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Fernando Pessoa - 42 poemas

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Fernando Pessoa 42 poemas
  • Libro:
    42 poemas
  • Autor:
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    ePubLibre
  • Genre:
  • Año:
    1998
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42 poemas: resumen, descripción y anotación

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Tras cursar estudios universitarios en Ciudad del Cabo Fernando Pessoa regresó - photo 1
Tras cursar estudios universitarios en Ciudad del Cabo, Fernando Pessoa regresó a su ciudad natal en 1905. A partir de ese momento compaginará una vida de empleado comercial con la poesía. Alberto Caeiro, Ricardo Reis o Álvaro de Campos son nombres de alguno de sus heterónimos, verdaderas personalidades poéticas con estilo propio, creaciones, máscaras de su autor. Fernando Pessoa 42 poemas Mitos Poesía - 2 ePub r10 Titivillus 231014 - photo 2 Fernando Pessoa
42 poemas
Mitos Poesía - 2 ePub r1.0 Titivillus 23.10.14 Título original: 42 poemas Fernando Pessoa, 1935 Selección: Jacobo Satrústegui, 1998 Traducción: Pilar Gómez Retoque de cubierta: Davros Editor digital: Titivillus ePub base r1.2 FERNANDO PESSOA nació en Lisboa en 1888 Tras cursar estudios universitarios en - photo 3
FERNANDO PESSOA nació en Lisboa en 1888 Tras cursar estudios universitarios en - photo 4 FERNANDO PESSOA nació en Lisboa en 1888. Tras cursar estudios universitarios en Ciudad del Cabo, regresa a su ciudad natal en 1905. A partir de ese momento compaginará una vida de empleado comercial con la poesía.

Alberto Caeiro, Ricardo Reis o Álvaro de Campos son nombres de alguno de sus heterónimos, verdaderas personalidades poéticas con estilo propio, creaciones, máscaras de su autor. Pessoa muere en Lisboa en 1935. Su obra completa, en prosa y poesía, se publicó póstumamente en quince volúmenes entre 1942 y 1978.

Tabaquería No soy nada. Nunca seré nada. No puedo querer ser nada.

Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo. Ventanas de mi cuarto, de mi cuarto de uno de los millones de gente que nadie sabe quién es (y si supiesen quién es, ¿qué sabrían?), dais al misterio de una calle constantemente cruzada por la gente, a una calle inaccesible a todos los pensamientos, real, imposiblemente real, evidente, desconocidamente evidente, con el misterio de las cosas por lo bajo de las piedras y los seres, con la muerte poniendo humedad en las paredes y cabellos blancos en los hombres, con el Destino conduciendo el carro de todo por la carretera de nada. Hoy estoy vencido, como si supiera la verdad. Hoy estoy lúcido, como si estuviese a punto de morirme y no tuviese otra fraternidad con las cosas que una despedida, volviéndose esta casa y este lado de la calle la fila de vagones de un tren, y una partida pintada desde dentro de mi cabeza, y una sacudida de mis nervios y un crujir de huesos a la ida. Hoy me siento perplejo, como quien ha pensado y opinado y olvidado. Hoy estoy dividido entre la lealtad que le debo a la tabaquería del otro lado de la calle, como cosa real por fuera, y a la sensación de que todo es sueño, como cosa real por dentro.

He fracasado en todo. Como no me hice ningún propósito, quizá todo no fuese nada. El aprendizaje que me impartieron, me apeé por la ventana de las traseras de la casa. Me fui al campo con grandes proyectos. Pero sólo encontré allí hierbas y árboles, y cuando había gente era igual que la otra. ¿En qué voy a pensar? ¿Qué sé yo del que seré, yo que no sé lo que soy? ¿Ser lo que pienso? Pero ¡pienso ser tantas cosas! ¡Y hay tantos que piensan ser lo mismo que no puede haber tantos! ¿Un genio? En este momento cien mil cerebros se juzgan en sueños genios como yo, y la historia no distinguirá, ¿quién sabe?, ni a uno, ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras. ¿En qué voy a pensar? ¿Qué sé yo del que seré, yo que no sé lo que soy? ¿Ser lo que pienso? Pero ¡pienso ser tantas cosas! ¡Y hay tantos que piensan ser lo mismo que no puede haber tantos! ¿Un genio? En este momento cien mil cerebros se juzgan en sueños genios como yo, y la historia no distinguirá, ¿quién sabe?, ni a uno, ni habrá sino estiércol de tantas conquistas futuras.

