Hagakure: The Book of the Samurai
Yamamoto Tsunetomo, 1979
Traducción: Alejandro Pareja Rodriguez
Editor original: Oxobuco (v1.0 a v1.4)
Corrección de erratas: Oxobuco
ePub v1.0
El Hagakure «a la sombra de las hojas» es una obra literaria japonesa dictada por Yamamoto Tsunetomo a uno de sus aprendices entre 1710 y 1717, compendio de los ideales tradicionales del célebre Bushido, código guerrero de los Samurái. Sin embargo la obra es guardada celosamente durante más de siglo y medio por el clan de los Nabeshima, siendo revelada al público japonés a principios del siglo XX.
«Una única guía para vivir… y morir: una vida enfocada, una muerte a voluntad…»
Yamamoto Tsunetomo
HAGAKURE
El Camino del Samurái
ePUB v1.4
Oxobuco11.07.12
HAGAKURE (HOJAS OCULTAS)
Hagakure, que significa «oculto bajo las hojas», es un antiguo breviario de caballería inspirado en el célebre código Bushido. Nos expone la Vía del guerrero, cuyos preceptos filosóficos y ética trascendental presentan al Bushi.
Bushido es la aceptación total de la vida, vivir incluso cuando ya no tenemos deseos de vivir. Esto se logra sabiendo morir en cada instante de nuestra vida, viviendo el instante, el aquí y ahora, sumido en el eterno presente, en vez de abandonar el campo de batalla cotidiano. Para el Samurái, la vida es un desafío, y la muerte es preferible a una vida indigna o impura. Esta es la noble y espectacular lección del «HAGAKURE».
Mantenido en secreto durante siglos, el Hagakure fue el libro de cabecera de Yukio Mishima.
He descubierto que la Vía del Samurái reside en la muerte. Durante una crisis, cuando existen tantas posibilidades de vida como de muerte, debemos escoger la muerte. No hay en ello nada difícil; sólo hay que armarse de valentía y actuar. Algunos dicen que morir sin haber acabado su misión es morir en vano. Este razonamiento es el que sostienen los mercaderes hinchados de orgullo que merodean por Osaka; no es más que un razonamiento sofisticado a la vez que una imitación caricaturesca de la ética de los Samurái.
Hacer una elección juiciosa en una situación donde las posibilidades de vivir o de morir se equilibran, es casi imposible. Todos preferimos vivir y es muy natural que el ser humano encuentre siempre buenas razones para continuar viviendo.
El que escoge vivir habiendo fracasado en su empeño, será despreciado y será a la vez un cobarde y un fracasado. El que muere después de haber fracasado, muere de una muerte fanática, que puede parecer inútil. Pero en cambio, no será deshonrado. Tal es la Vía del Samurái.
Para ser un Samurái perfecto es necesario prepararse a la muerte mañana y tarde e incluso durante todo el día.
Cuando un Samurái está constantemente dispuesto a morir, ha alcanzado la maestría de la Vía y puede dedicar, sin cesar, la vida entera al servicio de su señor.
LA RUTINA
Cuando Hotta Haga No Kami Masamori era paje del Shogún, era tan obstinado que este último decidió someterlo a prueba. Para hacerlo, hizo calentar al rojo un par de sandalias y las colocó sobre un brasero. Masamori tenía por costumbre coger las sandalias colocadas al lado del brasero para ir a recibir a su Señor. Esta vez, en cuanto tocó las sandalias notó la quemadura en las manos. Pero actuó de la manera acostumbrada, así que el Shogún se las quitó rápidamente de las manos.
Uno de los Samurái de Matsudaira Sagami No Kami estaba en una pensión en Kyoto para recoger dinero. Un día que estaba en el portal viendo pasar a la gente, oyó a un transeúnte gritar: «Se dice que los hombres del Señor Matsudaira están enzarzados en un combate.» El Samurái se dijo: «Es muy lamentable que mis compañeros estén implicados en un combate. Estos deben de ser los que tenían que ir a relevar a los que estaban de servicio en Edo». Se informó sobre el lugar del combate y cuando llegó jadeante, sus compañeros habían sido heridos ya por sus adversarios, que estaban a punto de darles el golpe de gracia. Acompañando su ataque de un grito, golpeó a dos hombres y regresó a Kyoto. Este asunto llegó a oídos del oficial del Shogún que mandó llamar al Samurái para preguntarle: «Habéis ayudado a vuestros compañeros, desobedeciendo con ello al edicto del Gobierno. ¿Cómo es eso?». Él contestó: «Vengo de la provincia y me es difícil entender lo que Su Señoria me dice. ¿Podría volver a repetirlo?» El oficial enfureció y dijo: «¿Está usted sordo? ¿Habéis estado implicado en una pelea, derramado sangre y desobedecido el decreto gubernativo, quebrantando las leyes, sí o no?» El hombre contestó: «Ya había comprendido todo esto. Aunque lo afirméis, yo no he desobedecido voluntariamente a las leyes y no he tenido intención de desobedecer al gobierno. La razón de ello es que todo ser viviente concede a la vida cierto precio y desde luego lo mismo ocurre con los seres humanos. Por mi parte, doy un gran valor a la vida humana. Pero he oído que mis compañeros estaban en peligro y hacer ver que uno no se ha enterado de nada no es digno de la Vía del Samurái. Por ello he corrido para socorrer a mis compañeros. Volver a mi casa, con la vergüenza en el corazón, sabiendo que mis amigos han sido asesinados, habría prolongado desde luego mi vida, pero era desobedecer a la Vía. Para seguir la Vía, uno debe sacrificar su preciosa vida. Es debido a esto, a respetar a la Vía y no por despreciar el reglamento, que decidí ir allí. Os ruego, ahora, que procedáis a mi ejecución.» El oficial quedó impresionado, archivó el asunto y escribió al Señor Matsudaira: «Tenéis un valiente Samurái a vuestro servicio. Espero que lo sabréis cuidar como se merece».
LAS RAÍCES
El árbol genealógico del Señor Soma, sobrenombrado el Chiken Marokoshi, era el más elaborado del Japón. Un año en el que su hacienda se incendió y estuvo a punto de ser destruida, el Señor Soma dijo: «Incluso si la casa, los muebles y todo el resto es destruido, no lo lamentaré porque son cosas que se pueden reemplazar. Lo único que lamentaré es no haber podido salvar mi árbol genealógico, que es un tesoro de familia de lo más precioso». Allí estaba un Samurái y dijo: «Voy a entrar en la casa y traerlo».
El Señor y los demás se pusieron a reír, diciendo: «La casa es ya pasto de las llamas, ¿cómo lo conseguiréis?». Aquel hombre no había sido jamás muy hablador y no había sido particularmente diligente pero era alguien que iba hasta el final en todo lo que hacía. Dijo también: «Hasta ahora no he sido de una gran utilidad a mi amo, porque no he sido muy cuidadoso, pero he vivido con la idea de que un día mi vida podría ser útil».
«Me parece que este momento ha llegado». Entonces se lanzó a las llamas. Cuando el incendio fue apagado, el amo ordenó: «¡Que se encuentre su cadáver! ¡Qué gran pérdida!» Después de haber buscado por todas partes, se descubrió su cuerpo en el jardín próximo a los apartamentos; cuando se le dio la vuelta, salió sangre de su vientre.
El Samurái se había abierto el vientre y en él había colocado el documento para que permaneciera intacto. A partir de ese día, se sobrenombró este documento