• Quejarse

Antonio Manzanera - Informe Müller

Aquí puedes leer online Antonio Manzanera - Informe Müller texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 1969, Editor: DIGITAL BOOKS, Género: Niños. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Antonio Manzanera Informe Müller
  • Libro:
    Informe Müller
  • Autor:
  • Editor:
    DIGITAL BOOKS
  • Genre:
  • Año:
    1969
  • Índice:
    3 / 5
  • Favoritos:
    Añadir a favoritos
  • Tu marca:
    • 60
    • 1
    • 2
    • 3
    • 4
    • 5

Informe Müller: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Informe Müller" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

En plena guerra fría, el MI6 convoca de urgencia al historiador Hugh Trevor-Roper para que, junto a Oughton, un enigmático agente de la CIA, investigue la muerte de Heinrich Müller, un agente doble y ex general de la SS. La tensión entre ambas agencias es máxima, y, más que revelar la identidad del asesino, tanto a la CIA como al MI6 les interesa más saber cuál de las dos organizaciones está más contaminada por agentes dobles y topos.Pero las investigaciones revelan algo más: Müller era laúnica persona capaz de revelar la verdad sobre la muerte del jerarca nazi. Y, al parecer, no se llevó su secreto a la tumba. En algún lugar ha dejado un informe que arroja luz sobre uno de los misterios más acuciantes del siglo, además de dejar al descubierto las enmarañadas tramas de contraespionaje entre los servicios secretos.Basada en hechos reales y respaldada por una impresionante documentación, El informe Müller es el impactante debut en la ficción de Antonio Manzanera, una novela sobre una de las grandes mentiras de la historia reciente.

Antonio Manzanera: otros libros del autor


¿Quién escribió Informe Müller? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Informe Müller — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Informe Müller " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Abril de 1945

A mediados de abril de 1945, Heinrich Müller sabía que el final del Tercer Reich se encontraba muy cerca. Los soviéticos habían llegado a Viena y amenazaban Dresde y Berlín; los británicos en el norte cercaban Bremen y Hamburgo; los americanos se abrían paso en Baviera haciendo frente a una resistencia débil; y, algo más al sur, los franceses ocupaban el Alto Danubio.

Ante una inminente derrota, el director de la Gestapo había decidido meses antes unir su suerte a la de sus superiores, el Reichsführer de las SS Heinrich Himmler y el director del RSHA, Ernst Kaltenbrunner, su jefe inmediato. Sin embargo, cuando la situación llegaba a un punto insostenible para las fuerzas armadas alemanas, Müller comprobó cómo los planes de ambos jerarcas nazis no pasaban por hacer frente al final de una manera digna.

Su jefe Kaltenbrunner había trasladado su cuartel general a Alt-Aussee, en Austria, donde se entregaba a complicadas y absurdas maquinaciones de sabotaje. Todo ello tras haber intentado infructuosamente pactar con el servicio secreto estadounidense la entrega de Austria para evitar la caída de este país bajo la influencia soviética. Por su parte, Heinrich Himmler había dado un paso más, y a través del Gobierno sueco había hecho llegar una propuesta de armisticio en todo el Frente Occidental a los angloamericanos.

Cuando, gracias a sus agentes de la Gestapo, Müller tuvo noticia de las negociaciones de Himmler, se sintió profundamente decepcionado. Las SS, el cuerpo político y militar más fanático, habían basado su existencia en la fidelidad y devoción a la causa nazi. Su lema, grabado en la hebilla del cinturón, era: «Mi honor es la lealtad». Ahora parecía que su líder arrojaba la divisa de la nobleza al fango y huía como un bellaco cualquiera a pedir clemencia a los aliados.

Müller sabía que ni Himmler con los americanos ni Kaltenbrunner con su patética tropa de espías iban a lograr el objetivo que parecían haberse marcado: salvar su propio pellejo. Pero él, moralmente liberado de su vínculo de lealtad hacia el Estado, sí lo iba a conseguir. Y para ello debía idear un plan.

Los aliados habían decidido tiempo atrás dar caza a todos los nazis que ellos considerasen criminales de guerra para juzgarlos por sus delitos. Müller imaginaba que su nombre figuraría entre los primeros de la lista, si bien durante toda su carrera tuvo especial cuidado de permanecer en la sombra y evitar la circulación de fotografías suyas. No obstante, si los aliados se proponían detenerlo, no habría lugar en el mundo donde un hombre como él pudiese encontrarse a salvo. Cualquiera podría dejarse tentar por la recompensa que ofrecieran por su cabeza y delatarlo al enemigo. ¿Cómo escapar? ¿Quién podría ayudarle? Para Müller la respuesta era obvia: quienes mejor podían protegerlo eran los propios aliados.

