• Quejarse

Rosa Ribas - Un asunto demasiado familiar

Aquí puedes leer online Rosa Ribas - Un asunto demasiado familiar texto completo del libro (historia completa) en español de forma gratuita. Descargue pdf y epub, obtenga significado, portada y reseñas sobre este libro electrónico. Año: 2019, Editor: Tusquets, Género: Detective y thriller. Descripción de la obra, (prefacio), así como las revisiones están disponibles. La mejor biblioteca de literatura LitFox.es creado para los amantes de la buena lectura y ofrece una amplia selección de géneros:

Novela romántica Ciencia ficción Aventura Detective Ciencia Historia Hogar y familia Prosa Arte Política Ordenador No ficción Religión Negocios Niños

Elija una categoría favorita y encuentre realmente lee libros que valgan la pena. Disfrute de la inmersión en el mundo de la imaginación, sienta las emociones de los personajes o aprenda algo nuevo para usted, haga un descubrimiento fascinante.

Rosa Ribas Un asunto demasiado familiar

Un asunto demasiado familiar: resumen, descripción y anotación

Ofrecemos leer una anotación, descripción, resumen o prefacio (depende de lo que el autor del libro "Un asunto demasiado familiar" escribió él mismo). Si no ha encontrado la información necesaria sobre el libro — escribe en los comentarios, intentaremos encontrarlo.

La agencia de detectives de Mateo Hernández tiene su sede en una céntrica calle del popular barrio barcelonés de Sant Andreu. Allí, junto a Mateo, trabajan sus hijos Marc y Amalia, y un asistente, Ayala, encargado de los trabajos más sucios. A veces, además, colabora de una forma peculiar Lola, la mujer de Mateo, cuyas intuiciones sobre los casos suelen ser desconcertantemente certeras. Hasta hace unos meses también formaba parte del equipo Nora, la hija mayor del matrimonio, pero en la actualidad se encuentra en paradero desconocido; una preocupació que, como un silencioso cáncer, está erosionando la convivencia de la familia… y de la empresa. Un día se presenta en las oficinas de la agencia Carlos Guzmán, un constructor muy poderoso, conocido y temido en el barrio a partes iguales. Guzmán encarga a Mateo que encuentre a su hijo, desaparecido desde hace días, y quién sabe si por culpa de los turbios negocios del padre. La investigació va a revelar los vínculos inesperados entre los personajes, los pasados compartidos y las historias secretas que arrastra cada clan… Y de esta forma, una desaparició nos llevará a otra. Y un fascinante paisaje humano seducirá al lector a primera vista.

Rosa Ribas: otros libros del autor


¿Quién escribió Un asunto demasiado familiar? Averigüe el apellido, el nombre del autor del libro y una lista de todas las obras del autor por series.

Un asunto demasiado familiar — leer online gratis el libro completo

A continuación se muestra el texto del libro, dividido por páginas. Sistema guardar el lugar de la última página leída, le permite leer cómodamente el libro" Un asunto demasiado familiar " online de forma gratuita, sin tener que buscar de nuevo cada vez donde lo dejaste. Poner un marcador, y puede ir a la página donde terminó de leer en cualquier momento.

Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer
Índice
Sinopsis

La agencia de detectives de Mateo Hernández tiene su sede en una céntrica calle del popular barrio barcelonés de Sant Andreu. Allí, junto a Mateo, trabajan sus hijos Marc y Amalia, y un asistente, Ayala, encargado de los trabajos más sucios. A veces, además, colabora de una forma peculiar Lola, la mujer de Mateo, cuyas intuiciones sobre los casos suelen ser desconcertantemente certeras. Hasta hace unos meses también formaba parte del equipo Nora, la hija mayor del matrimonio, pero en la actualidad se encuentra en paradero desconocido; una preocupación que, como un silencioso cáncer, está erosionando la convivencia de la familia… y de la empresa. Un día se presenta en las oficinas de la agencia Carlos Guzmán, un constructor muy poderoso, conocido y temido en el barrio a partes iguales. Guzmán encarga a Mateo que encuentre a su hijo, desaparecido desde hace días, y quién sabe si por culpa de los turbios negocios del padre. La investigación va a revelar los vínculos inesperados entre los personajes, los pasados compartidos y las historias secretas que arrastra cada clan… Y de esta forma, una desaparición nos llevará a otra. Y un fascinante paisaje humano seducirá al lector a primera vista.

