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Juan Carlos Ortega - Cómo superar las penas de amor con Newton

Aquí puedes leer online Juan Carlos Ortega - Cómo superar las penas de amor con Newton texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2015, Editor: LIBRANDA PLANETA, Género: Religión. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

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Juan Carlos Ortega Cómo superar las penas de amor con Newton
  • Libro:
    Cómo superar las penas de amor con Newton
  • Autor:
  • Editor:
    LIBRANDA PLANETA
  • Genre:
  • Año:
    2015
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Cómo superar las penas de amor con Newton: resumen, descripción y anotación

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Sufrir por amor es inevitable. A todos nos ha ocurrido.
La búsqueda de consuelo en asuntos amorosos es una constante en la historia de nuestra civilización. Suele decirse que todas las historias de amor concluyen y que irremediablemente todos terminamos sufriendo.
Sin embargo, existe una relación de amor en la que esto parece no haber ocurrido jamás. Ha estado siempre ante nuestros ojos y nunca nos habíamos fijado en ella: se trata de la relación que los científicos tienen con todo lo que pasa en el mundo.
Gracias a Newton, seguimos la pista de esa especial relación de amor con la ciencia para intentar aprender de ella las claves que nos ayuden a entender la ciencia que hay en el amor, para conseguir comprenderlo.

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CAPITULO 10
Otra vida

Ella se fue a pasar unos días a casa de una amiga. Le habría encantado empezar a vivir inmediatamente con su nuevo amor, pero decidió no hacerlo para evitar tener de sí misma una idea desagradable. Si cambiaba inmediatamente a un chico por otro, se vería como una muchacha díscola sin sentimientos, y eso es algo que ella no estaba dispuesta a aceptar.

Ese tiempo lo pasó nuestro hombre en un estado de permanente confusión. Solo podía pensar en aquello que imaginaba haber perdido y caminaba por su casa con la pesadez de un obeso y la apariencia de un delgado.

Estuvieron mucho tiempo sin hablarse. Ella, porque no quería caer en la tentación de alterar su decisión por la lástima, y él por la estúpida convicción de que haciéndose el distante tal vez podía recuperarla.

Los dos sufrían mucho, y aunque ella tenía momentos magníficos con su nuevo amor, no podía evitar ráfagas de pensamientos tristes.

Tres semanas después de la ruptura se enviaron un mensaje al móvil. Ella tenía que devolverle las llaves y recoger todo lo que se había dejado en el piso. Decidieron no coincidir.

CAPITULO 10
¿Qué nos está pasando?

Tras la confirmación de Vera Rubin, parte del mundo científico se quedó aturdido. En el universo había una tremenda presencia de materia que no tenía nada que ver con la que hasta ahora se había considerado la única existente. Además, su cantidad no era nada despreciable. Hoy sabemos que la materia de la que estamos hechos, esa que podemos ver y tocar, es solo una quinta parte de la que existe en el cosmos. La gran pregunta, esa que consigue dejarnos perplejos si lo pensamos detenidamente, es: ¿qué narices es todo lo demás?

Justo cuando empezábamos a pensar que habíamos logrado un conocimiento estable del mundo natural, cuando todo iba razonablemente bien, el universo se convirtió en un tremendo desconocido.

Si la concepción que los científicos tienen de su amor hacia la naturaleza fuera similar a la de nuestro entristecido protagonista, sin duda se hubiera producido un fenómeno curioso. Repentinamente, la comunidad científica habría sufrido un arrebato romántico generado por la inseguridad, potenciándose así su enamoramiento hacia el cosmos. Los libros de historia recogerían entonces ese momento trascendental de la relación con textos similares al siguiente:

Gracias a la confirmación de Vera Rubin, el sentimiento fue haciéndose cada vez más intenso. De algún modo, ella consiguió encender las velas románticas en las cenas de los científicos con el cosmos. La relación que ellos mantenían con la naturaleza pasó de ser matrimonial a convertirse nuevamente en un esperanzador noviazgo. De un día para otro, y en sentido literal, el universo estaba nuevamente por descubrir.

Dos mil quinientos años atrás, en las costas de la actual Turquía, tuvimos el primer flechazo. Quizá deberíamos fijar nuestra fecha de aniversario cósmico-amoroso en el momento exacto en el que Tales de Mileto empezó a pensar en el universo en términos racionales. Fue el día de San Valentín de la ciencia. Sin embargo, los seres humanos tendemos a olvidar las maravillas de lo que amamos cuando el tiempo pasa, y el transcurso de los años nos hizo perder parte del estupor ante el misterio.

