Copyright edición en español © 2020 por Bold Type Books
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Publicado originalmente en inglés con el título My Sister: How One Sibling’s Transition Changed Us Both © 2020 por Selenis Leyva & Marizol Leyva bajo Bold Type Books, un sello editorial de Perseus Books, LLC, la cual es una subsidiaria de Hachette Book Group, Inc. Bold Type Books es una empresa de copublicación de Type Media Center y Perseus Books.
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Primera edición en español: mayo 2020
Traducción y corrección por LM Editorial Services | lmeditorial.com | info@lmeditorial.com en colaboración con Carmen Caraballo y diseño por Candace Ziegler. Ofrecemos todos los servicios para su publicación en español.
ISBN 978-1-64503-698-2 (tapa blanda) / ISBN 978-1-64503-702-6 (libro electrónico)
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Para Mami y Papi
Nunca he tenido que pensar mucho sobre mi identidad como mujer. Nunca he tenido que preguntarme quién soy o cómo el mundo me ve. Mi cuerpo, mi mente, mi corazón, incluso cuando pienso en mis primeros recuerdos, todo siempre se ha sentido conectado.
Desde temprana edad, jugué a las casitas. Siempre era la mamá acurrucando mi muñeca. Cuando mis senos comenzaron a cambiar, entendí que mi cuerpo era diferente al de mis hermanos y los otros muchachos que me rodeaban. Siempre me sentía de cierto modo delicada y de color rosa. Nunca cuestioné mis elecciones de mis colores favoritos o mi amor instantáneo por las muñecas Barbies. Nunca me hicieron sentir que la manera en que me movía, hablaba o me expresaba era ofensivo o incorrecto. La identidad de mi género me fue asignada al nacer y coincidía con mi alma; por lo tanto, simplemente era, y es, y me ha permitido simplemente ser.
Pero vivimos en un mundo en el cual a muchos de nosotros se nos dice constantemente que no podemos actuar de cierta manera porque no está “bien”.
Algunos de nosotros debemos constantemente corregir nuestros movimientos naturales, expresiones e intereses para ajustarnos mejor a lo que se espera de nosotros. Algunos de nosotros nos miramos en un espejo y la persona que se refleja ahí no es la persona que vive dentro de nosotros.
He tenido momentos en los que he odiado mi cuerpo, ya sea porque aumenté de peso o porque mi figura no coincidía con la de la mayoría de las modelos y actrices. He deseado senos más grandes, piernas más largas y esbeltas. Y también tuve momentos en que odiaba mis facciones afrolatinas. Cuando era niña, siempre me sentía fea en comparación con mis primas, quienes todas tenían piel clara y cabello bonito. Recuerdo que se quedaban mirándome o escuchaba comentarios que me hacían mirarme en el espejo y reconocer que mis facciones (mi piel, mi cara, mi cabello) eran consideradas feas. Cada vez que miraba mi reflejo, quería cambiar lo que veía. Crecí intensamente consciente de mis defectos, pensando que todos a mi alrededor creían que mi apariencia no era la “correcta”.
Pero no fue hasta que mi hermana Marizol comenzó su transición que realmente me detuve a pensar lo que ella podría haber estado sintiendo. No fue hasta que vi cuánto luchó desesperadamente por entenderse a sí misma y lo que le estaba pasando que realmente me tomé un momento para ponerme en sus zapatos.
Solo entonces me di cuenta de que había visto a Marizol sentirse incómoda y aislada gran parte de su niñez. Marizol a un lado, vacilante. Marizol decepcionada con los regalos. Marizol con equipo de futbol, incómoda y aburrida. Marizol atrapada, incapaz de vivir su verdad. Esto, por supuesto, fue cuando la conocía, no como mi hermana, sino como mi hermano, José. Recuerdo la primera vez que intenté entender estos recuerdos desde su perspectiva, para entender las emociones que ella pudo haber sentido. Al instante, estaba devastada. Solo entonces entendí que ella, como otras personas transgéneros, había estado viviendo en un estado de encarcelamiento donde algo estaba fuera de lugar. Ese “algo” es visto superficialmente por el mundo, pero profundamente sentido por la persona que está atrapada.
La realidad es que nunca habría pensado mucho en cómo sería ser transgénero si no hubiera sido por mi hermana. Esto no quiere decir que no simpatizaría con la lucha y la injusticia que las personas en la comunidad trans enfrentan diariamente, sino simplemente que probablemente no me hubiera tomado el tiempo para sumergirme completamente en las experiencias de otra persona; que no hubiera podido comprender lo que realmente significa vivir con una desconexión constante entre tu corazón, cuerpo y alma.
He sido testigo de la infancia de una persona que, a la edad de tres años, claramente tenía una desconexión entre el cuerpo y el cerebro. Antes de su transición, vi a mi hermana luchar como un niño torpe, siempre fuera de su propio mundo. Vi su tristeza en momentos que debería haber estado lleno de felicidad. Vi a un niño pequeño luchar contra su esencia natural en un intento de evitar la burla o el regaño. Vi y sentí su vergüenza más veces de las que desearía contar y, hasta el día de hoy, me atormenta.
Aunque vivimos en un mundo más receptivo que veinte años atrás, mi hermana todavía vive con temor. He estado con ella cuando alguien la “asusta” en público. Esto es, cuando alguien la llama un trans. He visto la energía de otros a nuestro alrededor cambiar cuando ella entra en una habitación. He visto las miradas.
También he visto a mi hermana completamente regocijada. La he visto sentirse hermosa, feliz y confiada. Y he visto cuán rápido, con una sola mirada o palabra, que todo eso puede ser borrado o robado de ella. Esta es la razón por la que quiero compartir con ustedes la historia de Mi hermana. Espero que vea, entienda y empatice con la jornada de Marizol. Que reconozca que ella, como todas las personas en el mundo, merecen sentirse seguras y amadas. Que ella merece ser reconocida y dirigida como la mujer que ella es y siempre ha sido.
M ARIZOL Y YO creemos que las personas tienen la capacidad para tomar control de su orientación sexual y su género, y que otros deben respetar sus elecciones. También reconocemos que las realidades de obtener una plena realización de una misma y ser debidamente afirmada por los demás, puede ser un poco incómodo. Por diecinueve años, nuestra familia y amigos conocían a Marizol por un género y nombre diferentes. Ese conocimiento y los hábitos formados durante años no fueron fáciles de modificar. Otros miembros de la familia y yo patinaríamos, usando los pronombres y nombres incorrectos. Esto es especialmente complicado cuando se hace referencia a Marizol antes de su transición.