ROSA RIBAS

UN ASUNTO DEMASIADO FAMILIAR

Un asunto demasiado familiar - image 1

Para Angélica

A Lola le gustaban los entierros.

Pero Mateo no entendía que, tras tanto tiempo sin pisar la calle, hubiera decidido asistir al de Clementina Salabert; más aún cuando solo tres días antes había sido el funeral del mediano de los Sardà. Treinta y cinco años recién cumplidos y cáncer. Una promesa de épicos relatos de su lucha contra la enfermedad, vívidas dramatizaciones de los últimos encuentros; descripciones minuciosas de su deterioro físico, con todas las pérdidas: cabe llo, peso, color... Lo de Clementina Salabert, con casi noventa años, carecía de cualquier atractivo narrativo.

Y, sin embargo, allí estaban.

A su derecha, Lola mantenía la vista fija en el ataúd lustroso como un enorme zapato embetunado. A pesar de la música, Mateo percibía ese rechinar de dientes que a veces lo despertaba por las noches. Alertado por la inquietud soterrada de su mujer, observaba a la gente con disimulo. Lola tal vez no tuviera razón en muchas cosas, pero nunca se equivocaba.

En el primer banco, entre los familiares, tres pasas enlutadas, las primas de la difunta, perseguían a melismas los dictados del órgano. Desde que habían cambiado el destartalado instrumento de tubos por uno eléctrico, los sepelios habían ganado en afinación pero habían perdido carisma.

El rechinamiento de dientes de Lola cesó cuando lo hizo la mú sica. Siguieron unos segundos de carraspeos, roces de telas y crujidos de los bancos de madera, en cuyo interior, indiferentes a la ceremonia, las termitas seguían cavando impíos túneles ciegos.

La nave de la descomunal iglesia de Sant Andreu estaba lle na, había incluso gente de pie al fondo: los que llegaron tarde y los que querían marcharse pronto, aunque no sin antes ser vis tos. Era un entierro de los de pasar lista, de «No te vi». «Pues sí que estuve, justo al lado de... A quien no vi es a...» «Ahora que lo dices, yo tampoco.» Pero eso no explicaba la presencia de Lola, quien encima tampoco parecía disfrutar de que un día demasiado frío le estuviera obsequiando una ceremonia de tintes inver na les. Las moneditas de las beatas habían iluminado todas las capillas, la luz tiritona de las velas fundía los cuerpos oscuros; en el aire, el sutil hedor de las flores y el olor a oveja que desprende la lana sudada.

¿Qué hacían ahí?

—En esta barriada que sigue sintiéndose como tal —decla maba el cura—, en la que vivimos gente humilde, gente honra da...

—¡Menuda imbecilidad! Como si la pobreza nos hiciera buenos —dijo ella.

En el banco delantero, un hombre reprimió a tiempo el mo vimiento de volverse. Mateo le dio un leve codazo a su mujer.

—... como nuestra hermana Clementina, quien, a pesar de su avanzada edad, nunca dejó de trabajar. —Pausa para dejar oír algún sollozo. Fueron dos—. ¿Quién no la recuerda? Vivaz y menuda, como una ardilla laboriosa...

—¿Una ardilla ha dicho? ¿Una ardilla laboriosa? ¿De dónde sacan estas imágenes? —susurró.

Mateo chistó más fuerte de lo que hubiera querido.

— ¿Sabes lo que son las ardillas? Acaparadoras.

—Lola, por favor.

—Egoístas. Estraperlistas. Como lo fue su marido.

«Y tu abuelo, cariño.»

