Alonso Dario - La Insoportable Levedad De La Clase Media

Darío Alonso

L a insoporta ble levedad de la clase media

“Dedicado a mis hijos”

“Cada uno de nosotros guarda un secreto que solo es bueno para él, el que sepa descubrirlo hallará el camino de la felicidad. Gracias a los amores de mi vida que hicieron que yo encontrara el mío, a los amigos que me inspiraron y a los políticos que me indicaron el camino contrario.”

Dante es el nombre ficticio, de un ser real atrapado en una situación vergonzosa. “La insoportable levedad de la clase media” es un libro costumbrista que se desarrolla en una España que, desde mediados del siglo XX y hasta los inicios del XXI, vivió grandes acontecimientos políticos y sociales que nos llevarían a un crecimiento y a un desarrollo extraordinarios, hasta que una crisis feroz nos atrapó a todos en una espiral de despropósitos que duró años y en los que cientos de miles de personas, generaciones enteras, vieron como sus vidas sufrían un cambio traumático del que muchos ya nunca más podrían escapar. Una España de penurias y pobreza, de exclusión social y hambre, donde la gran mayoría de los más favorecidos, vivían completamente a espaldas de una situación que otros estaban sobrellevando con inmenso dolor y unas carencias que recordaban lejanos y poco añorados tiempos.

Dante nos abre su pequeño Universo y nos relata su crecimiento y evolución a través de las distintas etapas de su vida desde su nacimiento en un pequeño pueblo de la costa de Azahar, hasta su senectud. Nos narra con humor y sencillez cómo se iban abriendo sus ojos de adolescente a experiencias para las que no estaba preparado, nos introduce en su casa con el resto de los miembros de su familia y nos hace partícipe de sus sueños y sus temores.

Nos relata cómo, con el paso de los años, van haciéndose realidad sus anhelos de juventud, de qué manera consigue superar los retos y vencer las dificultades, haciendo lo que se supone, tenía que hacer, lo razonable y lo apropiado, lo correcto según una sociedad que marcaba unas normas que, al parecer, eran las más cabales.

Finalmente, y en consonancia con el paulatino e inmisericorde paso de los años, va detallando al lector los acontecimientos que le van llevando a una situación dramática e impensable, nos descubre la enorme fragilidad de una sociedad que evolucionó y se preparó durante años para vivir acorde a los nuevos tiempos y donde nada hacía presagiar el monumental descalabro que se estaba a punto de producir. Dante nos narra su particular visión de la realidad y cómo vive la frustración que supone sentir como se desvanece una utopía. Nos describe con sarcasmo la inmensa amargura que se siente al verse obligado a volver de nuevo al redil de la incombustible familia para poder sobrevivir y no perder la poca dignidad que aún le queda.

Dante es un ciudadano anónimo que ha formado parte, durante decenios y sin saberlo, de una clase media frágil y desangelada que, a la primera de cambio, ha visto cómo se acababa una quimera y se perdía todo por lo que había luchado porque el sistema que nos gobierna nos ha enseñado su auténtica cara.

Los acontecimientos que aquí se citan puede que no tengan relevancia más allá de las meras anécdotas, algunas veces divertidas y simpáticas y otras duras y lacerantes. Pero, sin ninguna duda, muchas personas se verán reflejadas, y sentirán como suyos los temores, anhelos, alegrías y sinsabores de un ser anónimo que se desnuda ante ellos. Los recuerdos de una infancia y una adolescencia feliz siguen aquí, con él, porque desde lo más profundo de su ser sigue anhelando que su querida España resurja de nuevo libre de sus cadenas de corrupción y mafia política.

***

Un sudor frío baña mi frente y un dolor agudo en mi pecho me indican que algo no va bien, se extiende a los hombros, los brazos y la espalda, tengo náuseas. ¿Qué me está pasando? Va y viene, estoy asustado, me siento en la desordenada cama y espero un poco, a ver si se me pasa. Pasan los minutos, intento relajarme pero el dolor y la sensación de cansancio no desaparecen del todo, me apetece vomitar pero tengo el estómago vacío, hace horas que no pruebo un bocado. De todas formas me incorporo y me dirijo al servicio muy lentamente, me arrodillo frente al retrete, inclino la cabeza y provoco el vómito, me mareo.

