QUE BAJE DIOS Y LO EXPLIQUE
Ramón Álvarez de Mon
LA PROEZA DE LA ÚLTIMA CHAMPIONS DEL REAL MADRID, NARRADA POR UN TESTIGO DE LUJO.
Lo que podréis leer en este libro bien podría corresponderse con el guion de una película de Hollywood. Una, cuya crítica fuera que dista demasiado con la realidad, que es demasiado fantasiosa, como de ciencia ficción, en la que sabes que el héroe vencerá contra todo pronóstico y de cualquier manera.
Se trata del relato de una nueva Champions League del Real Madrid, la Decimocuarta en concreto. Nada tiene de especial eso, dirían algunos, pero lo vivido en el Santiago Bernabéu entre el 9 de marzo de 2022 y el 4 de mayo del mismo año parecía una hazaña imposible incluso para el Real Madrid, el club de las remontadas. Una Copa de Europa perfecta en su imperfección, en su distancia con el cartesianismo imperante e impuesto por el relato dominante.
ACERCA DEL AUTOR
Ramón Álvarez de Mon Montoliu estudió derecho y diplomatura de empresariales en la Universidad Pontificia de Comillas (ICADE). En la actualidad es socio del bufete Álvarez de Mon- Senante Abogados.
Desde 2015 colabora en La Galerna. Tertuliano habitual del programa La Tribu de Radio Marca, desde hace cinco temporadas, actualmente se ha convertido en comentarista de todos los partidos del Real Madrid. También desde julio de 2021 es un habitual de El Gran Debate, de Gol TV. Además tiene su canal de YouTube Ramón Álvarez de Mon.
ACERCA DE LA OBRA
«No existe una forma razonable de explicarle a nadie que no sepa lo que es la historia de la Copa de Europa en el Santiago Bernabéu»
Carlos Martínez en el 3-1 de Karim Benzema al PSG
«Este es el territorio de los milagros, este es el territorio de lo que no está escrito, esto es el Real Madrid y el Bernabéu, esta es la Copa de Europa.»
Carlos Martínez en el 2-1 de Rodrygo al Manchester City
Un sorteo vergonzoso
E l 13 de diciembre de 2021 se celebraba el sorteo de los octavos de final de la Champions en la ciudad de Nyon, Suiza. El Real Madrid había logrado su clasificación brillantemente tras quedar primero en un grupo integrado también por el Inter de Milán, el Shakhtar Donetsk y el Sheriff Tiraspol.
El debut del conjunto madridista fue en el difícil estadio del Inter. Tras un duro partido en el que los italianos disfrutaron de más minutos de dominio, una combinación hacia el final del partido entre Camavinga y Rodrygo, recién salidos al campo, le daría una victoria fundamental al Madrid. Nadie podría sospechar que este gol no tendría nada de anecdótico visto lo que ocurriría meses después. El caso es que los blancos habían vencido en su casa al gran rival por el primer puesto en el grupo, el vigente campeón de la Serie A.
Poco después, el Real sufriría un tropiezo de lo más inesperado ante el Sheriff en el Bernabéu. Fue una de esas pocas veces en las que la suerte no acompañó a los madridistas. Por mucho que lo intentaron, solo lograron batir al portero visitante gracias a un penalti ejecutado a la perfección por Benzema. El gol postrero del Sheriff supuso una derrota dolorosa que contribuyó a ajustar un grupo liderado por los verdugos del Madrid.
Ante el Shakhtar, la presión era importante porque las cosas no marchaban demasiado bien en la liga tras la derrota ante el Espanyol. Los últimos precedentes ante los ucranianos decían que se habían perdido los dos partidos la temporada pasada. Pude saber que Ancelotti comentó internamente que le correspondía ajustar algunas cosas. El italiano había visto los partidos del año pasado y también observaba los problemas que su equipo estaba teniendo cuando trataba de presionar arriba. Con Casemiro, Kroos y Modrić no resultaba un planteamiento coherente, dado que no les sobraba la energía ni la velocidad para vivir lejos de su campo. Así que optó por plantear un bloque bajo que se mantendría durante gran parte de la temporada. El 0-5 fue un fiel reflejo de lo acertado del cambio. Vimos un doblete de Vinícius y goles de Rodrygo, Benzema y Kryvtsov, en propia puerta.
