steinbeck john - diario de rusia
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John Steinbeck
Diario de Rusia
Título original:
A Russian Journal (1948)
SCOTT SlMKINS & Brian Railsback
Publicada en 1948, la guía de viajes que hicieron en colaboración John Steinbeck y el fotógrafo Robert Capa, a menudo irónicamente humorística, describe la «vida privada de las gentes rusas» en la Unión Soviética los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial. Steinbeck manifiesta en el libro una aparente insatisfacción con el periodismo contemporáneo, así como curiosidad por la Europa de posguerra y un deseo de informar sobre la URSS. «Las noticias se han vuelto una especie de opiniones de expertos —escribe—. Un hombre sentado a una mesa en Washington o Nueva York lee los teletipos y los modifica para adecuarlos a su propio patrón mental y firma.» En poco tiempo quiso comenzar a informar de primera mano; profundizando en la línea que ya había iniciado en un campamento de inmigrantes de California mientras investigaba para Los Vagabundos de la Cosecha [The Harvest Gypsies ] o como hiciera en la correspondencia de guerra que acababa de finalizar (que posteriormente se compiló en el libro Hubo una vez una guerra [Once There Was a War]).
Como hizo en sus demás reportajes, trató de evitar también aquí la política y otros grandes temas, tópicos de la prensa oficial por aquel entonces. Bajo los auspicios del New York Herald Tribune, Steinbeck y Capa se embarcaron en un viaje de cuarenta días, de finales de julio a mediados de septiembre de 1947, en el que viajaron a Moscú, Kiev y Stalingrado, pero sobre todo a zonas rurales, visitando las áreas de Georgia y Ukrania. Como escribe Steinbeck, deseaban «evitar la política... hablar con, y entender a, los granjeros rusos, a la gente trabajadora, a la gente del mercado, ver cómo viven y tratar de hablarle de ello a nuestra gente para que se pueda llegar a alcanzar un entendimiento mutuo». Confiando en técnicas novelísticas y haciendo uso de la narración, la anécdota y el diálogo, Steinbeck ve cómo toma forma el proyecto, su lucha con el excedente de aeroplanos de guerra y burocracia, su impaciencia en Moscú, sus intérpretes y sus visitas a ciudades y granjas. Para mostrar el creciente miedo hacía la propaganda sin rostro rusa en los Estados Unidos de posguerra, Steinbeck registra sus encuentros con individuos rusos, ucranianos y georgianos concretos. Por ejemplo, el conductor que les llevó por las tierras de cultivo ucranianas «había sido durante la Guerra piloto y conductor de tanques», observa Steinbeck. «Tenía un gran don: podía dormirse a cualquier hora y durante el tiempo que fuese.» Mamuchka, la mujer de la granja, que preparaba una fiesta en honor a sus visitantes, tenía un gran retrato de su hijo en la pared y, como recuerda Steinbeck, solo lo menciona en una ocasión de este modo: «Licenciado en bioquímica en 1940, movilizado en 1941, asesinado en 1941».
Steinbeck le dedica gran parte del espacio a la narrativa, describiendo los modos de vida y condiciones del ruso ordinario. En breves descripciones, da noticia de la reconstrucción de posguerra, la enorme tristeza por los asesinados en la Guerra, el orgullo soviético de derrotar al fascismo, así como del baile, la bebida, la cosecha, las obras escolares, los combates de lucha y el trabajo fabril. Steinbeck trata de ayudar a sus lectores estadounidenses para que descubran la posibilidad de un «entendimiento mutuo» con sus pares rusos. Da noticia de la ubicuidad de la imagen de Josef Stalin: «Nada en la Unión Soviética escapa a la mirada de escayola y bronce del ojo de Stalin». Da noticia del enorme daño de guerra en Kiev y de que los prisioneros alemanes de guerra eran forzados a ayudar en la limpieza y reconstrucción, los invasores conquistados, a los que los ucranianos ni miran. «Miran a través de esos prisioneros —escribe Steinbeck— y sobre ellos, sin verles.»
