Tras el suicidio de su madre, Mateo vuelve a la casa familiar para no dejar solo a su padre. La noticia de esa muerte le ha salvado de la suya propia, pues él también intentaba quitarse la vida cuando recibió la funesta llamada. Mateo se enfrentará de nuevo a la complicada convivencia con su padre, a la furibunda competencia con su hermano e incluso entablará una prometedora amistad con su vecina adolescente, Micaela.
Si la silla se rompe el perro se muere, pensé. Un perro con chaleco. La gorda pidió un Bitter Kas y se sentó a mi izquierda, el perro no perdió tiempo en buscar sombra bajo la silla. Debajo de la mía hojas de árbol y polvo.
—¿Me cobra?
Pero alguien ya ha pagado mi café.
Gratis para ti, así que no dirás que no, canté para mis adentros, y crucé la calle sin preguntarme nada.
No pude dormir. La idea de que mi hermano hubiese vuelto me aterraba tanto como pensar en aquel perro aplastado por su dueña. Fui al cuarto de baño varias veces, me examiné el blanco de los dientes, la fragilidad de la piel que rodea los ojos, oriné y decidí volver al bar por la mañana a pagar el café.
Por poco que mirara alguien tuvo que verla caer. Vació los bolsillos, se guardó el DNI en el vaquero para que pudieran identificarla y caminó por la autovía hasta el viaducto. No llevaba la cazadora puesta. Me imagino que antes de arrojarse pasaría frío. Me enteré en el portal por dos vecinas. No quería detalles, pero me los dieron.
El frío ha dado frutos en mi vida. Soy sociable a fuerza de no esperar con temor, a fuerza de sembrar piedras. Ser sociable
:ducharse cada día, no comer directamente de una lata, regar las plantas
Decidí que no me volvería loco. Yo no soy Bukowski, pero sé mirar paredes. Más vacías que las de este cuarto las paredes de mi corazón, pensaba esperando que la anestesia de mi supuesta indiferencia me hiciera dormir hasta la mañana siguiente. Como si el mundo se acabara ahí, cuando el amor de tu vida se suicida sin despedirse.
¿Cómo borrarlo todo?
:si se te cae una gota de aceite al suelo vendrán a beber peces de gelatina, si pides tinto con gaseosa el mantel se llenará de peces abisales
Ahora, que por fin he aprendido a comer solo en cualquier bar, los persigo con el tenedor.
—¿Me cobra?
Pero alguien ya ha pagado mi almuerzo.
Solo, tú contra el mundo, jurarás que nunca estuviste allí. Tuviste miedo por primera vez. Y no ha sido el día nublado ni la ducha, ha sido mirando una baldosa como si en ello te fuera la vida. A veces uno se dejaría morir aplastado por el sol o por una baldosa
:no es fácil admitir que por un momento lo tuviste todo y se te escapó entre los dedos
Y piensas
:ojalá todo el tiempo detenido fuera como tú en mis sueños
Imagina una casa vacía
:ahí estás tú
Imagina un mundo vacío
:ahí estás tú
Las lagartijas pasean por la terraza, las detiene un charco de lluvia, las lagartijas se convierten en hojas secas, pero no cierres los ojos, no huyas de esta realidad, piensa en algo simple, por ejemplo
:hoy se me rompió un vaso y no maldije a nadie
:hoy recordé que no me queda nada y he seguido doblando los paños de cocina
:hoy supe que soy un animal adulto sin hambre que mira a un cachorro, así miro a los transeúntes desde la ventana
Di, ¿qué es lo que más deseas?
:deseo ser tan normal como un gato, deseo ser tan excéntrico como un gato
A la vuelta de cada contenedor de basura hay una tragedia. La mujer del perro cuenta a gritos que acaba de cumplir ocho años, que ya es viejo, que en los perros la edad hay que multiplicarla por seis. Después dice que los gatos de su vecina no han muerto de hambre de puro milagro, que estuvieron ocho días encerrados en la casa porque a su vecina le dio un coma y tuvieron que ingresarla. El perro de cuarenta y ocho años levanta la pata y moja el lateral del contenedor, intenta olerse el rabo y escarba con las patas traseras sobre la acera también mojada.
