todo es
por gracia
Lunes sin mi viejo pastor
JOSÉ LUIS NAVAJO
© 2012 por Grupo Nelson®
Publicado en Nashville, Tennessee, Estados Unidos de América. Grupo Nelson, Inc. es una subsidiaria que pertenece completamente a Thomas Nelson, Inc. Grupo Nelson es una marca registrada de Thomas Nelson, Inc. www.gruponelson.com
Todos los derechos reservados. Ninguna porción de este libro podrá ser reproducida, almacenada en algún sistema de recuperación, o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio —mecánicos, fotocopias, grabación u otro— excepto por citas breves en revistas impresas, sin la autorización previa por escrito de la editorial.
A menos que se indique lo contrario, todos los textos bíblicos han sido tomados de la Santa Biblia, Versión Reina-Valera 1960 © 1960 por Sociedades Bíblicas en América Latina, © renovado 1988 por Sociedades Bíblicas Unidas. Usados con permiso. Reina-Valera 1960® es una marca registrada de la American Bible Society, y puede ser usada solamente bajo licencia.
Citas bíblicas marcadas “DHH” son de La Biblia Dios Habla Hoy, 3era. Edición®, © 1996 por la Sociedad Bíblica Internacional. Usada con permiso.
Editora General: Graciela Lelli
Adaptación del diseño al español: Grupo Nivel Uno Inc.
ISBN: 978-1-60255-732-1
Impreso en Estados Unidos de América
12 13 14 15 16 QG 9 8 7 6 5 4 3 2 1
Contenido
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A tí, que mantienes tus manos en el arado y entierras tus
pies en el barro de la sagrada labranza.
Verás inundarse de vida el surco que has abierto con tu
esfuerzo y regado con tus lágrimas, y entonces reirás
Un día le pedí a Dios instrucciones para vivir.
Al acercar su voz a mi oído me susurró con dulzura:
Sé como el sol: levántate temprano y no te acuestes tarde.
Sé como la luna: brilla en la oscuridad, pero sométete a la luz mayor.
Sé como los pájaros: come, canta, bebe y vuela.
Sé como las flores: enamoradas del sol, pero fieles a sus raíces.
Sé como la fruta: atractiva por fuera y saludable por dentro.
Sé como el día: que llega y se retira sin alardes.
Sé como el oasis: da tu agua al sediento.
Sé como la luciérnaga: aunque pequeña emite su propia luz.
Sé como el agua: buena, transparente y sin pretensiones de sabor.
Sé como el río: siempre hacia adelante.
Y por sobre todas las cosas…
Sé como el cielo: la morada de Dios.
Desperté del placentero sueño y de inmediato supe que tenía el antídoto para la ansiedad.
La hoja de ruta a la verdadera paz.
El síndrome de burnout (o síndrome del «quemado») suele desencadenarse por múltiples causas, y se origina principalmente en profesiones en las que se tiene estrecho contacto con las personas, especialmente cuando existe una intensa relación interpersonal.
Un factor que se suma al anterior, facilitando aun más la aparición del burnout, es la existencia de horarios de trabajo excesivos. Por ello se ha encontrado este síndrome —en múltiples investigaciones— especialmente cuando el trabajo supera las ocho horas diarias, o cuando no se ha cambiado de ambiente laboral en largos periodos de tiempo, y cuando la remuneración económica es inadecuada.
Además de lo ya mencionado, el burnout se suele presentar en situaciones laborales en las que los altos niveles de exigencia se han vuelto un hábito inconsciente y asumido, e incluso con la carga añadida de que esta autoexigencia es socialmente valorada como ejemplar o positiva.
En otras palabras, el ministerio pastoral es una profesión de alto riesgo para este síndrome, por lo que este libro viene a ocuparse de un problema poco tratado, pero que sin duda tiene una alta incidencia entre quienes asumen con seriedad la responsabilidad del ministerio pastoral.
Desde un punto de vista conceptual, el síndrome de burnout (también llamado síndrome de desgaste profesional o síndrome de desgaste ocupacional —SDO— o del trabajador desgastado o del trabajador consumido o, incluso, síndrome del quemado por el trabajo) es un padecimiento que consiste en la presencia de una respuesta prolongada de estrés en el organismo ante los factores estresantes —emocionales e interpersonales— que surgen en el trabajo.
Esta situación de estrés emocional prolongado provoca una serie de síntomas, especialmente la fatiga crónica y el progresivo descenso del rendimiento hasta llegar a la falta de eficiencia.
Durante este proceso de deterioro (habitualmente sin que la persona se dé cuenta de ello, debido a su avance paulatino y lento) las consecuencias de este padecimiento en la salud pueden ser graves: afectación en las relaciones interpersonales dentro y fuera del trabajo, desgaste o pérdida de la empatía con los demás, así como otros síntomas emocionales (espe–cialmente la depresión) y también físicos (insomnio crónico, afectación cardiovascular).
Las principales áreas «seculares» en las que se ha investigado este padecimiento han sido la docencia (maestros) y los trabajadores sanitarios (especialmente la enfermería y también los médicos). A ellos se añaden teleoperadores (de centros de llamadas en contacto directo con el público), profesiones de la ayuda personal como trabajadores sociales, terapeutas familiares y profesiones o trabajos similares en una lista cada vez más larga.
Pero el síndrome de burnout no se presenta únicamente en el mundo laboral empresarial; ataca de la misma forma y, a veces con enorme intensidad, a deportistas de élite.
En general, las mujeres son las víctimas más propensas a este síndrome; les afecta con más frecuencia que a los hombres.
En cuanto a características particulares, son más propensas a padecer el síndrome de burnout las personas altamente capacitadas y comprometidas con su trabajo, lo que facilita que los intereses profesionales o laborales lleguen a estar por encima de sus logros personales.
La evolución habitual es que la persona afectada por este síndrome sin saberlo, intenta esforzarse cada vez más ante lo que valora como un incumplimiento de su responsabilidad al ver su bajo rendimiento, lo que va unido a sensaciones de culpa, de fracaso. Un círculo que es una auténtica cárcel de la que solo podrá salir cuando se derrumbe de manera absoluta, o si alguien cercano se da cuenta de lo que está ocurriendo y logra hacérselo ver, de modo que acepte buscar ayuda y una salida.
Este libro será por ello una herramienta en la que mirarse como un espejo, y útil para diagnosticar si nosotros mismos, o alguien cercano, está en el proceso de quemarse en vida.
PEDRO TARQUIS ALFONSO
ADJUNTO DE MEDICINA INTERNA EN UN HOSPITAL PÚBLICO DE MADRID,
ESCRITOR Y PERIODISTA
Soy pastor y tengo miedo, porque no estoy seguro de serlo… No lo estoy de casi nada. La única seguridad que ahora mismo me embarga es un crudo sentimiento de inseguridad.
Es lunes y el reloj del salón acaba de anunciar las nueve. Delante de mí tengo un vaso con esquejes de acebo. Tras las ventanas de enfrente, el jardín nevado. La tierra no se ve; solo una mullida y blanca alfombra punteada de verde.
Aunque el terso y limpio cielo parezca desmentirlo, es pleno invierno. Ningún ruido llega hasta aquí, ni el canto de los pájaros. La mañana es un remanso. Tanto se complace en sí misma que produce la impresión de que se hará perpetua y hoy no anochecerá.
Un tibio sol, redondo, rojo y cargado de promesas, asciende a su lugar reclamando su turno, y desde el cielo inmaculadamente azul se derrama la vida; pero yo estoy tiritando, porque una heladora sensación se ha asentado en mis entrañas.
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