La brevedad de la pandemia de gripe de 1918 planteó graves problemas a los médicos de la época [...]. Ha planteado graves problemas a los historiadores desde entonces.
T ERENCE R ANGER ,
The Spanish Influenza Pandemic of 1918-19 (2003)
El 9 de noviembre de 1918 abdicó el káiser alemán Guillermo y en las calles de París había júbilo. « À mort Guillaume! À bas Guillaume! » (¡Muerte a Guillermo! ¡Abajo Guillermo!) Mientras tanto, en el séptimo distrito de la ciudad, el poeta Guillaume Apollinaire yacía en su lecho de muerte. Apollinaire, un personaje destacado del movimiento vanguardista francés, el hombre que inventó el término «surrealista» e inspiró a personalidades como Pablo Picasso y Marcel Duchamp, se había alistado para combatir en 1914. Tras haber sobrevivido a una herida de metralla en la cabeza y una trepanación, murió de gripe española a los treinta y ocho años y fue declarado «mort pour la France » (muerto por Francia).
Su funeral se celebró cuatro días más tarde, dos días después de la firma del armisticio. Al salir de la iglesia de Santo Tomás de Aquino, los asistentes al funeral enfilaron hacia el este, hacia
La muerte del poeta es una metáfora del olvido colectivo de la mayor matanza del siglo XX . La gripe española infectó a una de cada tres personas del planeta, a 500 millones de seres humanos. Entre el primer caso registrado el 4 de marzo de 1918 y el último, en algún momento de marzo de 1920, mató a entre 50 y 100 millones de personas, o a entre el 2,5 y el 5 por ciento de la población mundial, una variación que refleja la incertidumbre que aún la rodea. Si se compara con sucesos únicos que hayan causado una enorme pérdida de vidas humanas, superó a la primera guerra mundial (17 millones de muertos), a la segunda guerra mundial (60 millones de muertos) y posiblemente a ambas juntas. Fue la mayor oleada de muerte desde la peste negra, tal vez de toda la historia de la humanidad.
Sin embargo, ¿qué vemos cuando desenrollamos el pergamino del siglo XX ? Dos guerras mundiales, el auge y la caída del comunismo y quizá algunos de los episodios más espectaculares de descolonización. No vemos el acontecimiento más dramático de todos, aunque lo tenemos delante de nuestros ojos. Cuando se pregunta cuál fue el mayor desastre del siglo XX , prácticamente nadie responde que la gripe española. La gente se sorprende al conocer las cifras relacionadas con ella. Algunos se paran a pensar y, tras una pausa, se acuerdan de un tío abuelo que murió a causa de ella, de primos huérfanos a los que perdieron de vista, de una rama de la familia que dejó de existir en 1918. Hay muy pocos cementerios en el mundo que, suponiendo que tengan más de un siglo, no alberguen un grupo de tumbas desde el otoño de 1918, cuando se declaró la segunda oleada de la pandemia, la peor, y los recuerdos de las personas así lo reflejan. Pero no hay ningún cenotafio, ningún monumento en Londres, Moscú o Washington DC. La gripe española se recuerda de un modo personal, no colectivo; no como un desastre histórico, sino como millones de tragedias discretas, privadas.
Tal vez tenga algo que ver con sus características. La primera guerra mundial se prolongó durante cuatro largos años, pero, pese a su nombre, la mayor parte de la acción se concentró en los escenarios bélicos de Europa y Oriente Medio. El resto del mundo sintió el viento cálido que arrastraba hacia ese torbellino, pero permaneció al margen y en algunos lugares la guerra parecía algo muy distante. Dicho de otro modo, la guerra tenía un foco geográfico y una narrativa que se desarrollaba en el tiempo. La gripe española, en cambio, invadió todo el planeta en un abrir y cerrar de ojos. La mayoría de las muertes se produjeron en solo trece semanas, desde septiembre hasta mediados de diciembre de 1918. Fue amplia en el espacio y breve en tiempo, comparada con un guerra, prolongada y limitada geográficamente.
El historiador de África Terence Ranger señaló a principios de los años 2000 que un acontecimiento tan condensado requiere un enfoque narrativo diferente. Una narración lineal no sirve; lo que se necesita es algo más parecido Fueron ellas quienes registraron las imágenes y los sonidos de las habitaciones de los enfermos, quienes amortajaron a los difuntos y acogieron a los huérfanos. Fueron el vínculo entre lo personal y lo colectivo.)
En el origen de toda pandemia hay siempre un encuentro entre un microorganismo causante de la enfermedad y un ser humano. Pero ese encuentro, junto con los sucesos que conducen a él y los que derivan del mismo, está determinado por muchos otros que tienen lugar al mismo tiempo, así como por el tiempo, el precio del pan, y las ideas sobre los gérmenes, los hombres blancos y los yinns. La pandemia, a su vez, afecta al precio del pan, a las ideas sobre los gérmenes, los hombres blancos y los yinns, y a veces incluso al tiempo. Es un fenómeno tanto social como biológico; no se puede aislar de su contexto histórico, geográfico y cultural. La forma en que las madres y las abuelas africanas narran un acontecimiento resalta esa riqueza contextual, incluso cuando el suceso que se narra solo dura un latido histórico. Este libro pretende hacer lo mismo.