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© 2020, Ximena Renzo
© 2020, de esta edición: Nova Casa Editorial
Editor
Joan Adell i Lavé
Coordinación
Noelia Navarro
Portada
Vasco Lopes
Maquetación
Noelia Navarro
Corrección
Noelia Navarro
Primera edición en formato electrónico: Diciembre de 2020
ISBN: 978-84-18013-62-1
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Ximena Renzo
Endlesscurl
ginger
Dedicado a los elefantes que no pudieron entrar al congelador.
—Agradecimientos—
A Dios, a mi familia, mis amigos y a la patria.
Fue un largo camino por recorrer, que aún no termina, pero agradezco que sigan aquí después de tanto.
Este es un agradecimiento especial a Nova Casa Editorial por dejarme, una vez más, poder publicar un libro junto a ellos.
A Noe, mi coordinadora y editora, que seguro está harta de mí, pero logró ganarse un pedacito de mi corazón el día que reconoció a Wilson en una de mis tantas referencias para la portada de este libro (probablemente no comprendan esto, pero ella sí lo hará).
A Glay, que no me importa si está cansada de mí porque la seguiré molestando el resto de mi vida (o todo lo que se pueda). Tengo que mencionarla en cada libro porque es una tradición y la verdad, no le digan: pero la quiero mucho.
A la equivalente de Kim en mi vida: Leidy, mi mejor amiga. La que tenía como sueño ser emo cuando era adolescente (perdón, tenía que decirlo, te quiero). Gracias por tu apoyo y la energía que transmites, siempre me animas a hacer cosas nuevas.
Y por último pero no menos importante, a los lectores, que sin ustedes sería un poco más difícil haber llegado hasta aquí. Por su apoyo y amor incondicional.
Gracias.
—Introducción—
Ella es pelirroja, llamarse Ginger es un gracioso detalle añadido que le dieron sus creativos padres al nacer.
Ginger no tiene una mansión o autos elegantes, no tiene padres que se van de viaje, dejándola sola, provocando que haga una fiesta más grande que las alocadas «reuniones» que vio en la televisión.
Ginger tiene diecisiete años y aún suele pedirle permiso a su madre para salir. Además de que ni siquiera sabe manejar bicicleta al no tener una buena conexión mano-ojo-pies.
Ginger lee en una plataforma de internet porque no puede darse el lujo de comprar libros a montones.
Ginger debería dejar de hablar en tercera persona, porque su vida es deprimente y no puede pagarle a alguien para que narre su historia.
Entonces, esta soy yo. Ginger Huff.
—CAPÍTULO 1—
Huffy
@GingerHuff: ¿Alguien sabe dónde está mi gato?
Suspiré dejando el teléfono en la cama. Estaba a pocos días de volver de las vacaciones de verano y eso solo me decía una cosa: La libertad se estaba terminando.
—¿Mamá? —Me asomé por la escalera, ella tan serena estaba preparando unos pastelitos de frutos rojos que vio en internet y yo había llegado a interrumpir su paz.
—Bubba está durmiendo debajo de tu cama, puedo jurarlo —contestó antes de que se lo preguntara.
—¿Cómo sabías que iba a…?
—Arroba Ginger Huff, ¿alguien sabe dónde está mi gato? —interrumpió mirándome, señaló su teléfono y soltó una risilla. Dejó los pastelitos en el horno y dio un giro repentino para añadir una furtiva acotación. —Y ya que vuelves a tu habitación, ¿qué te parece si la ordenas un poco?
—Claro que sí, guapa. —Le guiñé el ojo y hui por mi vida.
Corrí hacia arriba de vuelta a mi cueva antes de que me mandara a hacer más cosas y escuché un «¡Qué graciosa!» de lejos. Cerré la puerta y fingí secarme el sudor.
—Ahí estás, gato tonto. —Lo levanté del suelo para abrazarlo, me puso la pata en la cara— ¿Tú también me vas a rechazar? ¡Ya tengo suficiente con aquel sujeto para que tú también lo hagas!
Lo dejé en mi cama porque Bubba no estaba comprendiendo mis dramas adolescentes y me puse a pensar:
Calculando el desorden y matemáticamente hablando, en mi habitación tenía cuatro paredes, un techo y un piso; el único desordenado era el piso.
—Así que mi habitación está más ordenada de lo que pensé. —Sonreí chasqueando con la lengua y echándome sobre la cama de nuevo.
G
Ey, Kim, ¿qué haces?
12:25
Kim
¿Un lunes en vacaciones a las doce de la madrugada? Durmiendo, claro.
12:26
Para que quede claro, a Kim le encantaba dormir y ya era mediodía.
G
Dime, por favor, que es broma y estás viniendo hacia acá para sacarme de casa y hacer algo divertido como tomar helado o ir al cine… ¡O ambos!
12:26
Kim
No te soporto, ¿sabes? Le diré a mamá y voy para allá.
12:27
G
Te amo, Kimmy. Eres mi heroína.
12:27
Kim
Sí, claro.
12:28
Kim era mi mejor amiga desde los nueve años, la única persona con la que me dejaban salir sin hacer tanto papeleo parental. Solo me costaba decir: «Voy con Kim» y las puertas de la libertad se abrían para mí. Ese día no fue la excepción. Solo tuve que limpiar mi habitación por dos horas, pero eso era algo que en algún momento iba a hacer.
Mamá, estaba de vacaciones, por favor. ¿Por qué no cooperas conmigo?
—¡Espero que esa habitación esté ordenada!
—¿Por quién me tomas, madre? —pregunté mientras salía de mi casa.
—¡Y que esté completa y no matemáticamente ordenada! —Kim se rio de mí porque sabía a qué se refería.
—¡Adiós, má!
No había visto a mi mejor amiga por dos meses porque sus padres decidieron vacacionar en Galí, un país de Latinoamérica, yo estuve el mismo tiempo en casa de mi abuela siendo la organizadora de los eventos que hacía con sus amigas.
—Bueno, mi querida pelirroja. Cuéntame qué hiciste en tus vacaciones, me hiciste hablar ayer sobre mi viaje, pero no me contaste nada. —Kim giró a verme aprovechando que el semáforo cambió de color.
—Bueno, Kim… Es que no hice nada. —Me reí notando que era cierto, no había hecho nada interesante—. Estuve yendo y viniendo de mi casa a casa de la abuela. Tú sabes que le gusta organizar juegos de mesa con sus amigas… Sus viejas amigas. —Las recordé. Esas señoras me habían timado, perdí veinte dólares la primera vez que jugué con ellas.
—Oh, pero si son adorables, Ginger.
—Eso es lo que tú crees. —Ladeé la cabeza y ella solo sonrió volviendo a manejar—. Bueno leí algunos libros, estoy volviendo a leer True Colors porque estaba ordenando mi librero y una cosa llevó a la otra…
—¿Cuántas veces lo leíste ya? —Kim me preguntó cambiando de canción, yo entrecerré un pocos los ojos tratando de calcular.
—Creo que… seis o siete. ¡Deja de juzgarme! Tú sabes que me gustó mucho.
—¡Pero si no he dicho nada!
—¡Sé lo que estás pensando, Kim Thompson! Tú no comprendes, la vida de una fangirl es dura.
—Me gusta que seas tan dedicada, cereza mía.
Solté una risa insonora. A Kim le encantaba cambiarme el nombre dependiendo de mi humor. Cuando me enojaba, pasaba a ser fosforito. En realidad casi siempre me llamaba fosforito.