Esta es la obra más íntima y personal de Santa Teresa de Jesús, y la que le valió el proceso de la Inquisición por sus testimonios sobrenaturales. A lo largo de sus páginas, la mística de Ávila relata en tono autobiográfico la forma en que paulatinamente fue adentrándose en su vida espiritual, cómo aprendió a orar, cuáles fueron sus primeras experiencias místicas y cómo comenzó a relacionarse con Jesús. El Libro de la Vida es una obra extremadamente bella y delicada, llena de enseñanza espiritual, y constituye una magnífica guía para cualquier persona con inquietudes espirituales, pues la enseñanza que Santa Teresa vierte en estas páginas se transforma en una hermosa luz que ayuda al lector a auto-conocerse y a meditar en profundos aspectos de su propia vida interior, al margen de la singularidad de sus creencias religiosas. Este Libro de la Vida recoge todos los matices de la bella y profunda intimidad de Santa Teresa de Jesús, expresada con un estilo personal y extremadamente delicado. Entre toda su obra, este libro es el que mejor refleja el desarrollo de su experiencia religiosa.
Teresa de Jesús
Libro de la vida
Teresa de Jesús, 1588
Ilustración de portada: Giovanni Battista Piazzetta, S. Teresa d’Avila in estasi
INTRODUCCIÓN
«La Vida de Santa Teresa escrita de su misma mano» es una autobiografía introspectiva. En la historia de la literatura religiosa tiene su mejor antecedente en las Confesiones de San Agustín. Y un parecido coetáneo en la Autobiografía de San Ignacio de Loyola. Si bien profundamente diversa de ambas.
La necesidad de introspección y de contar por escrito la propia vida surgió en Teresa sobre el rescoldo de su experiencia religiosa profunda como exigencia inmediata de las gracias místicas que le inundan el alma por los años 1555-1560 , cuando ella oscila entre los 40 y 45 de edad.
Lo insólito de esas experiencias y la imparable crecida de las mismas puso a la carmelita en la precisión de examinarlas para entenderlas y discernirlas. La hizo recurrir a teólogos asesores que la ayudasen en la tarea discernidora. Y de éstos recibió la orden de ponerlas por escrito para dictaminar sobre su procedencia.
A partir de ese momento, la mirada introspectiva y auto escrutadora acompañará a Teresa hasta el fin de sus días.
Puesta a escribir, hace un primer esfuerzo fallido: esas sus experiencias son refractarias a la pluma, irreducibles a un pobre relato en vocablos profanos. Teresa misma confesará más tarde la causa de esa impotencia: ella había recibido la «merced» mística de la experiencia de Dios; pero aún no se le había concedido la gracia de entenderla, y menos aún la de expresarla y comunicarla.
Sólo en un segundo momento pudo extender una breve «relación» de su drama interior. A ese primer esbozo, hoy perdido, siguieron pronto otro y otro (Relaciones 1.ª y 2.ª, escritas en 1560 y 1561). Con ellas, Teresa había superado la barrera de lo inefable místico. Y en el reposo del palacio toledano de Doña. Luisa de la Cerda, logra escribir por fin el libro. Lo termina en la primavera de 1562.
Ese mismo año estrena en Ávila el convento de San José, y en el remanso del nuevo Carmelo redacta de nuevo el libro, con la intención expresa de enviarlo a San Juan de Ávila. Termina la nueva redacción a finales de 1565, y tres años después obtiene el visto bueno del santo, que le devuelve el manuscrito desde Montilla. Será ésta la única redacción que llegue hasta nosotros.
El contenido del libro: ¿relato o lección?
Ambas cosas: relato y lección espiritual se van entrecruzando en el libro. Teresa cuenta su vida, pero no se limita a desgranar episodios. La suya es una narración con tesis. Es ésta la que da hondura y unidad a lo relatado. Su vida tiene sentido porque Dios se hace presente en ella, hasta convertirse en el verdadero protagonista de lo vivido y relatado.
