J. Antonio Roldan - Diario de un psicólogo
Aquí puedes leer online J. Antonio Roldan - Diario de un psicólogo texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2015, Editor: ELB Ediciones, Género: Niños. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:
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- Libro:Diario de un psicólogo
- Autor:
- Editor:ELB Ediciones
- Genre:
- Año:2015
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Diario de un psicólogo: resumen, descripción y anotación
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© José Antonio Roldán y Yolanda García, 2015 www.diariodeunpsicologo.com
contacto@diariodeunpsicologo.com
© ELB Ediciones, 2015
contacto@enlabusquedaradio.com
www.enlabusquedaradio.com
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Printed in Spain - Impreso en EspañaDiseño cubiertas: Thony Huerta Corrección digital: Marisa Andreo
Etapa rosa a topitos lila (II) ................................................. 11
Etapa verde florecer (III) ..................................................... 15
Etapa marrón maloliente (IV) ............................................. 39
Etapa amarillo iluminación (V) ........................................... 55
Etapa negro futuro (VI) ....................................................... 83
Etapa multicolor con bermudas (VII) ................................. 99
Etapa un color cualquiera (VIII) ....................................... 129
Etapa Camaleón, ¿es un color? (IX) .................................. 135
Etapa color...empieza por una letrita (X) .......................... 141
Etapa anaranjado vaporoso (XI) ........................................ 151
Etapa color suero (XII) ...................................................... 165
Etapa, ¿qué color me queda por decir? (XIII) ................... 193
Etapa colorín colorado (XIV) ............................................ 207
Para mi aliento vital...para ti, Yolanda
¡Muy importante!. Si tienes este diario entre las manos significa que lo has encontrado y vas a leerlo, porque conociéndote como te conozco sé que lo harás, y pobre de ti que no lo hagas, porque sé dónde vives…¡ojito!. Así que solo me queda darte la enhorabuena por ser el gran ser humano que eres y de paso también te daré un pequeño consejito. Yo de ti leería primero las últimas páginas, a partir de la página ….207 (Lista de Precios. Lista de tu personalidad)...No es que te quiera fastidiar, sé que podía haber empezado aquí, pero cuando se me ocurrió ya había terminado el diario para ti, mi yo. Y no era cosa de ponerme a repetirlo. Además ejercitar los dedos en el manejo amplio del poco practicado deporte de pasar las hojas no te sentará mal y a mí, es decir, a ti, me ahorrarás papel.
Tampoco te asustes porque no tenga mucha coherencia lo que te voy a decir, pero ya sabes que no estoy acostumbrado a estos menesteres de la escritura y seguramente lo que te relate esté inconexo y sea difícil de seguir, y aunque lo he intentado durante cinco largos segundos no he podido hacerlo mejor, lo siento.
Después de acabarlo he intentado dividirlo por capítulos por si algún día te decides a publicarlo, porque como sé que eres tan delicado para realizar esfuerzos mentales he creído oportuno el facilitarte trabajo. Las divisiones son un pequeño homenaje a uno de mis pintores favoritos. Era un pintor muy realista y detallista y también calvo, que no te sirve de nada saberlo pero es un dato que está ahí. Mi cuadro preferido de él es el Guernica, aunque todavía no he podido encontrar ninguna foto ni vídeo ni nada de los nativos de Tailandia, que era el país del pintor, porque el cuadro representa creo una comida campestre en mitad del monte, por eso salen tantos animales. En resumen que cada capítulo lo titularé con el nombre de un color, porque representará un período de mi vida o lo mismo será un color al azar o los colores del envoltorio de este pastelito tan bueno que me estoy comiendo ahora mismo. Tú ten por seguro que las divisiones serán por colores...eso seguro...o quizás no....Lo importante y esencial es que parezca eso que dicen libro, es decir, aquellas cosas que no sabías para qué servían y que todo el mundo se empeñaba en regalártelas en tus cumpleaños.
Se me está haciendo muy difícil escribir este diario, no tanto solo por la parte sentimental que me une a ti, querido yo, sino porque puesto a hacerlo como un escritor de alto postín he querido hacerlo con pluma de faisán y con tinta natural y la verdad es que no te lo aconsejo, porque el ordenador se me está poniendo perdido de tonalidad negruzca y tengo los labios secos de tanto chupar la punta de la dichosa plumita. Nada más comenzar he comprendido lo difícil que es ser un buen escritor, pero como ya llevo casi dos párrafos escritos no voy a desistir en el empeño y acabaré lo que he empezado, aunque sea por una vez en la vida.
