Presentación
Cuando entro a una casa abandonada percibo una cierta nostalgia. Más cuando se encuentra en ruinas, porque sé que en ese hogar en algún tiempo reinaron la alegría y la armonía familiar. En cada una de las habitaciones, en las paredes y jardines, estoy seguro, quedaron guardados triunfos, fracasos, alegrías y tristezas de las personas que allí vivieron. Si la casa está embrujada, posiblemente en su interior vive algún ente o espíritu, y detrás de esa propiedad existe siempre una historia dramática, llena de tragedia. Investigar estos lugares es comenzar una verdadera cacería para descubrir todos y cada uno de los acontecimientos, que muchas veces son tan impresionantes que a las personas ajenas les cuesta trabajo comprender y asimilar todos los hechos fantasmagóricos que envuelven cada situación.
Casas embrujadas... refiere una serie de "encuentros" que recogen gran parte de las investigaciones que he realizado en diferentes lugares y países como cazafantasmas profesional. Cuento en mi historial con más de quince mil casos y estoy dedicado a la investigación seria y responsable de cada suceso extraño que llega a mis manos. Como primer paso analizo todas las posibilidades científicas, y si son descartadas doy el segundo paso, que consiste en investigar toda probabilidad que esté fuera de la lógica.
Cuando encuentro una casa embrujada me preocupo por obtener toda la información histórica que la envuelve. Me pregunto cómo muchos supuestos investigadores o síquicos pueden, con tan sólo mirarlas, saber que están embrujadas, sin antes realizar un trabajo de investigación. Pero cuando topan con un verdadero lugar embrujado, estos charlatanes salen corriendo. Y es aquí donde mi trabajo empieza.
CARLOS TREJO
Cazafantasmas
El prostíbulo
He investigado muchos lugares en donde se presenta gran cantidad de fenómenos, y todos y cada uno tienen un sentimiento especial para mí. Y estoy seguro que este también lo tendrá para ti.
En los primeros días de septiembre de 1998 se comunicó conmigo una constructora que había comprado una vieja casona abandonada para convertirla en departamentos de interés social. Los veladores, vigilantes y vendedores habían percibido en la casa fenómenos muy extraños, como ruidos, voces y apariciones fantasmales. Estas experiencias eran comentadas entre el personal y los directivos, pero los dueños de la constructora las negaban, calificándolas de creencias populares.
Sostenían los dueños que se trataba de simples rumores combinados con un poco de sugestión de los empleados, pues el inmueble era de por sí aterrador y extraño, sobre todo en el área del sótano, que contaba con más de nueve enormes salones lúgubres y fríos, donde apenas llegaba la luz del día. En ciertas partes de la casa se apreciaban grandes manchas rojizas, pero el personal de la empresa y los dueños de la constructora no les daban importancia. Para más, la gente que cuidaba la casa había presenciado una serie de sucesos paranormales y en numerosas ocasiones se quejó con los dueños, Pero, como era de esperarse, los ejecutivos no le dieron crédito.
Un día los hechos dejaron de ser comentarios o rumores. Sucedió que al hallarse uno de los directivos, el ingeniero Landeros, realizando un levantamiento topográfico en el exterior de la casa, observó por la lente del teodolito a una mujer muy pálida, con ropas extrañas y antiguas, que con mirada triste se asomaba por una de las ventanas. En cuestión de segundos la imagen de la mujer se perdió en la habitación principal y Landeros inmediatamente retiró los ojos de la lente y se fue a buscar a la persona que había visto a través del aparato, pensando que se trataba de una vividora que se había introducido al inmueble buscando un techo para pasar la noche. Recorrió toda la casa buscando a la persona, pero el inmueble se encontraba totalmente vacío. Sin embargo, en uno de los cuartos del sótano el ingeniero quedó perplejo al darse cuenta de que la temperatura bajaba dramáticamente sin explicación alguna. El frío era tan intenso que decidió salir y en ese preciso momento escuchó una voz femenina que parecía salir de las paredes y musitaba: Ayúdame
Independientemente de lo que había visto por la lente, a lo que podía darle muchas y muy diferentes explicaciones reflexionó el ingeniero Landeros — , a la voz que salía de ese cuarto y al descenso de la temperatura, no era posible encontrarle lógica alguna. Suponer que la presencia de una mujer estuviera en el lugar era buscarle explicaciones a algo que no las tenía. Aunque estaba seguro de lo que había visto y escuchado, los hechos chocaban con su lógica, pues no podía aceptar que se tratara de un espíritu. Sentado en la banqueta intentaba controlar su agitada respiración y el corazón que le latía como nunca antes.
