Voces del Ayer
Inés Iglesias Martínez
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© Inés Iglesias Martínez, 2019
Diseño de la cubierta: Equipo de diseño de Universo de Letras
Imagen de cubierta: ©Shutterstock.com
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Primera edición: 2019
ISBN: 9788417740887
ISBN eBook: 9788417741907
Prólogo
Pablo Alcántara Pérez
Doctorando en la Universidad Autónoma de Madrid con la investigación “El águila gris, la policía política contra los estudiantes y obreras durante el franquismo en Asturias y Madrid (1956-1976)”.
Cuando lnes me empezo a hablar de su libro Voces de ayer yo estaba comenzando a investigar la represion durante la dicta dura franquista en Asturias, para mi tesis doctoral, dedicada al estudio de la Brigada PoHtico-Social, la polida poHtica del regimen franquista. La verdad que me lleno de alegda saber que alguien estaba escribiendo una novela en la que se hablara de lo que yo estaba estudiando, de la lucha de los mineros asturianos contra el franquismo, de la represion, del exilio, del hambre. Yo siempre entend1la Historia no como algo encerrado y cerrado entre las cuatro paredes de la Academia ode la Universidad, sino como algo abierto a toda la sociedad, como una obra necesaria de divulgar a todo el mundo. Porque s(, ala gente le interesa la Historia, pero nola pedanteda.
A medida que lnes me iba pasando cap1tulos de su novela, en la que trata la historia de sus abuelos, Luis Manuel Iglesias y Soledad D1az Suarez, yo me senda muy reftejado en todo lo que estaba investigado. Porque la historia de su abuelo minero y su abuela es la historia de los hombres y mujeres que en aquellos años, finales de los cincuenta y principios de los sesenta, se dejaron la piel por luchar contra la explotación laboral, contra la dictadura y por las libertades democráticas y los derechos laborales. Ella, en formato novela, yo, en formato de investigación estamos sacando a la luz unos hechos que durante muchos años han intentado ocultarnos en las escuelas, en los medios de comunicación. Pero que se ha mantenido muy vivo en la memoria colectiva del pueblo asturiano.
La historia del abuelo de Inés se encuadra en años muy convulsos en Asturias. Tras años y años en el ostracismo más absoluto, debido a la represión y a la estrategia de lucha guerrillera llevada a cabo por la mayoría de organizaciones anti franquistas, el movimiento obrero levanta la cabeza. Los mineros se convierten en la vanguardia de la lucha contra el régimen.
A finales de los cincuenta comienzan las primeras huelgas importantes en la minería asturiana. El 14 de agosto de 1957 se inicia una huelga en La Camocha (Gijón), los mineros se ponen en «bajo rendimiento» —es decir, baja su nivel de productividad, ya que las huelgas estaban prohibidas y penas con muchos años de cárcel, al ser consideradas como un delito de «rebelión»—, que finalmente se convierte en un paro. En esta huelga se crea la primera comisión estable al margen del Sindicato Vertical —el sindicato fascista del régimen— que negocia con l os patronos y consigue arrancar importantes reivindicaciones. Este hecho es el mito fundacional de las Comisiones Obreras.
El 9 de marzo comienza otra movilización en el pozo María Luisa, en Ciaño, la conocida como «huelga del guaje», ya que lo que había hecho estallar el conflicto era la reducción del número de guajes, de ayudantes de los picadores. Primero, se empieza con una jornada de «bajos rendimientos», sin sacarse carbón. Y después, se produce un encierro dentro del pozo. Y se extiende el conflicto a todas las minas del valle del Nalón, a modo de solidaridad: Fondón, Mosquitera, Carbones Asturianos, Carbones de la Nueva, Modesta, Molinucu, Sotón y Coto Musel. Se trata del primer conflicto en Asturias desde el final de la guerra que se extiende más allá de un pozo minero.
Y en 1958, tras conseguir los miembros del PCE varios delegados para el Sindicato Vertical en las minas de las Cuencas, el 4 de marzo comienzan una huelga por la jornada de siete horas en María Luisa y el Fondón, primero con «bajos rendimientos» dentro del pozo y después con una huelga de brazos caídos. El día 7, ocho trabajadores son despedidos de María Luisa. Esto genera un movimiento amplio de solidaridad que hace que la huelga se extiende a toda la Cuenca del Nalón y más tarde a Gijón. En total, llegan a ponerse en huelga 20.000 trabajadores.
Estas huelgas serán el inicio de un ciclo de movilizaciones, que durará hasta 1964, y que pondrán a los mineros asturianos como ejemplos de lucha contra la dictadura a nivel nacional e internacional. En 1962, la «Huelgona» o «La Huelga del Silencio», entre abril y junio, abrirá la veda para un movimiento huelguístico que se extenderá por 28 provincias de todo el país y en el que participaran unos 60.000 trabajadores. Y conseguirán algo insólito, que no se volverá a dar en todo el periodo que dura la dictadura: un Ministro, José Solís, Secretario General del Movimiento y Delegado Nacional de Sindicatos, se desplazará a Asturias y acabará recibiendo a comisiones de obreros que en su mayoría no eran representantes del Sindicato Vertical y, en torno a una mesa de negociaciones, plantean cara a cara sus reivindicaciones obteniendo una respuesta favorable.
Pero claro, todas estas luchas serán contestadas con el régimen mayoritariamente con represión, con el palo, aunque en ocasiones no tenían más remedio que utilizar la zanahoria, presionados por la lucha y los acontecimientos. La Brigada Político Social y la Guardia Civil fueron los ejecutores de dicha represión. Se despidieron a trabajadores —en 1964 había unos 400 mineros despedidos por motivos políticos—, se los detuvo —en las huelgas del 58 fueron detenidas 300 personas, cientos también fueron los detenidos en agosto de 1962—, se los torturó —conocidas son las torturas a las militantes comunistas asturianas Anita Sirgo y Tina Pérez en 1963, que fueron rapadas al cero por los guardias civiles—, se los deportó —en 1962, un total de 126 mineros fueron deportados a diferentes zonas del Estado y no pudieron volver a Asturias hasta un año después, tras intensas luchas pidiendo su vuelta a casa— y se los metió en la cárcel —en 1958, fueron condenados por consejo de guerra a penas entre veinte y veinticinco años de cárcel por delito de «rebelión militar», 32 trabajadores—.
Esta es la historia en bruto de la lucha minera contra la dicta- dura franquista, que no pararía hasta la muerte de Franco —el 12 de marzo de 1965 se dará el episodio del Asalto a la Comisa- ría de Mieres y el 20 de marzo del mismo año el Asalto a la Casa Sindical de Sama de Langreo, por poner dos ejemplos—.
Inés ha sabido sacar un diamante en forma de novela de toda esta historia. Una novela que aunque sea personal, la historia de una familia, realmente la mayoría de los que vivieron aquellos años se pueden sentir plenamente identificados. Y para aquellos que no vivieron aquellos años pueden conocer de una forma amena y apasionada la historia de unos años que nunca se deben olvidar.