P.D: Mi corazón saluda al tuyo, que por otra parte es el mismo y deseo que mi fuerza, o sea, la tuya, te acompañe.Anotación: Hazme un favor y no vuelvas a ver la saga completa de “La Guerra de las Galaxias”, que ya sabes que te afecta y luego te pasas una semana hablando ronco y diciendo “Soy…tu padre…” y a la gente, con padres propios y reconocidos no le suele gustar.
Entre las muestras más peculiares de su extraño carácter destacaba, sin duda, la obsesión que sentía hacia el mundo. Claro que, especificando un poco diré, que lo que verdaderamente temía era encontrarse solo en el inmenso orbe terrestre, y a veces hasta humano. Y es que, si nos paramos a pensar, sentirse así debe ser tremendamente horrible, porque estar solo en mitad de la nada tiene que ser hasta gratificante...pero estar solo en medio del todo sencillamente es pasar a ser lo más insignificante de la existencia. Aunque en este caso, bajo mi opinión de experto, todo es posible. Estamos ante un sujeto impredecible. Todo un rompecabezas humano, no solo por la complejidad de su personalidad, sino porque literalmente cuando sentía pánico se pegaba cabezazos contra lo primero que estuviera a su lado. Aún me duele la cabeza cada vez que recuerdo sus visitas a mi consulta. No sé cómo pero siempre se ponía histérico justo cuando estaba enfrente mío, por lo que me era difícil librarme de un cabezazo en toda regla. Menos mal que uno es ingenioso y a la tercera sesión asistí con un casco de fútbol americano puesto. Bueno también me puse el uniforme completo de los Miami Dolphins, porque nunca me gusta vestir desconjuntado y de paso rendía homenaje al mejor quarterback de la historia, Dan Marino. Lo de llevar puestos los leotardos a lo Anna Pavlova es otra historia que no viene al caso.
Volviendo a mi paciente, este tenía un gusto tétrico por pasar horas y horas muertas en estrambóticos picnic en el cementerio que se alzaba en lo alto de la colina. Un lugar idóneo para sentirse vivo, lo que le llevó a comprarse un pisito muy cómodo a las afueras de la ciudad desde donde poder divisar el camposanto. Siempre había tenido la sensación, quizás el presentimiento, que llegaría tarde a su propio entierro, aunque desde que se trasladó a su dulce hogar ese sentimiento había ido disminuyéndose, quizás por la atrayente fragancia de los crisantemos que adornaban algunas tumbas o porque su última morada estaba a un tiro de piedra, literalmente hablando, de su vivienda.
Cuando alguna vez se me ha ocurrido preguntarle sobre esa mortuoria afición siempre me ha respondido con una calma extraordinaria, como si fuese lo más normal ir de camping con la familia, tanto la viva como la que dejó su terrenal transitar, previsiblemente para pasar a un estadio mejor. Sus palabras eran exactamente: “aquí se respira el aire más puro de toda la zona”, me susurraba entre suspiros y acercándose demasiado a mis pabellones auditivos. “¿Aire puro?”, me solía yo decir para mis adentros.”¡Pero si lo que huele es más bien comparable con un hedor putrefacto revenido¡”, respondía yo mentalmente para no inquietar al egregio ego de mi curioso acompañante. Tan apestosos eran los efluvios que emanaba aquella tierra que cuando iba a visitarlo me llevaba una petaca llena del mejor whisky escocés para olerla de vez en cuando y aislarme del hedor ambiental, bueno también me tomaba un sorbito para reponerme del mal cuerpo que se me ponía. Sin embargo, recuerdo aquellas tardes con alegría, y no sé por qué, siempre terminaba cantando una melodía que mezclaba el My Way de Frank Sinatra, cantos gregorianos y la Macarena de Los del Río. Al final tuve que dejar de cantar, porque al sepulturero de turno no le hacía mucha gracia que me pusiera a bailar la conga con los familiares del entierro que se celebraba en aquellos momentos...¡aguafiestas!. Siempre hay algún cafre dispuesto a estropear momentos inolvidables, aunque últimamente para mí casi todos son así, básicamente porque no me acuerdo de casi ninguno.
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