Luis Gutierrez - Meretrices y psiquiatras

Luis Gutiérrez Maluenda nació en Barcelona en 1945. Estudió ingeniería industrial, marketing y trabajó una temporada como gestor de grandes cuentas en el sector informático. Es conocido gracias a sus novelas Putas, diamantes y cante jondo , finalista del premio Mejor Primera Novela del 2005 otorgado por la Asociación Brigada 21; Música para los muertos , Novela del Mes nombrada por Radio Euskadi y la revista Miscelanea , y 806 solo para adultos , finalista del premio Yo Escribo. Aficionado a jazz y blues , Luis Gutiérrez publicó el ensayo Jazz y blues en la novela negra americana y dio una serie de conferencias al respecto en varias universidades españolas: Universidad Carlos III de Madrid, Universidad de Salamanca y Universidad Autónoma de Barcelona. De su pluma han salido otros ensayos y cuentos editados en numerosos medios: Coloquio de los Perros, LH’ Confidential, Protesis entre otros. Actualmente reside en el barrio de San Andrés, afirma que su gran pasión sigue siendo la lectura y se inspira para escribir paseando por el casco antiguo de la capital catalana.

MERETRICES Y PSIQUIATRAS

CONFESIONES DE UN LOQUERO

Ficción contemporánea

Derechos de autor: © Luis Gutiérrez Maluenda, 2015

Primera edición: mayo de 2015

Dirección editorial: Maria Rempel

Diseño de la portada: © Roger Navarro, 2015

Ejemplar promocional

© de esta edición:
Flamma Editorial, S.L., 2015
http://www.flammaeditorial.com

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Luis Gutiérrez Maluenda

MERETRICES Y PSIQUIATRAS

C ONFESIONES DE UN LOQUERO

Flamma Editorial

Por mucho que los seres humanos la tengan en tanta consideración, la corrección política es una mierda. Y, por supuesto, no tiene nada que ver conmigo.

DIOS

Capitulo uno y final

P ulular por este mundo de mierda sin saber con exactitud qué haces en él, es, como mínimo, una broma de mal gusto. Cualquiera, con un poco de sensibilidad, al ver el lamentable arsenal de defensas que le ha proporcionado mamá, debería preguntárselo. Es la pregunta del millón de dólares y se la han hecho miles de millones de seres a lo largo de la historia.

No hay constancia de que alguien haya encontrado la respuesta. Quizás Buda, de ahí su inmovilidad plácida, la mirada perdida y la enorme barriga, ¿un embarazo de ideas?

Tal vez haya más gente que ha encontrado la respuesta, quizás detrás de cada tubo de barbitúricos tomados de un largo trago se esconda un descubrimiento. Claro que hay excepciones, gente que pretende conocer la razón por la que ha venido a este mundo.

Me apresuro a aclarar que yo tampoco sé qué coño hago en este valle de lágrimas, pero me gano la vida fingiendo que sí lo sé. Y hay gente que se lo cree. Ustedes verán según vayan leyendo.

Les hablaré de algunos amigos míos: Marcel dice que venimos a este mundo con el único propósito de envejecer y morir. Pero es que Marcel es médico y este es su negocio. Si la gente no enfermase y muriese, él tendría que trabajar de asesino a sueldo (una forma como otra de acabar con los problemas existenciales del prójimo).

Pero a mí lo que dice Marcel me parece una idiotez. Yo, como la inmensa mayoría de la gente, no quiero ni envejecer ni morir. Para algo tan simple no era necesario el viaje. Y si ese es realmente el propósito, él que lo haya organizado es un verdadero hijo de puta. No me lo creo, tiene que haber otra cosa. Qué se yo, pero un tablero en forma de esfera achatada por los polos y un montón de lamentables seres dando vueltas por ahí, manejados por quien haya achatado los polos, me parece poco.

No se me ocurre cuál debe ser el premio de andar dando vueltas por el mundo, si ese es el caso. Por eso, de vez en cuando, me emborracho. Cada vez con mayor frecuencia, si hemos de ser sinceros, aunque estoy lejos del alcoholismo. No es que emborracharse arregle nada, pero estás demasiado mareado para preguntarte qué haces en este universo y con tenerte en pie es suficiente.

Marcel en más de una ocasión se emborracha conmigo, o sea que su explicación tampoco le debe satisfacer.

Valeria tiene otra forma de ver las cosas. Dice que venimos a este mundo con el fin de cumplir con la Madre Naturaleza. La Madre Naturaleza quiere que nos reproduzcamos y la conservemos en buen estado de salud, aunque para ello nosotros quedemos jodidos. Probablemente esa sea la razón de que, cuando me cuentan acerca del cambio climático, el agujero en la capa de ozono y la deforestación, pienso que sí, que somos una panda de bordes, pero que se joda la Naturaleza, que más o menos estamos en paz, nos jodemos mutuamente. En el fondo la culpa es suya por habernos dejado crecer, si es tan lista ya tenía que haber previsto que algo tan lamentable como el ser humano tarde o temprano se la jugaría.

Pero volviendo a Valeria, ella dice que ya ha cumplido con Mamá Naturaleza una vez y que con eso ya tiene suficiente, ahora quiere disfrutar de la estancia. Yo la ayudo tanto como puedo. Y otros también, lo hago constar como dato estadístico. El hecho de que Valeria tenga otros amantes tiene ventajas e inconvenientes. Acepto las unas y los otros, estos últimos con mala cara, pero qué le vamos a hacer.

En el fondo de lo que se trata es de que, al enfrentarte al mundo y estrellarte, no lo hagas solo. Hasta para estrellarte es bueno estar acompañado.

Gonzalo, el patético hijo de Valeria, tiene explicación para todo, pero lamentablemente no es capaz de iluminarnos con su sabiduría. Tiene diecinueve años: a esa edad se tiene que estar hecho de muy buen material para no caer en la autocomplacencia y creerse Dios Todopoderoso sin necesidad de demostrarlo. Es un estudioso de su propio ombligo y no cree que merezca la pena perder un solo segundo en los ombligos ajenos. A no ser que al ombligo le sigan unas braguitas de blonda.

A pesar de la indiferencia que le merece el ser humano en general ya nos ha informado de que va a escribir una novela que será la madre de todas las novelas, en ella quedará todo claro. De momento ya ha cubierto la primera de las etapas necesarias para escribir la madre de todas las novelas: nos mira a todos con la necesaria conmiseración.

Y —¿por qué no?— somos sus personajes.

Se cree Dios, aunque en realidad sea solo un pajillero de mierda.

Yo hago más cosas aparte de emborracharme con Marcel y, eventualmente, sin su compañía. Escucho música, mucha música — jazz y blues , tangos y fados, rock y clásica—, veo películas y leo novelas poco complicadas, ese tipo de literatura que cultivan tipos a los que les gusta sonreír e ironizar sobre sí mismos en primer lugar y sobre el resto de la humanidad a continuación. Antes leía a Becket y a Saramago, a Ionesco y a Joyce, (no solo el monólogo de Molly Brown, que ha leído todo el mundo, despreciando el resto del tomazo, y van cantando maravillas de Joyce), era inocente en aquel tiempo. También hago otras cosas pero estas son las interesantes.

Si Valeria se entera que no la he incluido a ella en la lista de cosas interesantes me pedirá que le devuelva la llave de su cama. Cuando no está ocupada por otro me refiero. Así que vamos a incluir a Valeria en la lista de cosas interesantes.

Carrizo también tiene su explicación, dice que en este mundo estamos para purgar los pecados de una vida anterior, pero es que Carrizo tiene una novia budista que se pasa el día dándole al karma.

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