La narración autobiográfica se despliega en varios planos sobrepuestos. Comienza con una serie de capítulos (del 1 al 9) que cuentan la lucha de Teresa por abrirse paso en la vida. Desde el marco externo del hogar, hasta las crisis de su vida interior y la lucha por superarlas.
A partir del capítulo 10, interrumpe el relato para intercalar un tratadillo doctrinal, no narrativo. Reanuda la exposición autobiográfica en el capítulo 23. Pero ahora la desplaza a un plano interior profundo: su vida mística, tupida de insólitos sucesos: cc. 2331.
Sigue un tercer plano, en que cuenta el desbordamiento de sus gracias místicas a favor de una empresa inesperada: la fundación del Carmelo de San José: cc. 3236.
Y por fin, última mirada al paisaje de sus gracias místicas, las recibidas en el remanso del nuevo Carmelo: cc. 3740.
La tesis de soporte fluye a lo largo de la narración, pero se condensa y desarrolla en los capítulos intercalados antes del relato de sus gracias místicas: cc. 1121. En ellos expone cuatro grados de oración, que marcan los hitos y el sentido de su vida, y la progresiva irrupción de Dios en ella.
La edición
En vida de la Santa, el autógrafo de Vida fue secuestrado por la Inquisición (1575), que lo retuvo hasta que, muerta la autora, se proyectó editarlo.
Recuperado entonces el manuscrito original, de él se sirvió fray Luis de León para publicar la obra en Salamanca: 1588.
En la actualidad el autógrafo de Vida se custodia en la Biblioteca del Escorial, con el título (no autógrafo): «La Vida de la Madre Teresa de Jesús escrita de su misma mano, con una aprobación del P. Maestro fr. Domingo Báñez su confesor y cathedrático de prima en Salamanca». De él nos hemos servido para revisar el texto, que en nuestra edición queda adaptado a la ortografía y fonética modernas.
JHS
1. Quisiera yo que, como me han mandado a resistir las mercedes que Su Majestad me hacía, como quien se veía obligada a servir más y entendía de sí no podía pagar lo menos de lo que debía.
2. Sea bendito por siempre, que tanto me esperó, a quien con todo mi corazón suplico me dé gracia para que con toda claridad y verdad yo haga esta relación que mis confesores y para que de aquí adelante, conociéndome ellos mejor, ayuden a mi flaqueza para que pueda servir algo de lo que debo al Señor, a quien siempre alaben todas las cosas, amén.
CAPÍTULO 1
En que trata cómo comenzó el Señor a despertar esta alma en su niñez a cosas virtuosas, y la ayuda que es para esto serlo los padres.
1. El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no fuera tan ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena, con el cuidado que mi madre tenía de hacernos rezar y ponernos en ser devotos de nuestra Señora y de algunos santos, comenzó a despertarme de edad, a mi parecer, de seis o siete años. Ayudábame no ver en mis padres favor sino para la virtud. Tenían muchas.
Era mi padre hombre de mucha caridad con los pobres y piedad con los enfermos y aun con los criados; tanta, que jamás se pudo acabar con él tuviese esclavos, porque los había gran piedad, y estando una vez en casa una de un su hermano, la regalaba como a sus hijos. Decía que, de que no era libre, no lo podía sufrir de piedad. Era de gran verdad. Jamás nadie le vio jurar ni murmurar. Muy honesto en gran manera.
2. Mi madre también tenía muchas virtudes y pasó la vida con grandes enfermedades, ya su traje era como de persona de mucha edad. Muy apacible y de harto entendimiento. Fueron grandes los trabajos que pasaron el tiempo que vivió. Murió muy cristianamente.
3. Eramos tres hermanas y nueve hermanos. Todos parecieron a sus padres, por la bondad de Dios, en ser virtuosos, si no fui yo, aunque era la más querida de mi padre. Y antes que comenzase a ofender a Dios, parece tenía alguna razón; porque yo he lástima cuando me acuerdo las buenas inclinaciones que el Señor me había dado y cuán mal me supe aprovechar de ellas.