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Víctor Blázquez - El cuarto jinete: Ecolalia

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Víctor Blázquez El cuarto jinete: Ecolalia

El cuarto jinete: Ecolalia: resumen, descripción y anotación

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Índice de contenido

PRÓLOGO

EL ZOMBI EN EL SIGLO XXI

Prólogo de una novela de zombis… ¿y de qué os hablo? De la novela en sí, no. Del siglo XXI, no. De los zombis en el siglo XXI… aunque acabamos de empezar el siglo como quien dice.

El cine fue el principal valedor de los muertos vivientes en el siglo XX, esos seres inmortales, y no me refiero a que sean inmortales dentro de la ficción, sino a que creo que son inmortales como temática, como moda, como recurso para escritores, guionistas y soñadores como yo.

En este siglo, la serie norteamericana The Walking Dead ha vuelto a poner a los zombis de moda, todo el mundo la ve y todo el mundo habla de ella. Pero hay muchísimo más detrás de toda esta corriente. Desde los primeros orígenes del zombi jamaicano, heredero del vudú, pasando por George Romero y sus primeras películas, las que conoce gran parte de los fans, pero que muy poca gente ha visto. En los años 50 y 60 el zombi normal perseguía “cerebros”, luego todo se volvió mucho más elaborado, y pasó a tener una explicación científica, una causa, un virus, se convirtió en enfermedad y, al mismo tiempo, en posibilidad real.

¿Mi película favorita de zombis? Bienvenidos a Zombiland . Por el humor, el tipo de zombi, los personajes, la historia, la violencia, por la ausencia de drama continuo y la aceptación de los supervivientes en plan: “Es lo que hay”. La adaptación de la novela Guerra Mundial Z al cine, con Brad Pitt como protagonista, también me pareció muy acertada y espero una segunda parte. Los libros en los que se basa la historia son mis favoritos del género, creo que se aprende mucho, además, por si un día hay un apocalipsis de verdad, cosa que no descarto. Guía de Supervivencia zombi , tratado como un manual de supervivencia en caso de apocalipsis y con un listado de fechas de la historia de la humanidad en las que ha habido brotes. Y Guerra Mundial Z , con los testimonios de supervivientes una década después del conflicto, narrando cómo afrontó la humanidad una guerra mundial contra su propia extinción. Para mí son los libros más genéricos y acertados sobre este universo. Un universo que yo he querido convertir en juego de rol y sacarlo a las calles ya de más de un centenar de ciudades en España y empezando ahora en Colombia y Perú, con el juego de rol en vivo “Survival Zombi”, donde la historia se escribe en tiempo real y los jugadores son los dueños de su destino… casi siempre. De estos juegos han salido varias series para Youtube y alguna cosilla preparada ya para televisión. Con un trasfondo que los jugadores se llevan a casa y siguen viviendo entre semana, mientras esperan con ansia poder asistir a otro evento. El mismo autor de este libro, que debería saber mucho de zombis, ha sido víctima en varias ediciones de nuestros juegos de rol… esto indica una cosa que siempre he tenido clara: si hubiera un apocalipsis zombi, perderíamos la guerra y casi todos nosotros vagaríamos como muertos hasta, por fin, descomponernos y desaparecer.

¿Por qué es un tema inmortal? Creo que hay varios factores, el más claro es el atractivo que cualquier tema relacionado con la inmortalidad tiene sobre el ser humano: zombis, vampiros, el monstruo de Frankenstein, el santo grial, la fuente de la vida, etc. De nuestro miedo a la muerte y lo corta que es nuestra existencia en el mundo, nos refugiamos en mitologías, religiones e historias donde seres inmortales son los protagonistas. También hay otro aspecto que me llama mucho la atención, todas las personas piensan que ellos sobrevivirían en un apocalipsis, que no serían convertidos o víctimas del caos dominante de una supuesta situación real de este tipo. Todos se imaginan aniquilando hordas de estos seres con munición infinita o una katana, que es mucho más poético… cuando en casa somos incapaces de matar una ratón, araña o cucaracha que aparece de pronto en nuestra vida. Ese anhelo de ser el héroe de una historia, contra infinitos enemigos, pero lentos y estúpidos, eso sí, para ponérnoslo lo más fácil posible. Y en este siglo XXI, que no sabemos apenas vivir sin wifi, sin pedir comida ya hecha por teléfono directa a casa, que nos salen agujetas si andamos más de 10 kilómetros, pretendemos ser los supervivientes, los héroes en el ambiente más hostil y despiadado que podríamos imaginar…

…menos mal que tenemos libros como este, del que podemos salir sanos y salvos cuando termina la aventura. A Víctor se le nota ese amor por estas criaturas. Se le nota que ha crecido dejándose llenar de sueños habitados por muertos vivientes. Sus novelas son una muestra clara de ello. Tensión y adrenalina pura en cada una de sus páginas.