Más cabezas en el banco anterior se inclinaban hacia atrás, acercando las orejas. Lo que estaba pasando por su interior se lo imaginaba; no era necesario ser detective para conocer todos los rumores y chismes que corrían por el barrio sobre su familia, sobre su trabajo y, muy especialmente, sobre Lola.

—¿Una ardilla? —Ella levantó las manos, las acercó a la boca e imitó los movimientos de una ardilla comiéndose una nuez.

La mercera, a la derecha de Lola, la miró con una sonrisa fea. Mateo hizo amago de levantarse. Ella le puso una mano en la rodilla con un gesto apaciguador. Se quedó sentado en guardia, las piernas tensas. La gente a su alrededor seguía atenta, aun que los hombros y las nucas se fueron relajando a medida que el re lato del cura recuperó su interés. Llegaba a la época de la guerra, de la que la difunta emergía dotada con:

—Esas virtudes que tanto apreciábamos todos en ella: su prudencia, su firmeza, ese don de gentes que tanto añoraremos...

El discurso era una exhibición de eufemismos, constató no sin admiración, pues Clementina había sido cicatera, intransigente y muy dada al comadreo.

Llegó el momento de cantar otra vez.

—Menos mal que está muerta, porque tiene a esas tres caca túas a la altura de los oídos.

—Lola, por favor.

A la mercera se le escapó una carcajada y trató de fingir un ataque de tos.

En el primer banco, el hijo de Clementina Salabert se volvió hacia el foco de la perturbación. Su expresión al verlos entre el público, más que de enfado, pareció de asombro, con esa chispa de alarma que solía provocar su profesión en la gente.

No deberían haber venido, no deberían haber salido de casa. Todavía no. Lo había engañado. Se había dejado engañar, una vez más.

—Venga, Lola. Nos vamos.

Esta vez se levantó.

Había tenido la cautela de sentarse en el extremo del banco. Cogió con fuerza a Lola del brazo y la izó. En el pasillo se colocó tras ella y, con una presión discreta en los riñones, la empujó hasta la puerta como un atracador a una rehén a punta de pistola. Saludó circunspecto a los que los miraban. En muchas caras apreció el brillo de maligna satisfacción de las murmuraciones confirmadas. Salieron. Siguió dirigiéndola hasta que doblaron la esquina.

Marc los esperaba dentro del coche en la calle lateral. Solo habría faltado que lo hubiera hecho con el motor en marcha.

Mientras se acercaban al coche, Mateo le preguntó:

—A ver, ¿por qué has querido venir al entierro?

—Algo huele mal. Y no me refiero a todos esos viejos.

—Venga ya, Lola.

Los ojos de su hijo en el retrovisor no parecían sorprendidos de que salieran antes de hora.

Ella se acomodó en el asiento de detrás del copiloto. Los dos hombres delante.

—¿Quieres que pasemos otra vez por Fabra i Puig, como a la ida, mamá?

Les había hecho dar un gran rodeo desde casa hasta la iglesia. Quería ver algo, les dijo. A la altura de una tienda de lámparas pidió que aminorase la marcha y sonrió al ver una enorme placa reluciente que anunciaba la consulta de un médico.

—No. No es necesario. Lo que quería ver ya lo he visto.

No dio más explicaciones.

—No sé de qué quieres que hablemos. Además, tengo que colgar. Ya están de vuelta.

Página siguiente
Luz

Tamaño de fuente:

Restablecer

Intervalo:

Marcador:

Hacer

Libros similares «Un asunto demasiado familiar»

Mira libros similares a Un asunto demasiado familiar. Hemos seleccionado literatura similar en nombre y significado con la esperanza de proporcionar lectores con más opciones para encontrar obras nuevas, interesantes y aún no leídas.


Reseñas sobre «Un asunto demasiado familiar»

Discusión, reseñas del libro Un asunto demasiado familiar y solo las opiniones de los lectores. Deja tus comentarios, escribe lo que piensas sobre la obra, su significado o los personajes principales. Especifica exactamente lo que te gustó y lo que no te gustó, y por qué crees que sí.