Me levanto con mucha dificultad y voy hasta la puerta del piso apoyándome en las paredes de la atestada casa llena de trastos y cajas por desembalar, tropiezo y caigo al suelo, me doy un golpe en la cara y empiezo a sangrar ostensiblemente. Vuelve el dolor, estoy muy alarmado, pongo mis manos en el pecho de forma instintiva. La sangre fluye abundantemente de la nariz, tiñe de rojo mi camiseta y deja un rastro en el suelo, abro la puerta de la casa y grito a mi vecino, me siento de nuevo en las escaleras del rellano y espero su respuesta. Nada.

Vuelvo a gritar, esta vez más fuerte. Oigo gente dentro, es la hora de la cena, tiene que haber alguien, tienen que ayudarme, no soy capaz de recordar dónde deje mi teléfono, estoy muy nervioso y sobresaltado. ¿Qué me está pasando?

El perro del vecino si me ha oído, oigo sus ladridos nerviosos detrás de la puerta, el dolor no remite y el sudor y la sangre no paran de manar.

Por fin se abre la puerta, Esteban, el vecino me mira y exclama:

¯ ¡Dios mío!, ¿qué te pasa Dante? ¯me dejo caer poco a poco en el suelo de la zona com ún, le pido ayuda:

¯No lo s é, llama a un médico, por favor, me duele mucho el pecho ¯pierdo la conciencia.

Abro los ojos. Estoy tumbado. Tengo mucho sueño. No sé el tiempo que ha transcurrido, hay mucha luz. Veo gente a mí alrededor, todos están muy ocupados, están haciendo algo pero no sé qué es. Algunos gritan, unas mujeres limpian mi cara con paños húmedos, otras personas cuentan hasta tres:

¯Uno, dos, tres… ¡ahora!

Una descarga en mi pecho y una fuerte convulsión me impulsa hacia arriba con inusitada violencia, es muy dolorosa, quema.

¯Otra vez, uno, dos, tres… ¡ahora!

De nuevo, otra sacudida más fuerte que la anterior me retuerce como un arco a punto de lanzar su flecha. De repente el silencio.

En ese preciso instante, millones de imágenes invaden mi mente a una velocidad endiablada. Son imágenes de acontecimientos que me resultan muy familiares. El dolor ha desaparecido por completo, el miedo y las náuseas también, no siento frío ni calor, ni hambre ni sed, nada me oprime ni me molesta, ya no veo a nadie a mi alrededor, todos han desaparecido, estoy solo en medio de la nada y me encuentro bien, tranquilo y en paz. Poco a poco recompongo toda esa información, como si estuviera confeccionando un puzle en una gigantesca caja, empiezo a encajar todas las piezas, una tras otra.

La evolución inconsciente

Vine al mundo en una península atada a Europa por los Pirineos, que se llamaba España, concretamente en un pequeño pueblo de la Costa de Azahar, Alcoceber, situado en la Comunidad Valenciana y bañado por el Mar Mediterráneo. Entre en el cuerpo de mi madre, a través del método tradicional, unos 9 meses antes del mes de noviembre de un lejano día del año 1957, la célula primigenia de la que provengo quedó pegada, como un sello, en su interior. Al parecer el carrerón que tienes que pegarte para que esto suceda es de órdago, por motivos que aún no llego a entender esta carrera la gane yo, porque mira que me da fatiga correr. El parto fue normal, y fui el primer vástago, de un total de dos, de una joven y sana pareja de la clase obrera, por lo tanto esa condición no es vocacional, sino impuesta por unas circunstancias totalmente ajenas a mi voluntad. Al igual que mi nombre, me llamo Dante, como mi progenitor.

Los primeros recuerdos de mi llegada a este mundo se confunden en mi mente y no son imágenes, sino olores, sensaciones, olor a animales de granja, a leche de cabra recién ordeñada, a la flor del naranjo, el azahar.