Disfrutadlo. Y cuidado, porque la sangre salpica.

Diego de la Concepción Martínez.

Creador de Survival Zombi y del fenómeno Real Game en España.

Vine a decirte que no estoy tan mal

La música anoche me volvió a salvar

Agujas en un reloj (Whisky Caravan)

En nombre de todo el equipo que forma

la editorial Dolmen, y en mi propio nombre, para A.

En cierto modo, y de alguna manera, mis libros te ayudaron a sobrellevar lo impensable. Abrir la puerta a los mundos que creamos, parafraseando a Whisky Caravan y llevándolo a la palabra escrita, salvó a tu mente de perderse en la soledad y la desesperación. El solo hecho de haberte ayudado, por inconsciente que fuera esa ayuda, de haberte servido de compañía y de

haber amenizado tu tiempo, es más de lo que

jamás podríamos haber soñado.

Que nunca, nadie, vuelva a cortar tus alas.

A todos vosotros, que habéis hecho que el cuarto jinete vuelva a surgir de entre las cenizas.

Como un muerto viviente, dispuesto a devoraros. Estas páginas muerden, están hambrientas y quieren alimentarse.

A todos vosotros, por seguir ahí.

EL SUPERVIVIENTE

Sanderson saltó hacia los árboles. Sus pies descalzos resbalaban y se escurrían sobre la tierra húmeda por la lluvia del día anterior. Le dolían los pies, sentía latigazos en la espalda, la cabeza a punto de explotar. Uno de sus pies se enredó en una raíz que sobresalía del suelo, cayó cuan largo era y a punto estuvo de abrirse la cabeza contra una piedra.

Inmóvil, jadeando, dolorido y exhausto, escudriñó entre los árboles, allí donde las sombras cada vez eran más profundas.

Patterson estaba muerto. Él mismo le había visto caer unos minutos atrás. Le habían rodeado y no había podido hacer nada para evitar que se le echaran encima. Sanderson había escuchado sus gritos; le habían perseguido mientras corría dando manotazos entre las ramas, sin saber siquiera qué dirección estaba siguiendo. No tenía manera de saber qué había sido del resto del grupo. Si le hubieran pedido que apostara, Sanderson entregaría todas sus fichas a que no quedaba ninguno con vida.

Era duro, era el mundo en el que les había tocado vivir. Tampoco es que fuera el mejor grupo con el que Sanderson había coincidido, y convivido, durante los últimos meses.

Tal vez tendría que haber intentado regresar, haber comprobado si alguno de ellos necesitaba su ayuda, pero si algo había aprendido desde que el mundo se convirtió en el erial plagado de monstruos que era ahora, era que uno nunca caminaba en la dirección en que estaban los gritos. Todo lo contrario; corría para alejarse de ellos.

Los sentía, estaban allí, en el bosque, por todas partes. Los sentía moverse entre los árboles. Allí, a su izquierda, algo gemía, un sonido gutural y hambriento. Siempre estaban hambrientos.

Intentando ser lo más silencioso posible, se puso en pie. Varias gotas de sudor le resbalaron por la cara. Una rama crujió a su espalda y se giró rápido. Unas manos se abalanzaron sobre él, seguidas de una boca ensangrentada y cargada de dientes famélicos y putrefactos.

—Oh, joder —murmuró. Se lanzó hacia un lado, su pie se enredó de nuevo con la misma raíz con la que había tropezado un momento antes y cayó al suelo una vez más. Perdió horizontalidad y rodó por una pequeña pendiente llena de barro y rocas que le golpearon en las costillas y los hombros. Estaba seguro de que en cualquier momento los dientes se hincarían en su carne y la desgarrarían hasta dar con el hueso. Inhaló aire con un silbido, se empujó hacia arriba con los brazos para ponerse en pie de nuevo. La criatura había caído al suelo por la pendiente, ya se estaba levantando de nuevo, no le perdía de vista. Sanderson se echó a un lado, una finta digna de un jugador de fútbol, y utilizó el tronco de un árbol para poner distancia entre él y aquella cosa. Se asomó por el lado contrario y vio a aquel tipo, que en su tiempo debió ser alguien con una vida anodina y común, gruñir mientras corría hacia él. Agarró una rama baja y tiró de ella con fuerza hasta partirla. Ahora tenía un arma, no era gran cosa, pero al menos le serviría para defenderse. Justo a tiempo, la criatura rodeó el árbol, gruñendo. La rama se estrelló contra su cabeza y le arrojó contra el grueso tronco.

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