El partido del Bernabéu de poco después fue bastante más gris. El Real Madrid necesitó un doblete de Benzema para asegurarse una victoria que empezaba a aclarar el panorama de la clasificación. La anarquía del equipo ucraniano suele derivar en este tipo de partidos en los que coger sensaciones es complicado.
Ante el Sheriff tocaba asegurar la clasificación y dejar casi sentenciado el primer puesto. El Real Madrid completó un partido eficiente y funcional para evitar la desagradable sorpresa que había sufrido semanas antes en su feudo. Alaba, de falta, Kroos y, cómo no, Benzema pusieron el 0-3 que cumplía el doble objetivo de asegurar la clasificación para los octavos y de vengar la derrota sufrida anteriormente y que fue objeto de mofas y befas por parte de un antimadridismo sediento de satisfacciones.
Quedaba solo jugar ante el Inter de Milán en casa el 7 de diciembre. Al Madrid le valía un empate para ser cabeza de serie en el sorteo que tendría lugar días después. Kroos y Asensio aseguraron una victoria a la que también contribuyó la expulsión de Barella. Fue un partido más complejo de lo que mostraba el 2-0 final, ya que en su comienzo el Inter bien pudo adelantarse en alguna ocasión. Los quince puntos daban buena muestra de que la clasificación había sido casi perfecta, mientras el resto de los equipos españoles zozobraban o directamente pasaban a jugar la Europa League.
Volvamos al sorteo. El Madrid, cabeza de serie, se podía enfrentar al PSG, Sporting de Lisboa, Chelsea, Benfica y Salzburgo. Había, pues, dos rivales muy duros, PSG y Chelsea, y otros tres algo más asequibles. Inicialmente, la fortuna sonrió al Madrid, al que le cayó en suerte el verdugo del Barça, el Benfica. Un rival ante el que sería claro favorito, al menos sobre el papel. Se trataba del primer emparejamiento que dictaba el sorteo; sin embargo, una vez rematada la lotería, se comprobó una nueva chapuza que adulteró el resto de los emparejamientos, pero que dejaba libre de toda mácula el del Madrid, eso sí. Las dos horas siguientes se sucedieron entre rumores de respecto a si se anularía todo el sorteo o se dejaría lo que sí había sido válido. Parecía evidente que la equidad marcaba lo segundo, pero la UEFA demostró de nuevo una enorme torpeza y optó por la repetición del sorteo. Todo lo que diría públicamente el Real Madrid sería a través de Butragueño: «El sorteo ha sido lamentable, muy difícil entenderlo».
El nuevo sorteo no pudo tener más puntería y juntó al Real Madrid con el PSG, su nuevo archienemigo desde el pasado verano, cuando el conjunto blanco realizó varias ofertas para comprar a Mbappé y se encontró con la callada por respuesta por parte de los parisinos, que rechazaron doscientos millones por un jugador que acababa contrato y les había manifestado su intención de irse al Real Madrid. Para entonces, Al Khelaifi ya había mostrado su tremendo desprecio por los merengues. No solo por su interés en fichar a Mbappé, sino también por encabezar la docena de equipos que durante el mes de marzo habían anunciado la iniciativa de la Superliga, una competición que tenía como objetivo, entre otros, derrocar a una UEFA que se había casado con el PSG, club-Estado, ignorando su propia normativa del fair play financiero. Aquella competición ponía en jaque a los nuevos clubes-Estado, que actuaban con total impunidad. La propuesta era de doce equipos, pero nueve de ellos se echaron atrás públicamente, pese a seguir vinculados contractualmente; fuera como fuera, todo el mundo entendió que el liderazgo correspondía a Florentino Pérez. La respuesta de la UEFA, más allá de las amenazas de Ceferin, fue colocar a Al Khelaifi al frente de la UEFA y designar Saint-Denis como sede de la final tiempo después, cuando la invasión de Rusia a Ucrania hacía imposible mantener la sede de San Petersburgo, que era la inicialmente escogida.
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