EMMA SEPÚLVEDA PULVIRENTI
Historia de un invisible
Mario Sepúlveda antes y después de la tragedia minera
Sepúlveda Pulvirenti, Emma
Historia de un invisible. Mario Sepúlveda antes y después de la tragedia minera / Emma Sepúlveda Pulvirenti
Santiago de Chile: Catalonia, 2019
ISBN: 978-956-324-723-7
ISBN Digital: 978-956-324-733-6
BIOGRAFÍA
920
Ilustración de portada: Francisco Javier Olea / @oleismos
Diseño y diagramación:
Documentos gráficos: archivo personal del autor
Corrección: Cristine Molina
Dirección editorial: Arturo Infante Reñasco
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Primera edición: agosto 2019
ISBN: 978-956-324-723-7
ISBN Digital: 978-956-324-733-6
Registro de Propiedad Intelectual: A-305609
© Emma Sepúlveda Pulvirenti, 2019
© Catalonia Ltda., 2019
Santa Isabel 1235, Providencia
Santiago de Chile
www.catalonia.cl – @catalonialibros
A la memoria de Ángela Pulvirenti Salinas.
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Hace más de nueve años estuve en el desierto de Atacama, en el campamento Esperanza, entrevistando a las mujeres de los treinta y tres mineros atrapados después del accidente de la mina San José. Con esos testimonios escribí el libro Setenta días de noche. 33 mineros atrapados: historia oculta de un rescate. En un capítulo de esa obra, aparecieron algunos detalles de la vida del minero Mario Sepúlveda relatados por su familia. En este nuevo texto está su verdadera y completa historia, antes y después del accidente que le cambió la vida para siempre, contada, en parte, con sus propias palabras.
E. S. P.
La vida no es sino una continua sucesiónde oportunidades para sobrevivir.
Gabriel García Márquez
ORFANDADES SUBTERRÁNEAS
¿Cuántas vidas puede haber en una historia de vida? ¿Están bien los 33? Los mineros llegan a la superficie como si nunca hubiesen estado en ella. No vuelven porque pareciera que nunca hubiesen estado arriba, como si siempre hubiesen estado sepultados, ocultos, subterráneos. ¿Existían en la superficie antes del accidente que los rescató del anonimato? Por supuesto, pero eran invisibles. Es la elocuente invisibilidad que ve Emma Sepúlveda al profundizar, ahondar, sobre la tragedia que vivieron los 33 mineros que estuvieron sepultados accidentalmente en la mina San José, de Copiapó, en el norte de Chile. En la trastienda de la tragedia, en medio de la incertidumbre, Emma entrevistó a las mujeres de los mineros. Luego vino su libro Setenta días de noche. 33 mineros atrapados: historia oculta de un rescate (2010).
En la doble emergencia -el accidente y la salida- la representación del conjunto, la vocería principal, la asume Mario Sepúlveda. Su personalidad arrolladora y liderazgo concitan la atención mediática y de quienes quisieron aprovechar algo del aura de fama transitoria que emitía. El halo de la popularidad. Mario Sepúlveda se convierte en la personificación del resto de sus compañeros de desgracia. Este libro nos revela que él se preparó, intuitivamente, para la ocasión; para ocupar el escenario y las eventuales conferencias.
Personifica la tragedia, el vencimiento de la adversidad, la actitud heroica. Es Súper Mario: persona y personaje. Más allá del ícono y de la superficialidad de la superficie, Emma Sepúlveda observa a la persona, su entorno inmediato y singularidad. Mario Sepúlveda es, al mismo tiempo, representativo y especial. Ampliando el estudio etnográfico, tal vez de las historias de vida de los 33 podría resultar que otros podrían tener esas cualidades como estereotipos del minero y arquetipos del héroe. Pero Súper Mario llamó la atención.
