aún encarnar grandes proyectos o utopías.
• El conocimiento, el saber, vendría a ser el plano, el esquema que indica cómo llegar al lugar donde está enterrado el tesoro. Si la brújula nos guía orientándonos, el mapa nos señala el camino de forma más concreta. El uno no funciona sin la otra: mapa y brújula se necesitan y enriquecen, como lo hacen actitudes y conocimientos bien sintonizados y armonizados. Es fundamental una alta dosis de «querer» combinada con una alta dosis de «saber», de conocimiento diferenciado, de inteligencia lógico-racional que nos lleve a dominar el tema que queremos ofrecer al mundo, para llegar a conquistar nuestro tesoro y poder ofrecérselo al mundo de manera generosa y sostenida en el tiempo.
• Pero ¿de qué sirve una brújula y un esquema sobre un papel, por buenos que sean ambos, si no estamos dispuestos a remangarnos y a mover la tierra a golpe de pico y pala para excavar hasta el cofre? No solo es necesario el querer —la actitud— y el saber —el conocimiento—, sino que también es imprescindible el hacer, el bien hacer, el trabajar. Eso que hoy se conoce como inteligencia práctica, y que consiste en saber aplicar nuestras actitudes y conocimientos a cuestiones operativas, cotidianas, prosaicas incluso, sin las cuales lo real no avanza. Sangre, sudor y lágrimas, si son necesarias, para que con nuestro trabajo lleguemos al tesoro, queriendo, sabiendo y haciendo.
• Una vez conseguido el tesoro, nuestra odisea, sin embargo, no termina. El reto entonces es aún mayor: ¿cómo podemos conservarlo, o mejor, cómo podemos hacerlo crecer para que llegue al mayor número de personas posible? ¿Cómo podemos además legarlo a las futuras generaciones para que lo preserven y lo compartan con los que todavía están por llegar? La inteligencia ética y espiritual se encargarán de preservarlo y cederlo a las futuras generaciones aun cuando nosotros ya no estemos en la Tierra.
Este libro habla de todo ello. En el viaje que realizaremos por las próximas páginas no tendremos que superar arrecifes peligrosos, grandes tempestades o navíos cargados de cañones amenazantes. Será un viaje plácido durante el cual conoceremos a personas que han cambiado el mundo con la búsqueda y la gestión de su tesoro. También navegaremos entre algunos libros que nos darán pistas elocuentes sobre cómo iniciar una travesía áurea y herramientas que nos ayudarán a mejorar pico y pala, brújula, mapa y linterna. Veremos cómo es posible trenzar el querer, el saber, el hacer y el legar de manera óptima.
Porque el tesoro es la suma de inteligencias de un ser humano, sea este emprendedor social o económico, o ambas cosas a la vez. Las historias de éxito que iremos desgranando en este libro demuestran que muchas veces caemos en tópicos simples cuando se trata de explicar por qué otros han creado proyectos generadores de gran abundancia. Si bien es cierto que, por lo general, los grandes creadores de prosperidad han contado con una buena educación, todos ellos han realizado su travesía hacia el tesoro con los bolsillos vacíos, aunque, eso sí, las alforjas llenas de buenas ideas, pasión, entusiasmo y un tesón incombustible que conocemos como determinación.
Quien es capaz de realizar grandes logros no pertenece a una raza diferente ni es superior a quien sostiene estas páginas, querido lector. Lo que distingue a estas personas es su actitud y su manera de ver el mundo.
Por eso vamos a reformular la pregunta del principio. En lugar de «¿Cómo lo han hecho?», cuando veamos que alguien triunfa en algo en lo que hemos fracasado, la pregunta más útil es: «¿Qué han hecho ellos/ellas que no haya hecho yo?».
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