Ana y Celestino y Juan y Elena
Abilio Valdes Rodríguez
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© Abilio Valdes Rodríguez, 2017
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universodeletras.com
Primera edición: septiembre, 2017
ISBN formato papel: 9788417139339
Ana y Celestino
Novela en espinelas
Desde lo más intrincado
de una región campesina
un triste dolor germina
por el destino malvado
un amor crucificado
entre Ana y Celestino
hace que por el camino
de la dicha y el amor
ande la voz de un dolor
como un puñal asesino.
Ana y Celestino son
vecinos de aquella zona
cada uno, una persona
noble, de buen corazón
no padecen de ambición
son pobres, porque el destino,
no quiso que en el camino
hubiera riqueza alguna
y ni el amor por fortuna
tienen Ana y Celestino.
La madre de Celestino
es de la raza mulata
y odio cruel se desata
por quien de tal raza vino.
El padre de Ana, un genuino
racista de hueso a piel,
no quiere que hombre aquel,
hijo de la raza hermana
ponga sus ojos en Ana
que es blanca como un papel.
Pero la madre de Ana
Rosa, piensa diferente
a Juan, el padre que hiriente
rechaza esa raza humana.
De Celestino, la hermana
es una rosa trigueña
y como es lógico, sueña
tener un amor también
y sufre por el desdén
que de su raza se adueña.
El hermano de Ana sabe
de los dos el dulce enlace
y esto realmente les hace
la pena, ya menos grave
aunque en su pecho no cabe
la ira que se desata
en su padre, por la ingrata
vanidad de su racismo,
sin pensar que da lo mismo
la raza blanca o mulata.
Todo comienza un buen día
en un baile que se dio
donde Celestino vio
a la mujer que quería.
A bailar se disponía
con Ana y la fue a sacar
y sin hacerse esperar
la expresión de mala gana
de Juan, el padre de Ana
quien les prohíbe bailar.
Hija no quiero volver
a llamarte la atención
para mí esta situación
se tiene que resolver.
No quiero volverte a ver
hablando con esa gente
porque somos diferentes
y para hacer más sensato
no permito que un mulato
venga a mancharte la frente.
Padre, yo nunca pensé
que esperaras estos momentos
para herir los sentimientos
que desde niña guarde
ya por tus palabras sé
de tu mal sana intención
y si tus ideas son
relacionarte con él
te voy a ponerte la piel
del color de un camaleón.
Celestino no quería
intervenir en cuestión
porque la conversación
en mal punto lo ponía
pensó que mejor sería,
callado permanecer
porque Juan al ofender
la fuera a coger con Ana
y dijo, quizás mañana
él cambie su parecer.
Mamá, dígame ¿qué hacer?
Sé que a papá no le agrada
pero estoy enamorada
y no lo quiero perder.
Hija tienes que tener,
bastante resignación
porque ante tal situación
nunca tu padre razona
y sabes que no perdona
aunque le implores perdón.
Ya tendrá que razonar,
porque si se opone madre
voy a olvidar que es mi padre
y me tendrá que olvidar.
Ana debes de pensar
las cosas que vas hacer
debes paciencia tener,
que a veces hija querida
muchas cosas en la vida
no se pueden resolver.
Paso el tiempo lentamente
Celestino hablo con Ana
espera que una mañana
se haga un cambio en el ambiente,
cuenta lo que adentro siente
sin poderlo remediar
y al no poder encontrar
solución para sus males
deja las sendas rurales
y va a la Habana a estudiar.
Ana, mi prenda querida
tengo un tiempo que dejarte,
¿cómo poder explicarte
lo que te quiero en la vida?
Yo se que tu pecho anida,
el amor más hondo y puro,
y aunque de mi padre, el muro
se interponga en nuestro amor
ha de sobrarme el valor
para esperar el futuro.
Deja que el tiempo en su andar
decida nuestro amor Ana
mientras yo voy a la Habana
para acabar de estudiar.
Yo quiero verte graduar
y ya después de graduado
veremos el resultado
de nuestro amor Celestino
esperemos que el destino
nos tenga un sitio apartado.
Fue Celestino a la Habana
a terminar su carrera
mientras que con ansias espera,
muy triste y muy sola Ana.
Por otra parte, la hermana
de Celestino en su andar
se ha enamorado de Oscar,
hermano de Ana, por cierto
un hombre bueno y despierto
que vive para soñar.
Oscar habla con María
hermana de Celestino,
una tarde en el camino
que llega a una vaquería.
La muchacha no quería
enamorarse de Oscar
por no querer agravar
la conocida tragedia
la que por la raza media
en el campesino hogar.
Quiero que sepas María
que el amor que por ti siento
me hace olvidar el lamento
de la pobre hermana mía.
Oscar yo nunca podría
aceptar tu amor, no quiero
atravesar el sendero
por el que tu hermana pasa
para tu padre mi raza
es como un triste lindero.
No vuelvas a mencionar
de tu raza y de la mía
que yo te quiero María
sin límites para amar.
No puedo callar Oscar
porque me mata el temor
si de tu hermana el dolor
lo provoca Celestino
yo iré por ese camino
cuando te entregue mi amor.
Siguen los meses pasando
y la espera cotidiana
y una carta de la Habana
recibió Ana, y temblando,
abrió el sobre sollozando
leía con frenesí
estaba nerviosa sí
por las tantas emociones
en los primeros reglones
la carta decía así.
Amor aunque la distancia
nos tiene un puente tendido
jamás logrará el olvido
que yo borré tu fragancia
no padece de importancia
el tiempo y la lejanía
pronto a de llegar el día
feliz para nuestro encuentro
algo me dice pro dentro
que me quieres todavía.
Yo se que te desespera,
que te hace la vida amarga
con una espera tan larga,
que ya es inquietud y espera.
Ya buscaré la manera
de poder estar allá
pregúntale a tu mamá
si en ella puedo confiar
porque me quiero casar
y se opone tu papá.
Ana leyó entusiasmada
la carta; mientras leía
regocijo y alegría
se le noto en la mirada.
Pero tan desdichada
era tanta su amargura
cuando pensaba en la oscura
suerte, de su cruel destino
y pensaba en Celestino
y era mayor la tortura.
Me enteré que de la Habana
una carta recibiste
y te noto el rostro triste.
¿Cuál es la cusa mi hermana?
Mira Oscar no es de jarana,
verse en este desespero
yo a Celestino lo quiero,
lo mismo que tú a María
pero en tu vida y la mía
siempre se interpone un pero.
No te aflijas que la suerte
un día nos llega Ana,
todo en la vida mi hermana
no es tan malo ni tan fuerte
¿cómo yo puedo hacer verte,