Este escrito está especialmente dedicado
a los movimientos ACO, HOAC, JOC,
religiosas y religiosos en barrios obreros,
Fundació Centesimus Annus
y otras entidades
comprometidas en la lucha por la justicia social
Una exposición clara y bien fundamentada sobre cómo concibe la doctrina social católica un salario justo y digno. Precisamente ahora que el Fondo Monetario Internacional y tantas instancias internacionales y nacionales insisten en pedir nuevos esfuerzos a trabajadores y trabajadoras, es importante recuperar este concepto de salario justo, teniendo muy claros los males del sistema económico actual y la mercantilización de las relaciones humanas.
Jesús Renau
Un salario que corresponda a la dignidad humana y al bien común
Cuadernos CJ - Colección virtual 6
ePub r1.0
Mowgli4.2.14
Título original: Un salari que respongui a la dignitat humana i al bé comú
Jesús Renau, 2013
Traducción: Jordi Font Barris
Diseño de portada: Jordi Pascual Morant
Editor digital: Mowgli
ePub base r1.0
JESÚS RENAU. Jesuita español. Profesor de Teología Espiritual en el «Institut Superior de Ciències Religioses de Barcelona» (ISCREB). Consiliario en el Casal Loiola de Barcelona. Ha sido provincial de los jesuitas de Cataluña.
Notas
1. Introducción
Mercado de frutas y verduras, mercado de coches de segunda mano, mercado de muebles antiguos… ¿mercado de trabajo?
Una vez más cambiamos las personas por objetos. ¿Sería quizás demasiado fuerte decir las cosas por su nombre? Mercado de trabajadores y trabajadoras. No existe el trabajo al margen de personas, del mismo modo que no hay enfermedades sino personas enfermas. Por otro lado, de entrada, la propia palabra «mercado» parece ignorar la dignidad de la persona humana, uno de los fundamentos de la doctrina social de la Iglesia. Acuerdo, contrato, convenio y otras palabras por el estilo nos parecen más adecuadas, ya que suponen dos entidades humanas, personales o colectivas, pactando y decidiendo y no una simple compra en un mercado, a veces sometido a la dinámica del regateo.
¿Resulta más presentable hablar de «mercado» de trabajo? ¿Parecería poco correcto decir «compra y venta de personas por su trabajo»? ¿Qué se compra, qué se vende? ¿Un trabajo sin tener en cuenta al trabajador? Las expresiones que se emplean nunca son neutrales, son indicativas de una cultura; y «mercado de trabajo» significa que se vende y se compra la fuerza laboral que realiza una persona humana; fuerza física, intelectual, capacidades… Lo que importa al capital es la fuerza, evidentemente. Lo que se paga es la fuerza de trabajo. Hoy puede hacerla Paco y mañana Francisca. Lo único que parece importar es realizar la tarea para obtener el máximo rendimiento económico.
La tradición moral de la Iglesia, su doctrina social, siempre ha dado prioridad a la persona humana. La reconoce como hijo o hija de Dios, con una dignidad que la hace «sujeto de unos derechos y deberes», que se fundamentan en su propia personalidad. El centro de las cuestiones sociales y económicas son las personas, todas, sus relaciones, sus contratos y su dignidad.
Desde los derechos y deberes de las personas entraremos en un tema de gran actualidad, como es el de los salarios. Hay una concepción cristiana del salario, que es parte de la Buena Noticia que representa nuestra fe.
El salario es una cuestión antigua que ya podemos encontrar en las Sagradas Escrituras:
«Pagadle su jornal el mismo día, antes de ponerse el sol, porque es pobre y necesita ese dinero para vivir. De otra manera, clamará contra vosotros al Señor y seréis culpables de pecado». (Dt 24,15).
«¡Ay de ti, que sobre bases de maldad e injusticias construyes tu palacio y tus altos edificios, y que haces trabajar a los demás sin pagarles sus salarios!». (Jr 22,13).
También lo encontramos en los muchos comentarios de los Padres de la Iglesia de los cuatro primeros siglos de nuestra era y en numerosos tratados de moral del pensamiento teológico y escolástico.
Buscaremos, sin embargo, luz sobre el salario, especialmente en los documentos de la doctrina social de la Iglesia a partir de la encíclica de León XIII, Rerum Novarum, y tantas otras que la han seguido hasta nuestros días.
2. Evolución histórica desde la moral cristiana
La enseñanza social de la Iglesia sobre el salario tiene, como acabamos de ver, profundas raíces en las Sagradas Escrituras y en los comentarios que hicieron los Padres de la Iglesia de los primeros siglos de cristianismo. Aunque el contexto social y económico era muy diferente al de los tiempos actuales, los fundamentos para indicar lo que el salario tenía que ser en justicia, en gran parte, son los mismos de hoy en día.
Los cambios industriales, comerciales y económicos del siglo XIX condujeron a una notable explotación del proletariado, que revistió formas de miseria, de trabajo infantil y de falta de protección social prácticamente absolutas. Hay numerosas descripciones y terribles testimonios sobre aquellos hechos, denunciados por muchas voces (cristianas o simplemente humanitarias), en parte paliados por notables iniciativas de caridad.
En la encíclica Rerum Novarum, León XIII habla del salario justo como aquel que rehace las fuerzas del trabajador y le da la posibilidad de adquirir propiedad privada. No determina concretamente la justicia de un sueldo para que se pueda considerar moralmente digno. Con todo no se le escapa el gran abuso que sobre estas cuestiones ya se hacía en su tiempo y lo explicita con palabras duras y proféticas.
«Cierto es que para establecer la medida del salario con justicia hay que considerar muchas razones; pero, generalmente, tengan presente los ricos y los patronos que oprimir para su lucro a los necesitados y a los desvalidos y buscar su ganancia en la pobreza ajena no lo permiten ni las leyes divinas ni las humanas. Y defraudar a alguien en el salario debido es un gran crimen, que llama a voces las iras vengadoras del cielo.»
Vale la pena subrayar estas duras palabras «es un gran crimen», y más hoy, después de tantos años, y en un mundo con unos recursos y una tecnología que podrían permitir llegar a niveles de una retribución más igualitaria. Esto si hubiera voluntad política y conciencia ética para frenar la insaciable sed de beneficios fáciles. Falla la voluntad política y sobre todo la conciencia moral. Decía también León XIII en el mismo texto citado que es un notable abuso que pide justicia a voces cuando un trabajador tiene que aceptar unas condiciones de trabajo en contra de su voluntad porque no le queda otro remedio (condiciones de horarios, de salario, etc.).
La encíclica Rerum Novarum despertó un notable interés en el mundo cristiano, y también una notable reacción contraria en los estamentos liberales y capitalistas. De hecho, sin embargo, fue una especie de motor de numerosas iniciativas, estudios, semanas sociales y organizaciones que rápidamente se extendieron por muchos países, especialmente en Europa.