Tras un período de comodidad, llegó el neurótico Newton y empezó a enseñarnos los mecanismos que rigen el universo. Ése fue el inicio del segundo enamoramiento, pero otra vez fuimos conociendo las leyes de la física y pensamos, erróneamente, que ya habíamos alcanzado una suerte de sabiduría definitiva. Pensar que ya faltaba poco para saberlo todo acerca del universo convirtió por segunda vez al colectivo científico en un cónyuge indolente y comodón. Y entonces llegaron Fritz Zwicky y Vera Rubin, reavivando la pasión.

Obviamente, esto jamás ocurrió. El texto que acabas de leer es tan solo un ejercicio de fantasía histórica. Los científicos no se volvieron a enamorar del cosmos, porque jamás dejaron de estarlo. La constatación de que el objeto de su amor se ha convertido en un perfecto desconocido no añade intensidad a la relación, porque algo en el fondo les dice que es tanto lo que aún falta por saber que cualquier desconocimiento añadido, por enorme que parezca, no incrementa de modo apreciable el gigantesco misterio. En el sentido más poético posible, la suya es una relación magníficamente estable. Y ahora déjame proponerte un ejercicio.

Piensa en todo lo que hay a tu alrededor. Este libro, la gente que te rodea, las escaleras de tu edificio, tus uñas, tu pelo, tus músculos, el suelo que pisas, los zapatos que llevas puestos. Y más allá, la calle, los coches, las nubes, los insectos, los semáforos, las bombillas encendidas en otras casas, sus habitantes, sus muelas, sus células, sus tendones, las botellas de refresco en sus nevaras. Y todavía más lejos, las señoras que pasean por la calle en otros países, con sus bufandas blancas y sus tacones, la Capilla Sixtina, el ascensor de la Torre Eiffel, las etiquetas con el precio escrito a mano en unos jerséis dentro de unas tiendas situadas en las antípodas, los ojos de un gorila anciano, las ramas de los árboles, el viento, las piedras, los ordenadores de la Casa Blanca. Da igual, cualquier cosa que hayas podido ver durante tu vida, y también aquellas que hayas imaginado: tus tatarabuelos hablando junto a una fuente, esa misma fuente y el agua que vertía. Ríos de otros países, el aliento de los faraones, bayonetas en guerras antiguas, colecciones de cromos con caras de futbolistas, trajes de superhéroes, marcos gastados de fotografías, conchas de caracol, bombillas fundidas, blusas de color naranja en armarios de chicas japonesas, perros a punto de ladrar, servilletas con tristísimos logotipos de bares que ya han cerrado. Todo, absolutamente todo eso está hecho de materia visible.

La realidad aquello a lo que siempre hemos llamado el todo esa gigantesca - photo 1

La realidad, aquello a lo que siempre hemos llamado el todo, esa gigantesca colección de protones, neutrones y electrones, había sido el cimiento sobre el que fuimos edificando la ciencia. Eran los ladrillos con los que creíamos que estaba formada la realidad, y no necesitábamos nada más para construir un cosmos. Todas esas cosas que podíamos imaginar los tipos normales, incluso aquellos infinitamente más imaginativos que escribieron las mejores obras de ficción, eran una combinación de esas tres partículas.

En el siglo V antes de Cristo un hombre rotundamente brillante llamado - photo 2

En el siglo V antes de Cristo, un hombre rotundamente brillante llamado Demócrito afirmó que la realidad está formada únicamente por átomos y vacío. Hoy diríamos materia-energía y espacio-tiempo. Pero todo eso se vino abajo. El mundo está hecho de otra cosa.

¿Y qué es esa materia que puebla las galaxias y que no es materia ordinaria? Nadie lo sabe, y eso no es lo más misterioso, porque muy pronto empezaron a aparecer más problemas.

En nada te hablaré de ellos, pero no podemos dejar tanto tiempo a nuestra pareja desatendida. Uno nunca sabe qué locuras puede hacer un par de enamorados.

CAPITULO 11
Ganar

Él sigue viviendo con la cabeza agachada. Está ansioso y le duele el corazón. Es un dolor real, físico. Le cuesta moverse porque siente que todo le pesa demasiado. En ocasiones su estómago sufre y la comida le sienta mal. Es un desastre. Cualquier objeto que ve, sea el que sea, lo relaciona con su amada. Y no solo aquellos cuya conexión con ella resulta evidente, como el cojín que abrazaba al mirar la tele o su taza azul con la cara de Obama; también los que observa al azar y jamás estuvieron ligados a su amor. Si sale a la calle, por ejemplo, mira las aceras y piensa en cómo serán las que ella está pisando. Es una locura, ciertamente, y lo peor es que no puede visualizarse fuera de ella.

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