Leo Messi es el jugador de fútbol más conocido del planeta, pero también un enigma como persona. En el primer libro autorizado que se publica en el mundo, justo en la cumbre de su carrera, Guillem Balagué analiza qué motiva a la Pulga y qué le ha llevado hasta lo más alto. Nos descubre que su camino estuvo siempre plagado de obstáculos, sacrificios y responsabilidades. Esta es la historia de un futbolista singular, quizá el mejor de la historia, pero también una visión de su país, del club que lo acogió y de la mentalidad que se requiere para ser jugador de élite. En estas páginas, además, Pep Guardiola analiza con detalle los años mágicos en los que compartieron vestuario. El prólogo está escrito por el seleccionador argentino Alejandro Sabella y el epílogo por el presidente del FC Barcelona, Sandro Rosell, que nos desvela lo fundamental que es Messi para el club.
Guillem Balagué
Messi
ePub r1.0
Rov 05.01.15
Título original: Messi
Guillem Balagué, 2014
Editor digital: Rov
ePub base r1.2
A mi padre, que ha empezado a leer de nuevo.
A mi madre, que es la persona más fuerte que conozco.
A Maribel, mi hada buena
GUILLEM BALAGUÉ trabaja en el canal televisivo Sky Sports donde cubre la información futbolística de España. Es el corresponsal en el Reino Unido del diario deportivo As y de El Larguero de la CadenaSer. Escribe habitualmente en el diario The Times. También ha trabajado para The Observer, la BBC y Onda Cero. Suyo es el libro La Roja. Diario de la Eurocopa 2012.
Prólogo
La primera vez que hablé con Leo fue aquí, en Barcelona. Ocurrió en 2011, cuando me nombraron técnico de la selección. Al poco de asumir el cargo, calculo que en una semana o un poco menos, viajé para encontrarme con los jugadores que participaban en equipos europeos. La primera parada fue Portugal y la siguiente, Barcelona. Yo no conocía a Leo personalmente aún y quería hablar con él y con Javier [Mascherano], con quien sí había tenido algún encuentro previo, para plantearles que Leo fuera el capitán de la selección. El motivo principal de aquel viaje era presentarme y conocer a los jugadores, fundamentalmente a quienes no conocía, como a Leo. Además, para mí el tema de la capitanía era importante y también que todos supieran que Leo era el líder; que liderara como le fuera natural, pero que fuera reconocido como tal.
Nos reunimos los tres y luego me marché a Italia, dejando que lo hablaran entre ellos y me avisaran con la respuesta. Creo que fue Javier quien me llamó para decirme que sí, que Leo sería el capitán.
Después de esa reunión nos encontramos en la India para jugar uno de los primeros partidos de la selección, un amistoso con Venezuela, y más tarde otro con Nigeria en Bangladesh. Se acababa de jugar la Copa América en Argentina y la selección había sido eliminada sin perder ningún partido: empató los dos primeros y le ganó a Costa Rica en la fase de grupos, y después empató con Uruguay y perdió en la tanda de penales en los cuartos de final. Cuando un equipo con una potencia de jugadores como éste juega en un torneo de esa índole, ve como una frustración el hecho de no ser campeón. Aunque no haya perdido ningún partido, como ocurrió en este caso.
Es normal que los jugadores, cuando se inicia un nuevo ciclo, cuando hay un técnico nuevo, renueven sus expectativas, sus ilusiones, sus esperanzas, pero en ese momento se venía de un golpe por no haber podido seguir un poco más en la Copa América. Yo palpaba ambas cosas. Afortunadamente, pese a todo, ganaba la motivación, las perspectivas por comenzar una nueva etapa.
Si hubo un partido que nos marcó, ése fue el que disputamos ante Colombia en las eliminatorias sudamericanas para el Mundial de Brasil. Se vivió un momento difícil en Barranquilla, aunque por suerte los muchachos pudieron darle la vuelta al marcador cuando el calor era sofocante y se perdía 1-0 con un gol que llegó por Dorlan Pabón y que se desvió en Mascherano. Pero Messi empató y, sobre el final, Agüero concretó el 1-2. Como suele decirse a veces, en el fútbol hay partidos que marcan, que sirven de empujón, de espaldarazo para emprender un camino nuevo. Y pienso que ese partido tal vez fue el inicio, porque se empezó a crear una especie de círculo virtuoso, en el que el grupo está bien, se obtienen resultados, hay buen ánimo, y si la gente está contenta de repente se potencian las cosas buenas. Así, sólo tratamos de disimular las carencias.
Me preguntan si ese partido no sólo marcó a la selección, sino también al propio Leo, pues fue a partir de ese encuentro que se le empezó a mirar de forma distinta en Argentina. Pero creo que hubo que esperar un tiempo aún, hasta el 29 de febrero, el día que jugamos en Suiza contra su selección nacional. El día que Leo hizo tres goles. Era la primera vez que marcaba tres goles con la selección. Con el Barcelona lo había hecho tantas veces… pero aquélla fue la primera vez con la camiseta de la albiceleste. Luego vinieron otros tres goles a Brasil. Sí, ese partido de Colombia fue un empuje anímico, técnico y futbolístico enorme.
Lo que yo puedo decir de Leo es que es una persona muy tranquila, muy callada, que tiene un liderazgo natural producto, me parece a mí, de la extraordinaria capacidad que posee; un liderazgo aceptado por todos.
Me gusta dar libertad a los futbolistas, y a Leo también. Ya viven con suficiente presión y prefiero que se muevan libremente. Al capitán le toca más responsabilidad, pero Leo lo sabe y le está ayudando a madurar y a crecer. Y eso también es bueno para los compañeros.
Cuando habla, más allá de la charla previa a los partidos como capitán, lo que dice queda ahí, entre los chicos, con sus compañeros, en las conversaciones de habitación, en los viajes o en alguna reunión; son cosas privadas. Pero sí, yo noto que hay una mayor alegría en general en el grupo, eso es indudable, se palpa en el ambiente esa tranquilidad, se respira un clima más allá de lo que es el trabajo y la profesión, una atmósfera de cierta distensión y alegría.
Leo se tiene que sentir cómodo y primero debe ser libre. Debe saber que puede hacer lo que desee sobre el campo en cada momento. Pero en realidad hablo lo justo y necesario con él. No me gusta agregarle presión extra, los futbolistas ya saben de la importancia de los partidos, de su presencia en el seleccionado.
Si hay que hablar de Messi, hay que hablar de su evolución. Porque, como se suele decir, lo difícil no es llegar, sino mantenerse. Ya el hecho de haber ganado el Balón de Oro durante cuatro años seguidos es un progreso. Obviamente, ganar un Balón de Oro es difícil, pero llegar a ganar cuatro consecutivos aún lo es más, y eso significa que sí, que ha ido evolucionando. En todo este tiempo ha adquirido una madurez importante, ha ido creciendo más allá de las extraordinarias condiciones que tiene, a las que le ha ido sumando cosas que lo han hecho aún mejor. Ya es difícil ser mejor de lo que es, pero él lo ha conseguido. Ostentar la capitanía de la selección argentina creo que le ha hecho bien, al igual que el tener más años.