Desde hacía tiempo, en Alemania, el ministro de Propaganda doctor Joseph Goebbels insistía tozudamente en que la alianza de los angloamericanos y los soviéticos era ideológicamente insostenible, y pronto ambos bandos se darían cuenta de lo ridículo de la situación y pedirían la paz al Tercer Reich para luchar entre ellos. Pero, en opinión de Heinrich Müller, era obvio que si llegaba a haber una guerra entre los aliados occidentales y la Unión Soviética, ésta no se produciría antes de la caída de la Alemania nazi. Y una vez que Alemania fuese derrotada, las cosas cambiarían. Después de la guerra, las relaciones entre el Este y el Oeste acabarían rompiéndose y, en ese escenario, la información política y militar sobre el otro bando adquiriría un valor considerable. Müller pensó entonces que la mejor manera de obtener protección de los aliados sería, precisamente, ofrecerles a cambio una copia de los archivos del RSHA, el servicio de seguridad del Reich al que pertenecía la Gestapo y que disponía de abundante información muy útil para los aliados.

Pero ante la perspectiva de un enfrentamiento entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, ¿con quién debía pactar Müller? ¿Entregaba los archivos secretos alemanes a los americanos o a los rusos? ¿Cuál de los dos bandos le convenía más?

La lógica decía que los angloamericanos serían su apuesta más segura. El ejército alemán había cometido graves excesos en el Frente del Este y los soviéticos odiaban a los nazis. Cada ciudad conquistada por el Ejército Rojo conocía la venganza de las tropas soviéticas, que violaban, saqueaban y asesinaban sin piedad a la población civil.

Sin embargo, un análisis como el anterior era demasiado superficial para Müller. En Alemania, la mejor información sobre la URSS la tenía el ejército, no la Gestapo. Müller sabía que los archivos del Servicio de Seguridad del Reich, el RSHA, contenían muchos más datos del bloque occidental que de la Unión Soviética. Personalidades alemanas, francesas, holandesas, inglesas, agentes dobles, espías descubiertos... Definitivamente, para Müller los soviéticos iban a sacar mejor partido de los ficheros del RSHA que las potencias occidentales. Los rusos, pues, debían ser los que le salvasen la vida.

Y Heinrich Müller puso en marcha su plan.

A principios de febrero de 1945, un bombardeo americano asoló el cuartel general de la Gestapo de Prinz Albrechstrasse, en Berlín. Hitler ordenó como consecuencia el traslado progresivo de la policía secreta hacia el sur, a Baviera. Allí, en un pueblo llamado Köditz, a unos cinco kilómetros de Hof, se había trasladado el cuartel general de la Gestapo, conocido con el nombre en clave de Tejón. A principios de abril, con los rusos a pocos kilómetros de la capital, se dieron instrucciones para la quema de los archivos de la Gestapo que quedaban en Berlín. A mediados de ese mes ya no había agentes de Müller en la capital del Reich.

Así pues, el sábado veintiuno de abril, Müller fue a Köditz para microfilmar y poner a buen recaudo todos los documentos de la Gestapo clasificados como de alto secreto. El siguiente paso era más difícil. Estudió el mapa del Frente Oriental para averiguar cuál sería el mejor emplazamiento donde esperar a los soviéticos. La línea del frente abarcaba miles de kilómetros; sin embargo, a él aquello no le servía de nada. Tenía que elegir un punto donde fuesen a llegar los rusos antes del fin de la guerra y en el que él pudiese justificar su presencia. De lo contrario, si desaparecía en algún lugar del Este, los nazis podrían acusarle de desertor. Pronto Müller comprendió que los miles de kilómetros del frente quedaban reducidos a un solo punto: Berlín.

Heinrich Müller debía, pues, ir a Berlín y desde allí contactar con los soviéticos para proponerles el trato. Pero ¿cómo hacerlo? En Berlín no quedaban ni los cuarteles de la Gestapo, ni sus agentes ni sus superiores. Nada justificaría su presencia en la capital del Reich, y su aparición repentina no haría sino despertar las sospechas de los ya extremadamente recelosos nazis.

Durante todo el domingo veintidós de abril, Müller recorrió los escasos metros de su despacho de Köditz una y otra vez como un león enjaulado. Pensaba en cómo dar explicación a un repentino viaje a Berlín en unos días en que la ciudad estaba a punto de ser sitiada por el Ejército Rojo. Por la tarde tuvo una idea. Llamó a su jefe Ernst Kaltenbrunner para preguntarle si las cárceles de Berlín de la Gestapo habían sido convenientemente evacuadas. Éste le contestó que todas las órdenes sobre la capital habían sido ya emitidas y ejecutadas. Müller colgó resignado.

Sin embargo, la suerte le sonrió esa misma noche. Inesperadamente, Kaltenbrunner le llamó por teléfono para decirle que al día siguiente debía acompañarlo a Berlín para cumplir una misión ordenada por el Führer. Müller estaba eufórico. Por fin tenía una excusa para viajar a Berlín, y se la había proporcionado el mismísimo Adolf Hitler en persona.

El lunes veintitrés, Müller voló a la capital acompañado por Ernst Kaltenbrunner. Durante el trayecto, el director de la Gestapo preguntó a su jefe cuál era la misión que se le iba a encomendar, pero no obtuvo ninguna respuesta. Ni siquiera el propio Kaltenbrunner sabía de qué se trataba.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Informe Müller»

Mira libros similares a Informe Müller. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Informe Müller»

Discusión, reseñas del libro Informe Müller y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.