Elisabeth Kübler-Ross - La muerte: un amanecer
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- Libro:La muerte: un amanecer
- Autor:
- Editor:ePubLibre
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- Año:1983
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La muerte: un amanecer: resumen, descripción y anotación
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ELISABETH KÜBLER-ROSS. Nació en Zúrich, 8 de julio de 1926 y falleció en Arizona el 24 de agosto de 2004.
Emprendió los estudios de medicina con la esperanza de poder ir a la India como misionera laica, tal y como había hecho Albert Schweitzer yendo a África. Pero el destino la llevó a Nueva York, dónde empezó a trabajar con enfermos mentales, a pesar de tener pocos conocimientos teóricos de la rama de psiquiatría. A base de escucharlos y de estar con ellos, al cabo de 4 años la mayoría había vuelto ya a emprender una vida autónoma, aceptando sus responsabilidades y sin depender de otros para ello.
Más adelante emprendió su labor como acompañante a enfermos terminales, tanto personas mayores como niños pequeños. Siguiendo el mismo proceso, de escuchar y estar abierta a todo lo que estas personas querían comunicarle, empezó a elaborar un esquema de las fases por las que pasa una persona que se enfrenta a la muerte, o a la pérdida de un ser querido. Dolor, rechazo a la situación, enfado, negociación, aceptación, reconciliación con el proceso… Estos trabajos le valieron el reconocimiento internacional en el incipiente campo de estudio de la tanatología: el proceso de morir.
Al entrar en contacto con miembros de la recientemente inaugurada psicología transpersonal, Kübler-Ross pudo vivir una serie de experiencias extracorporales y transcendentes que le validaron y confirmaron que lo que le habían dicho muchos de sus pacientes, acerca de seres y visiones que acontecían justo antes del momento de la muerte, eran algo verídico y que cabía tener en consideración, como uno de las etapas de mayor importancia en este proceso.
A partir de allí sus conferencias se abrieron al objetivo de exponer que, además de la inexcusable importancia del acompañar al enfermo terminal, la posibilidad de la supervivencia de la consciencia después de la muerte era un ámbito de estudio que requería la atención de todos —sobre todo de los anonadados miembros de esta sociedad mecanicista occidental en la que vivimos—. El deceso no sólo era un hecho que requería aceptación, sino que además era un proceso que había de ser afrontado sin miedo.
Después de años de un relativo rechazo por parte de la comunidad científica —quizá por ser una «vocera» del movimiento «espiritual»—, el reconocimiento llegó en forma de numerosas entregas de títulos honoris causa, concedidos por diversas universidades de todo el mundo.
Título original: Über den Tod und das Leben danach
Elisabeth Kübler-Ross, 1983
Traducción: Paz Jáuregui
Editor digital: Titivillus
ePub base r1.2
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Durante la visita que realizó Elisabeth Kübler-Ross a nuestro país el pasado mes de abril de 1989, contrajimos con ella el compromiso de emprender esta edición.
Existe ya editada en castellano la primera de las obras, escrita hace dieciocho años: La muerte y los moribundos. Nuestro trabajo consistirá en acercar al público las obras posteriores de modo que, poco a poco, todas ellas puedan leerse en castellano.
Prepararse para aceptar un hecho irreversible como es la muerte es un trabajo arduo y difícil; sin embargo, las personas que han entrado en contacto con las enseñanzas de E. Kübler-Ross, se dan cuenta de que esto es posible. Día a día, los esfuerzos que la medicina hace por salvar a la humanidad son boicoteados por los cada vez más abundantes y graves accidentes de tráfico. En ellos pierden la vida gentes que no estaban preparadas para ello, jóvenes cuya misión en esta vida queda así truncada; y quedan padres que deberán vivir con este dolor durante el resto de su vida.
En este libro podemos conocer la experiencia personal que indujo a la autora a permanecer junto a los enfermos terminales para que pudieran preparar el momento de la muerte de manera digna. No debemos olvidar que trabajaba en Estados Unidos y en una época en la que la rigidez de los horarios y la inmensidad de las ciudades hacían que estos enfermos permanecieran solos durante muchas horas. Con su compañía, Elisabeth Kübler-Ross, pudo comprender los momentos de soledad y agobio que preceden a toda muerte. Las circunstancias de nuestro país no son exactamente las mismas pero, el ser humano sí es el mismo y dichas experiencias pueden ayudarnos a preparar tanto a los nuestros como a nosotros mismos.
[1] Es también el nombre de la editorial alemana Die Silberschnur. (N. de la A.).
[2] En las versiones inglesa y alemana de la Biblia emplean el término «amor» en lugar del término «caridad» que se utiliza en la versión francesa. (N. de la A.).
[3]El hombre en busca de sentido, Editorial Herder, S. A., Barcelona. (N. de la E.).
[4]Le voyage hors du corps, Éditions Garanciére. (N. de la E.).
Cuando una médico con 28 títulos honoris causa en su haber y más de veinte años de experiencia, acompañando en el momento de la muerte a miles de personas en todo el mundo, comparte con nosotros sus vivencias místicas —«experiencias que me han ayudado, a saber, más que a creer, que todo lo que está más allá de nuestra comprensión científica son verdades y realidades abiertas a cada uno de nosotros»— debemos leerla atentamente y con humildad. Pero debemos, ante todo, congratularnos. Nunca antes la humanidad había tenido ocasión de saber de la muerte y de la vida después de la muerte, de la manera en que hoy, gracias a Elisabeth Kübler-Ross, nos es posible. Hasta hace muy poco los conocimientos, que la doctora Ross pone al alcance de todos los que quieran escucharla, eran un saber «oculto» accesible sólo a través de la fe a los creyentes o a los estudiosos de los textos sagrados tibetanos o la más compleja literatura esotérica occidental.
El amor y la dedicación de esta mujer excepcional permite que hoy muchos médicos, enfermeras y personas en el mundo estén científicamente preparadas para entender, acompañar y ayudar realmente a cualquier ser humano en los difíciles momentos que anteceden su muerte así como para comprender y consolar efectivamente a las personas que sufren la pérdida de seres queridos. Evidentemente, en ese científicamente está involucrado lo mejor del espíritu humano: su capacidad de amar. Con una actitud rigurosa y valiente Kübler-Ross ha investigado en el dolor y la conclusión a sus muchos años de desvelos al lado de sus pacientes podría resumirse así:
Busqué a mi alma,
a mi alma no la pude ver.
Busqué a mi Dios,
mi Dios me eludió.
Busqué a mi hermano y encontré a los tres.
Con todo, una breve advertencia. Las tres conferencias que componen este libro constituyen un material único dentro de la obra de Kübler-Ross; se leen y entienden muy fácilmente pero probablemente, para muchos, resultarán enormemente difíciles de digerir. Cuanto más aferrado esté nuestro pequeño ego a sus propios miedos y razonamientos, más difícil nos será abrirnos a lo que Elisabeth expone y aceptarlo, al menos, como posible. La doctora Ross no ignora esa dificultad; conoce bien la violencia de la que son capaces los que seguros de todo, no soportan, sin embargo, otra opinión. «[Tuve] que pasar literalmente por miles de muertes —dice— puesto que la sociedad en la que vivo intentaría aniquilarme». Antes de negar o rechazar lo que aquí se nos dice, recordemos que todos, en algún momento, tendremos ocasión de verificarlo.
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