La década de 1930 había sentado el precedente para este tipo de periodismo colaborativo, particularmente con el trabajo de James Agee y Walter Evans en Let Us Now Praise Famous Men y el de Erskine Caldwell y Margaret Bourke, White en You Have Seen Their Faces. El mismo Steinbeck experimenta con este tipo de colaboración en sus viajes por los campamentos de inmigrantes con el fotógrafo Horace Bristol y en su cobertura del entrenamiento de los pilotos de bombarderos con el fotógrafo John Swope para el libro ¡Bombas Fuera ! A diferencia de estos serios proyectos de calidad, Diario de Rusia está penetrado por el humor de Capa y Steinbeck y su tono es más cercano a Viajes con Charley En Busca de América [Travels with Charley: in Search of America]. Por ejemplo, cuando narran el retraso en Moscú a la espera del permiso para viajar y tomar fotografías, Steinbeck registra también los detalles de la habitación de hotel, con su abigarrado cuarto de baño y raquítica bañera. «Era una vieja bañera —escribe—, probablemente pre-revolucionaria, y el esmalte estaba desgastado por el fondo, dejando una superficie como de papel de lija. Capa, que es una criatura delicada, descubrió que empezaba a sangrar después de bañarse, y decidió hacerlo en adelante con los calzones puestos.» El mismo Capa escribe un capítulo del libro, «Una queja legítima», en la que señala que está viajando con varios steinbecks. El de la mañana era tímido, en su mayor parte callado, e incapaz de ayudar con tareas simples como pedir el desayuno. Entonces Steinbeck comienza con las preguntas matutinas: «Es obvio que ha pasado sus tres horas de hambruna inventándose esta tortura, que va desde los hábitos a la mesa de los antiguos griegos a la vida sexual de los peces». Capa se enfrenta a los prolongados silencios en el camino durante el día; pero, al llegar la noche, emerge el Steinbeck social, gregario y se queda allí hasta alrededor de las tres de la mañana, cuando se mete en la cama «agarrando con firmeza un pequeño volumen de poesía de hace doscientos años... su cara está completamente relajada, su boca abierta, y el hombre de voz callada, ronca sin restricción ni inhibición».
Como indica el humor, Steinbeck abandona la perspectiva objetiva de su trabajo de los años treinta. La perspectiva de Steinbeck en Diario de Rusia es claramente subjetiva y, a este respecto, tiene más que ver con Tom Wolfe y el resto de periodistas de las décadas de los sesenta y setenta. Un periodismo así no solo permite a Steinbeck comentar directamente lo que ve de una manera que no puede en su ficción, sino que le permite relatar los efectos que su propia presencia como observador foráneo y celebridad estadounidense tiene en lo que, y en quienes, observa. Steinbeck registra con voz personal la reacción de la gente hacia él y Capa, y viceversa. En efecto, él y Capa se vuelven personajes de la guía de viaje. Esto se hace especialmente evidente en las descripciones de los encuentros ocasionales que Steinbeck tiene con periodistas, poetas y críticos literarios, los cuales le interrogan sobre sus opiniones de los autores rusos, los poetas estadounidenses y la política exterior de su país.
Cuando Diario de Rusia apareció, en la primavera de 1948, las reseñas fueron diversas. Mientras algunos artículos alababan los esfuerzos de Steinbeck y las fotos de Capa, otros encontraban el libro falto de agudeza y un poco autoindulgente. «No me he tomado la molestia de contar las líneas, pero mi sensación es que se dedica más espacio a las ingestas de licor y comida de Steinbeck y a las bromitas de Capa que a aspecto alguno de la vida soviética», declara Louis Fischer para el Saturday Review. En la conclusión del libro, Steinbeck predice este tipo de reacción: «Sabemos que este relato no satisfará ni a la izquierda eclesial ni a la derecha reaccionaria. La primera dirá que es anti-ruso, y la segunda dirá que es pro-ruso. Seguramente será superficial, pero ¿de qué otra forma podría ser?». Lo que apunta Steinbeck en su conclusión es un buen resumen para gran parte de su obra: Steinbeck trasciende la política y reconoce que un hombre solo, o dos, no pueden contener todo lo que es verdadero.
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