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Edición en formato digital: julio de 2020
© 2020, Karina & Marina
Publicado por acuerdo con La reZETA (www.la-rezeta.com)
© 2020, Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. U.
© 2020, ME GUSTA LA IDEA, S.L., por la edición
Travessera de Gràcia, 47-49. 08021 Barcelona
© 2020, Karen Camargo con la autorización de Frank Figueredo, por los interiores
Penguin Random House Grupo Editorial / Paola Timonet, por el diseño de interior
© 2020, iStockphoto LP, por los recursos gráficos de interior
Diseño de portada: Penguin Random House Grupo Editorial / Paola Timonet
Ilustración de portada: © Frank Figueredo
Penguin Random House Grupo Editorial apoya la protección del copyright. El copyright estimula la creatividad, defiende la diversidad en el ámbito de las ideas y el conocimiento, promueve la libre expresión y favorece una cultura viva. Gracias por comprar una edición autorizada de este libro y por respetar las leyes del copyright al no reproducir ni distribuir ninguna parte de esta obra por ningún medio sin permiso. Al hacerlo está respaldando a los autores y permitiendo que PRHGE continúe publicando libros para todos los lectores. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, http://www.cedro.org) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.
ISBN: 978-84-18057-58-8
Composición digital: M.I. Maquetación, S.L.
www.megustaleer.com
Índice
1 TEAM KARINA
¡ Madre mía , lo que está pasando!
Y nunca mejor dicho, porque... ¡tiene que ver con nuestra madre !
Nos mira a Marina y a mí con seriedad y nos dice:
—Vosotras ya sois mayorcitas, ¿no? ¿Puedo confiar en vosotras? ¿Verdad que sí?
Mi hermana y yo asentimos , moviendo la cabeza arriba y abajo con tanta fuerza que... ¡Ay! ¡Se me va a estropear el peinado!
—Entonces, os puedo dejar SOLAS EN CASA hoy, esta noche, mientras yo voy a esa reunión tan importante..., ¿no? ¿Sabréis cuidar de la casa? Es solamente una noche, pero ya habéis hecho cosas mucho más difíciles: habéis viajado solas al extranjero, habéis organizado conciertos... Creo yo que puedo confiar en que os portéis bien una noche.
—¡Sí, sí! —decimos a la vez—. ¡Claro que sí!
—Bien —prosigue nuestra madre—. Me voy a marchar ahora, que es temprano, y volveré mañana domingo a primera hora... ¿Me estáis escuchando, niñas? Tenéis que ser buenas , formalitas... Haréis vuestros deberes y cenaréis a vuestra hora, ¡y nada de comer porquerías!
— ¡Sí! ¡Sí, sí! —asentimos.
—Más os vale... ¡Ah, y que no se os olvide sacar a Chanel ! No vaya a pasar como la otra vez, una decía que la iba a sacar la otra, y la otra que la una, y al final la pobre perra se hizo pis en la alfombra del salón... ¡Que no vuelva a suceder!
—No, no...
Mamá se cruza de brazos y nos observa, sonrientes, antes de darnos, ¡ayyy!, ¡un montón de besuqueos por la cara y por la frente!
— ¡Ay, ay! —protesto—. ¡Mamá, que me despeinas ! ¡Que me estropeas el maquillaje!
Marina se ríe de tapadillo, pero entonces mamá le da besos también a ella, de esos que suenan ¡CHUIIIIIIC! como un globo desinflándose en la oreja, y ya no se ríe tanto... La que se ríe es mamá, que coge sus maletas y se pone los zapatos.
—Bueno, hijas, bueno —refunfuña—. Que tampoco se os olvide ducharos... Y regar las plantas... Y no veáis mucho rato la televisión... Y cuidado con manchar o con ensuciar las cosas...
—¡Hasta luego, mamá! —exclama Marina.
—¡Hasta mañana!
—Hasta mañana, hijas, adiós... Adiós... —se despide, mientras cierra la puerta detrás de sí misma.
Chanel también se despide, con un par de ladriditos que parecen ¡de algodón! ¡Como toda ella! Mi perrita es la más guapísima del mundo entero, y cuando se va mamá, se sube a mi regazo para que la acaricie.
—Bueno —dice Marina.
—Bueno... —digo yo.
Nos miramos la una a la otra.
Sabemos perfectamente... ¡que nada de lo que le hemos dicho a mamá se va a cumplir!
Marina enciende la tele, pone el canal de deportes, con el volumen a tope , y se va corriendo al sótano a sacar la máquina de pesas que guardamos allí. La arrastra por las escaleras y por todo el parquet hasta colocarla delante del televisor...
Yo saco la lengua, asqueada, y le doy la espalda a mi hermana.
—¡Esta chica no entiende nada! —le comento a Chanel, que a veces creo que me entiende como si fuera una persona—. ¡Lo primero que hace cuando la dejan sola en casa es... ejercicio ! Pues bien..., ¡mira lo que voy a hacer yo!
Subo a la perrita a la encimera de la cocina, para que vea mejor desde allí (la pobre es tan pequeñita...) y saco de la nevera y de la despensa... ¡ todos los dulces que tenemos guardados! Se supone que son para fiestas y ocasiones especiales, y ¿no es esta una ocasión muy especial ? ¡Mamá nunca nos deja solas!
—¡Mira, Chanel, mira lo que voy a preparar! —le digo a la perrita, que me mira con la cabeza ladeada, como pensando «¡Qué cosas raras hace mi humana!» .
Echo en un bol todas las cosas más ricas que hay por casa: cereales de azúcar, sirope de chocolate, gominolas, chispitas de colorines de las de decorar tartas, dulce de leche, pedacitos de un bizcocho que he desmigado a pellizcos, leche condensada, miel... ¡y por encima, azúcar glas! ¡Qué buenísima pinta! Nunca he comido nada así... ¿A qué sabrá?