No, no creo en mí. ¡En todos los manicomios hay locos perdidos con tantas convicciones! Yo, que no tengo ninguna convicción, ¿soy más convincente o menos convincente? No, ni en mí… ¿En cuántas buhardillas y no buhardillas del mundo no hay en estos momentos genios-para-sí-mismos soñando?. ¿Cuántas aspiraciones altas y nobles y lúcidas —sí, verdaderamente altas y nobles y lúcidas—, y quién sabe si realizables, no verán nunca la luz del sol verdadero ni encontrarán quien les preste oídos? El mundo es para quien nace para conquistarlo y no para quien sueña que puede conquistarlo, aunque tenga razón. He soñado más que lo que hizo Napoleón. He estrechado contra el pecho hipotético más humanidades que Cristo, he pensado en secreto filosofías que ningún Kant ha escrito. ¿Creer en mí? No, ni en nada. ¿Creer en mí? No, ni en nada.

Derrámame la naturaleza sobre mi cabeza ardiente su sol, su lluvia, el viento que tropieza en mi cabello, y lo demás que venga si viene, o tiene que venir, o que no venga. Esclavos cardíacos de las estrellas, conquistamos el mundo entero antes de levantamos de la cama; pero nos despertamos y es opaco, nos levantamos y es ajeno, salimos de casa y es la tierra entera, y el sistema solar y la Vía Láctea y lo Indefinido. (¡Come chocolatinas, pequeña, come chocolatinas! Mira que no hay más metafísica en el mundo que las chocolatinas, mira que todas las religiones no enseñan más que la confitería. {Come, pequeña sucia, come! ¡Ojalá comiese yo chocolatinas con la misma verdad con que comes! Pero yo pienso, y al quitarles la platilla, que es de papel de estaño, lo tiro todo al suelo, lo mismo que he tirado la vida.) Pero por lo menos queda de la amargura de lo que nunca seré la caligrafía rápida de estos versos, pórtico partido hacia lo Imposible. Pero por lo menos me consagro a mí mismo un desprecio sin lágrimas, noble, al menos, en el gesto amplio con que tiro la ropa sucia que soy, sin un papel, para el transcurrir de las cosas, y me quedo en casa sin camisa. (Tú, que consuelas, que no existes y por eso consuelas, o diosa griega, concebida como una estatua que estuviese viva, o patricia romana, imposiblemente noble y nefasta, o princesa de trovadores, gentilísima y disimulada, o marquesa del siglo dieciocho, descotada y lejana, o meretriz célebre de los tiempos de nuestros padres, o no sé qué moderno —no me imagino bien qué—, todo esto, sea lo que sea, lo que seas, ¡si puede inspirar, que inspire! Mi corazón es un cubo vaciado.

Como invocan espíritus los que invocan espíritus, me invoco a mí mismo y no encuentro nada. Me acerco a la ventana y veo la calle con absoluta claridad, veo las tiendas, veo las aceras, veo los coches que pasan, veo a los entes vivos vestidos que se cruzan, veo a los perros que también existen, y todo esto me pesa como una condena al destierro, y todo esto es extranjero, como todo.) He vivido, estudiado, amado, y hasta creído, y hoy no hay un mendigo al que no envidie sólo por no ser yo. Miro los andrajos de cada uno y las llagas y la mentira, y pienso: puede que nunca hayas vivido, ni estudiado, ni amado ni creído (porque es posible crear la realidad de todo eso sin hacer nada de eso); puede que hayas existido tan sólo, como un lagarto al que cortan el rabo y que es un rabo, más acá del lagarto, removidamente. He hecho de mí lo que no sabía, y lo que podía hacer de mí no lo he hecho. El dominó que me puse estaba equivocado. Me conocieron enseguida como quien no era y no lo desmentí, y me perdí.

Cuando quise quitarme el antifaz, lo tenía pegado a la cara. Cuando me lo quité y me miré en el espejo, ya había envejecido. Estaba borracho, no sabía llevar el dominó que no me había quitado. Tiré el antifaz y me dormí en el vestuario como un perro tolerado por la gerencia por ser inofensivo y voy a escribir esta historia para demostrar que soy sublime. Esencia musical de mis versos inútiles, ojalá pudiera encontrarme como algo que hubiese hecho, y no me quedase siempre enfrente de la tabaquería de enfrente, pisoteando la conciencia de estar existiendo como una alfombra en la que tropieza un borracho o una estera que robaron los gitanos y no valía nada. Pero el propietario de la tabaquería ha asomado por la puerta y se ha quedado a la puerta.

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