Llueve, entro en casa, me quito los zapatos. Pongo una taza con vino tinto, agua, azúcar, clavo y canela. Lo caliento, mantengo la taza un momento entre las manos y bebo con los ojos cerrados
:me pregunto cómo estarás, donde estés, si es que estás, si tendrás vino y canela y lluvia
Ahuyento el miedo descorriendo las cortinas para que entre luz, calor, piedad. Encuentro vacío el hueco donde anidó el dolor
:mientras espero el infierno crece
:entrega dolor misterio sombras hastío mediodía poderoso maligno sublime huérfano callado inútil sucio temor fiebre desmayo camino paraíso sortilegio barbitúrico eslabón paz martirio lucha defensa
:miedo miedo miedo
Desde que no está me ha quedado un hueco entre las manos. Yo no la tocaba pero me ha quedado un hueco entre las manos
:el universo del ningún límite como suma de historias y piensas que el universo tiene que ser infinitamente viejo
Alguien muere y nada que hacer. El dolor y la ventana abierta es lo único que tienes. La lluvia sobre los charcos de lluvia es lo único que tienes. Un libro que abres por abrir e inmediatamente deseas quemar es lo único que tienes
:«parecen hoy las cosas / más irreales, como / formas de otro planeta / que vive sin nosotros»
Contemplar el paisaje significa
:quiero que un milagro ordene mi vida mientras todo lo demás permanece
La lluvia ha vuelto a empapar mi ropa y nada ha cambiado. He subido hasta la carretera de los montes. Al fondo el mar y, a contraluz, la autovía sobre el viaducto. Vehículos que circulan a cámara lenta. Parecen de juguete.
Por poco que mirara alguien tuvo que verla caer. Desde la primera curva su cuerpo en aceleración 9,8 m/s2. Desde la segunda, su cuerpo a cámara lenta. Desde la tercera curva un punto más en el paisaje.
¿Quieres saber lo que hago sin ti?
:hoy le he mirado los pechos a la mujer que desayunaba a mi lado, pechos de mujer creyente, pensé, después unos perros me han ladrado sin ganas, en el ascensor he pensado en aquel poema de Gallero que se titula «El misterio de las equivocaciones», he pensado en el miedo, en lo poco que dura la fuerza, la seguridad, he pensado en el vértigo
Hablar no cura. Querría poder contar
:la noche en que la cama se llenó de carcoma yo había estado leyendo poemas de Odiseas Elitis, tú llegaste con las uñas sin pintar, olías a óxido y traías en los ojos el brillo de los desahuciados, te tumbaste a mi lado sin decir nada, así recordé que no querías más
:¿más de qué?
Más de nada. Ni de las estaciones, ni de los sueños, ni de mí.
Sospeché
:ganas irrefrenables de ir a la cocina para poner en orden los armarios
No pretendía ir más lejos. Me agarraste el brazo como queriendo decir
:no me dejes
:nunca
Y el miedo
:no soy un hombre, pensé, como quien sabe del veneno de los hombres, hombres comunes, hombres que no saben dónde ni por qué pero siguen al pie de la letra las instrucciones
:esta casa nos niega la perspectiva, el verdadero valor, la distancia
:el futuro es un avión plateado ensordeciendo habitantes de otra ciudad, mucho más grises, mucho más gris, por eso no hay que desear el sol en ciudades de cera
Tampoco
:nos iremos de aquí ahora mismo
Me pregunto si te habría salvado con esa frase.
Los sueños no se cumplen todos los días, dijiste
:deja de soñar, no hemos venido para esto, cállate y escucha