Título original: Livro do Desassossego
Primera edición en esta colección: abril de 1997
Segunda edición en esta colección: julio de 1997
© Ática S. A. R. L, Lisboa, 1982
© por la introducción y la traducción: Ángel Crespo, 1984
© Editorial Seix Barrai, S. A., 1984 y 1997
Córcega, 270 - 08008 Barcelona (España)
Edición especial para Ediciones de Bolsillo, S. A.
Diseño de la colección: Summa Comunicació, S. A.
Fotografía: © Javier Tles (Fotomobil), © Jeffrey Coolidge
(Image Bank)
ISBN 84-322-1506-6
Depósito legal: B. 31.937 - 1997
Fotomecánica cubierta: Nova Era
Impresor: Litografía Roses, S. A.
Impreso en España - Printed in Spain
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Fernando Pessoa nació en Lisboa el 13 de junio de 1888. Su madre, prematuramente viuda, se casó en segundas nupcias con el comandante João Miguel Rosa, que en 1895 fue nombrado cónsul en Durban (África del Sur), donde Pessoa estudió en el convento de West Street y luego en la High School y la Commercial School, y pasó el examen de admisión y la Intermediate Examination de Artes en la Universidad de Ciudad del Cabo. En 1905 Pessoa se trasladó a Lisboa para matricularse en el curso superior de Letras. Traductor, astrólogo, médium, ensayista, vinculado a la vez a la vanguardia literaria y plástica y al ocultismo, Fernando Pessoa debe su extensa y casi enteramente póstuma notoriedad mundial a la vasta y variada obra poética que, firmada por él mismo o atribuida a alguno de sus heterónimos —señaladamente Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Alvaro de Campos—, se difundió sobre todo a partir de su fallecimiento en Lisboa el 30 de noviembre de 1935.
INTRODUCCIÓN
Una importante laguna en el conocimiento de uno de los mayores poetas europeos de nuestro tiempo ha sido colmada con la publicación, en 1982, del Livro do Desassossego [1] de Fernando Pessoa, muy esperado desde que, cuarenta años antes, la editorial lisboeta Ática inició, bajo la dirección de João Gaspar Simões y Luis de Montalvor, la edición de las obras completas del creador de los heterónimos; y la expectativa aumentó cuando, en 1961, las ediciones portuenses Arte & Cultura dieron a la luz una selección de este mismo libro, muy incompleta por cierto, pero en la que figuraban algunos de sus mejores fragmentos[2] . La historia de la redacción y la publicación del que en adelante llamaremos Libro del desasosiego, a la que en seguida he de referirme, me parece de gran importancia, no sólo desde el punto de vista filológico, sino también desde el punto de vista artístico, y ha condicionado, por supuesto, el trabajo de traductor y publicista en castellano que me ha sido encomendado y en el que tanta devoción y cuidado he puesto.
En 1913, Fernando Pessoa (1888-1935) publicó en la revista A Águia un original en prosa, titulado «Na Floresta do Alheamento» (En la floresta de la enajenación)[3], del que se decía ser parte del Libro del desasosiego, en preparación. Dicho escrito iba firmado por Fernando Pessoa, sin que se hiciese la aclaración, o la salvedad, de que su autor lo atribuyese a Bernardo Soares ni a cualquiera otro de los personajes que, como hemos de ver, dio posteriormente por autores del libro. Pessoa era entonces un joven escritor poco conocido que había publicado en A Águia, en 1912, una serie de artículos sobre poesía portuguesa en los que hablaba de la inminente aparición de un supra-Camoens, que sería el iniciador de un resurgimiento poético portugués de importantes consecuencias para la cultura occidental. Dicho supra-Camoens no era, según creo haber demostrado en otro de mis escritos[4], y según piensan algunos críticos portugueses que han estudiado el asunto[5] , otro que el autor de los mencionados artículos.
El año anterior a aquel en que dio a conocer «En la floresta de la enajenación», Pessoa había considerado la posibilidad de escribir una serie de poemas en nombre de un supuesto poeta llamado Ricardo Reis, el cual sería, más que un pseudónimo suyo, un heterónimo, es decir, uno de los personajes de un drama em gente (un drama en personajes, en lugar de en actos o jornadas) perfectamente diferenciado, en su personalidad y en su pensamiento, de su creador, es decir, del propio Pessoa, pero fue en 1914, y tras haber escrito treinta y tantos poemas en verso libre, que en seguida atribuyó a un poeta llamado Alberto Caeiro, cuando empezó a escribir en nombre, no sólo del ya mencionado Ricardo Reis, sino también de otro personaje llamado Alvaro de Campos. De esta manera, los principales heterónimos de Pessoa acababan de comparecer, como poetas con personalidad propia, y diferenciada de la del autor de «En la floresta de la enajenación», si no en el panorama público de las letras portuguesas, cosa que no tardaría en suceder, al empezar a ser publicados sus poemas, sí en el mundo de la creación poética portuguesa[6].
«En la floresta de la enajenación» plantea con toda claridad el problema de la doble personalidad, un problema que arranca, en los tiempos modernos, de la obra de los románticos alemanes —Goethe, Hölderlin, Novalis, etc.— y que, por otra parte, es uno de los principios del hermetismo de todos los tiempos. En este sentido, pues, ni puede extrañarnos que Pessoa escribiese y publicase dicho escrito en el período de incubación de sus heterónimos ni que, con el tiempo, tratase de atribuirlo —y digo tratase por lo que luego se verá— a algunos de ellos, y no precisamente a los ya citados.
El año de la creación de los tres grandes heterónimos, Pessoa seguía, sin embargo, considerando al Libro del desasosiego como obra propia u ortónima. Es lo que demuestra su correspondencia con el poeta azoriano Armando Côrtes-Rodrigues[7], en la que le habla, unas veces en serio y otras en broma, de los personajes del drama em gente. En la carta de 4 de octubre de 1914, le dice, tras haberse referido a otros trabajos recientes, y entre ellos a unas odas de Reis, que «el resto han sido rotos e inconexos pedazos del Libro del desasosiego», y se consuela dando cuenta al amigo del descubrimiento de un nuevo género de «paulismo», un ismo pesoano de carácter decadentista que pronto dejaría de interesar a su inventor. Poco después, en una carta del 19 de noviembre, Pessoa confía a Côrtes-Rodrigues que se encuentra en un estado de «abulia absoluta». «Soy», escribe, «un fragmento de mí conservado en un museo abandonado. Ahora, que mi familia que estaba aquí se ha ido a Suiza, ha caído sobre mí toda casta de desastres que pueden suceder. Por eso me encuentro en una abulia absoluta, de modo que hacer algo me cuesta tanto trabajo como leer un volumen de Teófilo [Braga].» Poco más adelante, se refiere a su «estado actual de no-ser» y concluye que semejante «estado de espíritu [le] obliga a trabajar mucho, sin querer, en el Libro del desasosiego. Pero todo fragmentos, fragmentos, fragmentos».
En lo transcrito hay, por lo menos, tres declaraciones que conviene no olvidar, la primera de las cuales es la correspondencia entre el estado fragmentario de la personalidad del poeta y su imposibilidad de escribir otra cosa que fragmentos del Libro; la segunda, que dicha obra aparece como ortónima, es decir, que se corresponde con la personalidad real de Pessoa y no con la fingida de uno de sus heterónimos; y, en tercer lugar, que es producto de lo que el poeta llama un «estado de no-ser». Y el lector podrá comprobar que, aunque el estilo del libro cambie espectacularmente a lo largo de los años de su redacción, estas características se mantendrán invariables en él.