C LEMENTE
Celebra
Published by the Penguin Group
Penguin Group (USA) Inc., 375 Hudson Street,
New York, New York 10014, USA
USA / Canada / UK / Ireland / Australia / New Zealand / India / South Africa / China
Penguin Books Ltd., Registered Offices: 80 Strand, London WC2R 0RL, England
For more information about the Penguin Group visit penguin.com.
First published by Celebra,
a division of Penguin Group (USA) Inc.
First Printing, October 2013
Copyright © 21 in Right, 2013
Translation copyright © Penguin Group (USA) Inc., 2013
Translation by Inés Elvira Rocha
Photos property of Clemente Photo Archive
Photo on courtesy of Neil Leife/Getty Images
All rights reserved. No part of this book may be reproduced, scanned, or distributed in any printed or electronic form without permission. Please do not participate in or encourage piracy of copyrighted materials in violation of the author’s rights. Purchase only authorized editions.
CELEBRA and logo are trademarks of Penguin Group (USA) Inc.
CELEBRA Spanish edition ISBN: 978-1-101-61685-7
THE LIBRARY OF CONGRESS HAS CATALOGUED THE ENGLISH-LANGUAGE EDITION OF THIS TITLE AS FOLLOWS:
Clemente family
Clemente: the true legacy of an undying hero/ The Clemente Family.
p. cm.
Includes bibliographical references.
1. Clemente, Roberto, 1934–1972. 2. Clemente, Roberto, 1934–1972—Family. 3. Clemente, Roberto, 1934–1972—Death and burial. 4. Clemente family—Interviews. 5. Baseball players—Puerto Rico—Biography. 6. Humanitarians—United States-Biography. I. Title.
GV865.C45C54 2013
796.357092—dc23 2013017078
[B]
Designed by Pauline Neuwirth
PUBLISHER’S NOTE
Penguin is committed to publishing works of quality and integrity. In that spirit, we are proud to offer this book to our readers; however the story, the experiences and the words are the author’s alone.
The publisher does not have any control over and does not assume any responsibility for author or third-party Web sites or their content.
A Vera Clemente…
quien continúa representando con dignidad y clase a su familia
y al béisbol
| INTRODUCCIÓN |
S U HISTORIA
Si tienes la oportunidad de ayudar a alguien y no lo haces, estás perdiendo tu tiempo aquí en la Tierra
—Roberto Clemente
C uando me iniciaba en el periodismo, le pregunté a Muhammad Ali cuáles eran los atletas que más admiraba. No le tomó mucho tiempo mencionar a Roberto Clemente.
—Creo que lo mejor que se puede decir sobre una persona —dijo Ali— es que dio su vida por su causa. Eso es lo que hizo Roberto Clemente. Era un excelente ser humano.
Roberto Clemente pasó su vida ayudando a otros y murió haciéndolo. Vivió entregado a su familia, al béisbol y a ayudar —en muchos casos— a desconocidos. Antes de los tiempos modernos de hábiles publicistas, Twitter y Facebook, Clemente empoderó a los pobres y oprimidos sin pedir nada a cambio. Murió en un accidente aéreo hace cuarenta años, cuando se dirigía a ayudar a las víctimas de un terremoto en Nicaragua. El avión iba sobrecargado con toneladas de provisiones.
Clemente era uno de mis héroes de infancia. Me conmovía profundamente el hecho de que dedicara su vida a ayudar a otros. También lo admiraba por lo que siempre consideré su muy subestimada habilidad atlética, que logró a punta de sudor y trabajo. Clemente alcanzó un nivel de fuerza y velocidad —especialmente en su brazo de lanzador— que muy pocos habían logrado en la época anterior a los esteroides. Tenía el mismo talento de contemporáneos como Willie Mays y Michey Mantle.
Clemente ha sido llamado «el Jackie Robinson latino». Fue el primer jugador latino elegido para el Salón de la Fama del Béisbol y el primero en ganar un título de la Serie Mundial como titular y el premio al jugador más valioso en la misma competencia. La comparación más apropiada para Clemente no es Robinson sino Lou Gehrig. Ambos fueron dos grandes del béisbol que desaparecieron prematuramente: Clemente en un accidente y Gehrig por causa de una enfermedad mortal. Gehrig fue el primer jugador de béisbol al que no se le exigieron los cinco años de espera para ingresar al Salón de la Fama; Clemente fue el segundo. Clemente murió a los 38 años; Gehrig se despidió del béisbol cuando tenía 37.
Uno de los managers de Clemente en los Piratas, el difunto Bobby Bragan, dijo que cuando escuchó la noticia de la muerte de Clemente sintió el mismo vacío en el estómago que sintió al enterarse del asesinato del presidente John F. Kennedy.
Clemente enfrentó el racismo de la era pos-Robinson, que siguió siendo una época brutal en la historia de los Estados Unidos para los atletas de color, a pesar de los inmensos logros de Robinson. La intolerancia de la época —a principios de su carrera, Clemente no podía quedarse en los mismos hoteles que sus compañeros de equipo blancos— impidió que muchos admiradores y algunos de los reporteros vieran la verdad sobre Clemente, quien, además de ser un maravilloso jugador de béisbol, estudió cerámica, escribía poesía y tocaba música. Era profundamente leal y tenía un dicho: «Nunca me mientas y siempre seremos amigos».
A principios de la década de 1980, el productor de televisión Maury Gable intentó hacer una película sobre la vida de Clemente. Gable creó una película de televisión sobre el retorno al parque de Rocky Bleier, el jugador de los Pittsburgh Steelers, tras ser herido en la Guerra de Vietnam. Consideraba que la historia de atletismo, gracia y sacrificio de Clemente era igualmente conmovedora pero se topó con un problema: «Las cadenas de televisión no estaban interesadas en una película sobre un pelotero puertorriqueño», dijo. Así que, incluso entonces, más de 10 años después de su muerte, muchos sectores convencionales del país seguían sin comprender a cabalidad la importancia de Clemente en la historia del deporte.
Sigue siendo muy interesante que tantas décadas después, en una industria cinematográfica que ama las películas sobre deportistas supuestamente condenados a perder —Rocky, Rudy, Miracle y Hoosiers, para mencionar unas pocas—, no se haya hecho una película sobre Clemente.
En la comunidad latina, entonces y ahora, Clemente no solo es apreciado; lo aman sinceramente. Cuando Ozzie Guillén era shortstop de los Chicago White Sox, mantenía en su casa un altar a Clemente, con fotografías y estatuillas. Visiten cualquier campo de béisbol en el mundo y verán que el nombre de Clemente aún despierta admiración.