Mika Feldman podría parecer un personaje de ficción, pero existió. De las aventuras de la Patagonia a los primeros tiempos de la República en Madrid; de los grupos clandestinos de oposición al estalinismo en Francia, al convulsionado Berlín donde el nazismo crece peligrosamente, Mika vive junto a su marido Hipólito la gran aventura intelectual e ideológica del siglo XX. Lo que buscan hace años está en España, en esa guerra que Mika hará suya al mando de una temeraria columna del POUM. Lo ignora todo sobre técnicas y estrategias militares, es extranjera, no está ligada a poder alguno y es mujer. Pero su carisma, su talento para comprender a los otros y tomar decisiones la vuelven indispensable. Son sus mismos milicianos quienes la eligen capitana. Perseguida por los fascistas como «una que manda entre los rojos», acusada por el feroz estalinismo de «desafecta a la República» y acosada por un siniestro agente de la GPU, el conmovedor relato de su vida extraordinaria deja sin aliento al lector. La argentina Mika Feldman de Etchebéhère ( 1902-1992 ), la Capitana, luchó por la igualdad, la justicia y la libertad durante toda su vida. Elsa Osorio acepta el desafío de convertir en literatura esta maravillosa historia
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Elsa Osorio ha escrito un libro memorable. Basándose en documentos, cartas, manuscritos y sobre todo testimonios de personas que convivieron con Mika, ha dibujado y detallado la singular historia de esta mujer. La vida de Mika (Moisés Ville, provincia de Santa Fe (Argentina), 1902 – París, 1992) como mujer argentina, judía y comunista, fue una vida plenamente comprometida con los ideales revolucionarios del momento y con los hechos históricos que le tocó vivir. Fue una luchadora por la libertad, coherente con sus ideas y defensora de las mismas hasta el límite. Amiga personal de Cortázar y Breton, estudió Arte en la Sorbona de París. Llegó a pertenecer al Partido Comunista junto con su compañero Hipólito, aunque poco tiempo después fueron expulsados por su desacuerdo con la organización. Tras su paso por la guerra civil española, Feldman escribió el libro Mi guerra de España, que también ha sido básico para Osorio en la escritura de su novela. En su recorrido vital Mika llegó hasta Alemania, de donde a la llegada del nazismo, tuvo que huir de vuelta a la Argentina por su condición de judía. Desde 1946 y ya hasta su muerte, vivió en París, lugar donde continuó con su lucha de ideales revolucionarios en episodios tan claves como el mayo del 68.
Elsa Osorio
La capitana
ePub r1.0
jasopa1963 24.08.14
Título original: La Capitana
Elsa Osorio, 2012
Editor digital: jasopa1963
ePub base r1.1
ELSA OSORIO (Buenos Aires, 1952) reside actualmente en Buenos Aires, donde coordina talleres de narrativa. Ha publicado entre otros títulos Ritos privados, Reina Mugre, Beatriz Guido, Callejón con salida o Cielo de tango. También ha escrito guiones para cine y televisión. Ha obtenido diversos galardones, como el Premio Nacional de Literatura en Argentina, el premio Argentores al mejor guión de comedia, el Premio Periodismo de Humor, y el segundo premio literario de Amnistía Internacional por su novela A veinte años, Luz, traducida ya a dieciocho idiomas.
Su última novela La Capitana está basada en la vida de la revolucionaria argentina Mika Feldman de Etchebéhère.
Coordina talleres de narrativa y participa activamente en la defensa de los Derechos Humanos. Actualmente reside en Buenos Aires y pasa largos meses del año en Francia y otros países.
Mika e Hipólito en la Patagonia
Primera parte
PRIMERA PARTE
1.Sigüenza, septiembre de 1936
Sigüenza, septiembre de 1936
Nadie se lo pide, nadie lo pretende, pero allí está Mika, en la noche oscura, montando guardia en el cerro, al igual que otros en el campo y en las inmediaciones de la ciudad de Sigüenza.
Un temblor la sacude cuando distingue los puestos del enemigo, cada vez más cerca. También los fascistas apilan piedras, pero detrás tienen poderosas ametralladoras, y ellos ¿qué?: una miseria de fusiles, unos pocos cañones, dinamita y bombas caseras.
Los altos mandos han ordenado resistir el mayor tiempo posible para bloquear a las tropas de los rebeldes e impedir que entren en Madrid. Mika duda de que envíen refuerzos, como prometieron. Les ha tocado este hoyo maldito, el peor lugar. Piensa que es un combate perdido de antemano; sin embargo, esta tarde, cuando sintió que el desaliento ganaba a los milicianos, les soltó:
—Si nos fuéramos ahora de Sigüenza, dirían que tenemos miedo. Los milicianos del POUM no somos cobardes.
Una palabra eficaz. ¿Cobardes? No, ellos tienen cojones, resistirán. Pero ¿cómo?, ¿qué podrán hacer sólo con voluntad, por mucha pasión revolucionaria que tengan, contra los aviones de los fascistas, contra soldados mejor armados y entrenados para la guerra?
Tendrá que hablar con el comandante, exigirle que ordene la evacuación de la ciudad o encuentre con urgencia los refuerzos para defenderla. ¿Exigirle Mika a un comandante del Ejército, a un militar de carrera, ella que todo lo ignora sobre asuntos militares?
Sí, porque ya no es sólo que no les falte abrigo o comida, como antes, ahora se siente responsable del destino de sus milicianos.
¿Mis milicianos?, se sorprende. Cuánto tiempo ha pasado de aquella incomodidad de los primeros días ante estos combatientes tan poco parecidos a los militantes internacionalistas a los que Mika estaba acostumbrada. ¿Dos, tres meses? Tres siglos. El tiempo se cuenta distinto en la guerra.
¿Fue aquella noche en el cerro? ¿Qué día, qué situación, qué hecho, qué batalla te hizo capitana, Mika?
¿Fue cuando requeriste al emisario fascista un pliego firmado con las condiciones de la rendición? Por él supiste que te identificaban como una mujer peligrosa que mandaba entre los rojos.
¿Fue cuando honraron a tu columna con la Internacional por su desempeño en la batalla de Moncloa? ¿Cuando la bomba te sepultó y sin embargo lograste sobrevivir? ¿Cuando en Pineda de Húmera encontraste la manera de resistir catorce horas a los ataques? Ya tenías los galones en la capa cuando les dabas a tus hombres el jarabe para la tos en las trincheras, entre el silbido de las balas.
Y aun antes, ¿qué te llevó a luchar en España, tan lejos de donde naciste, a entregarte tan íntegramente a esa guerra, a hacerla tan tuya que los mismos milicianos te eligieron capitana?
Los pueblos vecinos están cayendo en manos del enemigo, pero para extender el frente les haría falta diez veces más armas, y el triple de milicianos. Ellos deben resistir en Sigüenza, defenderla calle a calle, compañeros, dice el comandante, y mantener las posiciones en los alrededores de la ciudad.
Y llega esa mañana agujereada por las ametralladoras y los chillidos de mortero. Y al día siguiente los aviones de los fascistas, tres y otros tres, y más. Mika cuenta veintitrés. Un alarde de poder. La estación de tren donde está el cuartel del POUM no la tocan, buscan la ciudad, un barrio al azar, el hospital, y las carreteras donde se concentran los grupos de combatientes. Cuerpos destrozados. Cientos de víctimas, civiles y milicianos.