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SINOPSIS
El inspector Martín es enviado a Ponferrada, donde debe resolver la investigación por robo de un pergamino, elaborado por los caballeros templarios en el siglo XII y reeditado en 1920 por su deterioro, que pertenece a una asociación templaria que ha denunciado dicho hurto. Con la compañía de su inseparable compañera, la inspectora Menéndez, se ve sumergido en una cadena de sucesos que pasan por descifrar el complejo perg mino, sufrir asaltos, raptos, traiciones y numerosos contratiempos.
Se ven obligados a viajar por distintos puntos de la geografía española para recuperar el pergamino, el tesoro que este oculta y detener a los asaltantes. Los hermanos Máximo y Miguel, presidente y vicepresidente de la asociación, respectivamente, les prestan ayuda para lograr esos objetivos y llevar el manuscrito a su ubicación antes de la medianoche del domingo. El final es para el inspector Martín un cúmulo de circunstancias inesperadas, como traiciones, confesiones y el afán de venganza que busca sobre él, un viejo conocido. ¿Conseguirá el inspector Martín sobreponerse a tantos varapalos y lograr sus cometidos?
Raúl Mellado
El pergamino templario
Primera edición: junio 2017
Segunda edición: septiembre 2017
ISBN: 978-84-9175-697-2
Impresión y encuadernación: Editorial Círculo Rojo
© Del texto: Raúl Mellado
© Maquetación y diseño: Equipo de Editorial Círculo Rojo
© Fotografía de cubierta: 123RF - Bram Janssens
Editorial Círculo Rojo
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Impreso en España - Printed in Spain
Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, empresas, organizaciones, lugares, acontecimientos y hechos que aparecen en la misma son producto de la imaginación del autor o bien se usan en el marco de la ficción. Cualquier parecido con personas (vivas o muertas) o hechos reales es pura coincidencia.
Para Ethan,
por ser mi fuente de energía.
El secreto de la sabiduría, del
poder y del conocimiento es la humildad.
E. Hemingway
Nunca desistas de un sueño.
Solo trata de ver las señales que te llevan a él.
Paulo Coelho
La lectura es a la inteligencia,
lo que el ejercicio es al cuerpo.
Richard Steele
PRIMERA PARTE
DÍA 22 DE JULIO DE 2010
JUEVES
Prólogo
Tren a Ponferrada
En pleno viaje hasta Ponferrada, me dio tiempo a recordar mi larga vida, tanto personal como profesional. Ya a mis cincuenta y cinco años, llevaba muchos capítulos que poder contar a mis nietos, si algún día los tengo. Mi dura infancia en aquel orfanato de Madrid, en el cual pasé desde los tres años hasta los dieciséis, y dónde permanecí entre cuatro muros de sol a sol, 365 días al año. Tuve que convivir, bajo el régimen que las hermanas de aquel frío y maloliente recinto, en el que sobre todo sor Esther y sor María se propusieron amargarnos nuestra joven vida. Fue un período malo, la verdad, gracias a aquella repugnante cloaca, en la que muchos niños y niñas tuvimos que convivir años y años esperando que alguna familia bondadosa, nos diera la posibilidad, de conocer la vida que había más allá de aquello, que habíamos tenido que soportar; teniendo que vivir y ver desde muy pequeños, que la vida sin nadie que nos rescatara de allí en forma de adopción, iba a ser muy dura. Lo mejor sin duda, fue el poder hacer amigos que para nosotros eran hermanos, porque era la sensación que teníamos unos con otros después, de tantos momentos y periodos de tiempo juntos. Algunos tenían la fortuna de ser «elegidos» para ser adoptados, y no hemos podido saber de ellos, por los cuales me alegro y espero haya ido fenomenal con sus padres y hermanos de adopción. No así, de los que tras ser elegidos por familias para darles una vivienda, y sobre todo el calor y cariño que todos nosotros necesitábamos, volvían después de aguantar y sufrir maltratos, de los que habían sido anteriormente sus héroes por haber sido elegidos para darles un hogar. No se me