Concentrándose en él y su entorno familiar Emma Sepúlveda extrae un retrato caleidoscópico de un Chile popular. Su infancia increíble es la infancia increíble de muchos y muchas. La pareja compuesta por Mario y Katty ilustra el extenso guacherío presente en la pobreza chilena y latinoamericana. Niños y niñas que padecen el abandono, con padres conocidos o desconocidos; que sufren abusos; que soportan la sordidez y promiscuidad de la violencia intrafamiliar, el alcoholismo, la manipulación, las burlas, el miedo; víctimas de la explotación del trabajo infantil. Niños repartidos “como animalitos, entre los familiares que nos aceptaban”. Guachos. Vulnerados y vulnerables especialmente por la carencia de familia, de cariño. La soledad. El abandono. Las humillaciones. Parece extraordinario, pero no lo es. Las salidas de escape son reconocibles: el internado, la conscripción militar, el vagabundeo (con su tacita choquera y una cuchara), la delincuencia, la religión. Y, en el mejor de los casos, la resiliencia con empatía social que rompa el círculo de la desesperanza: el estudio vespertino, el trabajo: “Los pobres sabían que yo era uno de ellos y, aunque no sabían los detalles de mi vida, adivinaban que mi pasado era igual al de ellos”.
La infancia de Mario y Katty está marcada por el guacherío. Son resilientes, protegen a sus hijos para que no vivan la niñez de sus padres, hacen realidad el sueño de la casa propia; sin embargo, el fantasma del abandono, del aislamiento, ronda ese hogar como un fatalismo: otra adversidad que enfrentar.
La tragedia en la mina San José, entonces, no es el primer quiebre biográfico de la víctima de un país indolente. Mario Sepúlveda es un sobreviviente desde antes. No de la sepultación en la mina, sino de una vida de abusos. Siente felicidad allá abajo. El accidente, paradójicamente, es la oportunidad para su protagonismo; para salir, eufórico, de la invisibilidad personal y de sus compañeros: “Sentí que en mis hombros estaba el peso de la vida de todos los treinta y tres”. Y el humor, uno de los principales pilares de la resiliencia comunitaria, fue su recurso característico que lo ayudó a cohesionar el grupo.
La indolencia se expresaba de otra manera: una extensión de un patrón explotador que había tenido en su niñez: “La seguridad de los trabajadores no era importante para los dueños de la mina; solo querían ganar más lucas y punto”. Los empresarios no atendieron las advertencias sobre el peligro, no instalaron la escalera de escape para caso de accidentes, la comida para esos casos estaba vencida. Después, las promesas, el presidente de gira con el papelito “Estamos bien los 33” y un ministro corrupto se empinó desde ahí como presidenciable. La invisibilidad de los pobres continúa. En tanto, los Mario Sepúlveda toman la vida como un desquite, reconocen sus vergüenzas, superan los miedos, mantienen el humor, defienden su memoria. Los invisibles buscan la grieta por la cual salir de la oscuridad.
Jorge Montealegre I.
El porqué de la historia
Supe la historia de Mario Sepúlveda mucho antes de conocerlo a él en persona. Me enteré de los detalles de su vida cuando grabé la historia afuera de la mina San José. Durante las semanas que estuve en el campamento Esperanza, pasé largas horas hablando con su familia, especialmente con Scarlette Sepúlveda, la hija mayor de Mario. En nuestras conversaciones me contaba a menudo anécdotas de su padre, un hombre poco convencional, pero al mismo tiempo religioso, comprometido y luchador incansable por los derechos de los trabajadores. En medio de esas historias de vida había algo diferente, intrigante y complicado en las imágenes que me presentaban de esta persona. Un mundo confuso, magnético y a veces irracional aparecía como parte integral de la existencia de Mario Sepúlveda.
Sus hijos y su esposa a menudo me hablaban del increíble sentido de humor que tenía Mario, que conseguía hacerlos reír en los momentos más difíciles y convertirse siempre en el payaso de todas las fiestas, pero también podía ser un hombre serio, un líder generoso y fuerte, capaz de mover montañas y lograr lo que se proponía “aunque tuviera a medio mundo luchando en su contra”. Me contaron también de la vida difícil y dolorosa que había tenido Mario, prácticamente huérfano, que se crio en la más terrible de las pobrezas en el sur de Chile. Y durante estas largas conversaciones, entre lágrimas de dolor y desesperación —por la inseguridad de las operaciones de rescate que se llevaban a cabo en la mina San José—, esta familia aseguraba, con increíble confianza, que Mario Sepúlveda saldría de la mina vivo. No tenían dudas de que este hombre, más grande y fuerte que un coloso humano (interiormente), lograría salvarse y salvar a su grupo en el rescate más conmovedor de principios del siglo XXI. Y así fue. La confianza que tenía esta familia en las habilidades y el poder invencible de Mario, junto con su inquebrantable fe en una fuerza divina, fueron claves para que sobrevivieran los treinta y tres mineros atrapados, después del derrumbe del 5 de agosto de 2010.
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