El ingeniero Landeros no pudo tomar el incidente a la ligera, no logró convencerse de que era un juego o una broma de su imaginación o de los empleados del lugar. Al día siguiente se dirigió en su automóvil al sitio donde, aún sin saberlo, había tenido su primer contacto paranormal.
Estacionó el auto y se dirigió a la casa llevando su medidor (teodolito), y en cuanto entró un aire frío recorrió su cuerpo. Era evidente que los nervios lo traicionaban, pero debía concluir el estudio y presentarlo al gobierno, pues el análisis del suelo era importante para demoler y luego construir el edificio. Continuó el trabajo y al cabo de un par de horas abandonó el aparato para ir al baño, pero al regresar, ¡oh sorpresa!, el teodolito había sido movido del lugar donde originalmente se encontraba. No existía justificación alguna y no era posible que alguien hubiera desplazado el aparato, ya que la casa se hallaba totalmente vacía. Todo esto no le causó ninguna gracia, y en tanto un escalofrío se apoderaba de su cuerpo, nuevamente escuchó la voz que decía: "No puedo despertarme".
Tras escuchar el lamento, el ingeniero tomó la decisión más sabia que cualquier persona habría tomado. ¡Correr!
Durante varios días, en vano, trató de hallarle lógica al asunto. Llegó el momento en que uno de sus superiores le pidió el resultado del análisis y Landeros, entonces, se vio obligado a confesar los motivos por los cuales no había podido realizarlo. El jefe, desde luego, no le creyó y dio la orden terminante de finalizar el estudio topográfico lo más pronto posible.
Días más tarde el ingeniero Landeros, muy nervioso, se encontraba en el sótano examinando los planos de la construcción al tiempo que recordaba la experiencia que vivió. Esta vez todo parecía tranquilo, y sin embargo sintió el peso de una mirada extraña y otra vez percibió un intenso frío que le corría por entero el cuerpo. Instintivamente levantó la mirada y advirtió a la mujer que había visto antes a través de la lente. Durante un par de segundos quedó paralizado por el miedo, hasta que la mujer se evaporó frente a sus despavoridos ojos. La lógica le indicaba que tenía que buscar a la mujer, pero la realidad le decía que no iba a encontrar nada.
Con el fin de desvanecer toda duda, buscó y rebuscó en cada uno de los cuartos, sin embargo de antemano conocía la respuesta que se negaba a aceptar: había visto un fantasma. Pero estaba insatisfecho y a toda costa deseaba hallar una respuesta lógica que lo amarrara a la realidad. Quería creer y, sobre todo, convencerse de que lo que había visto no existía, no podía existir. Decidió entonces investigar con el personal de guardia, que confirmó lo que ya se había comentado entre los empleados. 'Jefe, se lo hemos estado diciendo, aquí espantan. "
No se trataba ya del dicho de un subordinado, sino de la versión del ingeniero Landeros, un ejecutivo que contaba con excelente credibilidad entre los directivos. Pidió Landeros que, sin afectar el plan de trabajo, se llevara a cabo una investigación paranormal de la casa, que sería derrumbada en dos meses para iniciar la construcción.