olvidará nunca Eloy, aquel chico rubio de ojos azules, al poco tiempo de cumplir cuatro años fue adoptado, y a los pocos meses volvió al Orfanato de las Hermanas de los Niños, que era como se denominaba aquel agrio lugar donde convivíamos. Fue lamentable lo que tuvo que haber sufrido aquella criatura, por la culpa de aquellos indeseables. Con el tiempo, cuando pudo volver a abrirse a los demás, tras las secuelas físicas y las que para mi parecer son peores, las psicológicas, Eloy nos contó que ella, la madre adoptiva, andaba con el alcohol y que el padre era un yonqui. Así, meses después, como no hubiera pensado tras aquella temporada que le hubiera gustado no tener que haber pasado, volvió a nuestro lado. Tuvieron que pasar varias semanas, para que el muchacho volviera a hablarnos y mirarnos, con ese temor que aún tenía y se encontraba amilanado, como si le fuéramos a hacer daño. Es cierto, que aunque le intentamos integrar y ayudar, no fue el alegre y juguetón chiquillo, que conocíamos antes de la desafortunada adopción, y dando gracias, que tras denuncias de vecinos por el comportamiento indebido de aquellos fantasmas carcomidos por la cirrosis y sobredosis, tras analizar la situación los Servicios Sociales, decidieron quitarles la adopción de Eloy, y devolverle a ese lugar poco agradable, pero sin duda más seguro para él, que era el orfanato.
Cuando milagrosamente a los dieciséis años, salí de aquel antro roba infancia de niños, fui a compartir mi vida con aquel matrimonio, que me dio la oportunidad de saber, lo que me había perdido fuera de allí.
Jamás olvidaré a aquellas personas que me cambiaron la vida. A ese hombre alto, de metro ochenta y cinco, con pelo moreno, aunque ya entrado en alguna que otra cana, con nariz chata, ojos marrones, corpulento y de unos cuarenta y cinco años. Ella morena, pelo rizado, ojos negros, labios gruesos, también corpulenta y un par de años más joven. Estefan y Esther, que es como se llamaban, me dieron e inculcaron valores y educación, y me regalaron todo el cariño del que había carecido en mi infancia. Se volcaron en mi educación, y pronto empecé a estudiar en un centro público, cercano a nuestro chalet de las afueras de Madrid, y su urbe.
Mucho me costó coger el ritmo de mis compañeros, en cuanto al nivel académico que ellos tenían, y empecé a ir a clases particulares por las tardes, en una casa donde María, ayudaba a los que como yo, íbamos rezagados en la escuela, requiriendo apoyo de ella, para ponernos al nivel del resto de compañeros de clase. A pesar de mis esfuerzos por estudiar para aprobar, y de mis padres de forma económica, por lo que costaban las clases de María, decidimos que lo mejor era que repitiera aquel curso.
Tras estudiar y aprobar COU, decidí seguir los pasos de Estefan, y me preparé, para ser policía como él. Y así y hasta la fecha, he trabajado de inspector de policía tras una dura preparación, haciendo lo que más me gusta. Aunque, por muchos casos que favorablemente he resuelto, jamás he podido encontrar la solución, a unos de los enigmas más importantes que me conciernen, que no es otro, que saber que ha sido o es, y donde están, si es que todavía viven, mis padres biológicos. Solo he podido averiguar, que al poco de nacer me dejaron en el orfanato, para que alguna familia me pudiera dar la vida, que probablemente ellos no me pudieron o quisieron dar. No les juzgo, porque me imagino que para ellos tampoco fue fácil, y que cada día de sus vidas, se habrán preguntado qué habrá sido de mí y cómo me iría. Eso es lo que yo por lo menos pienso, en cada segundo en el que no puedo estar cerca de mis dos hijos, por motivos de trabajo y los continuos periodos de tiempo fuera de casa que paso. En cada momento que puedo, llamo a Iván (de veintidós años) y a Beatriz (de diecinueve), para saber qué tal están y cómo llevan los estudios. Y a Macarena, mi mujer, desde hace veinticinco años, y a la que quiero con locura.