Massi - Massi 2. Massi y el Ciclo de la Vida

Nada más abrir un ojillo esta mañana, me he puesto en pie de un salto y he cogido aire para decir a grito pelao :

Y, como todos los días, he chillado tan fuerte que incluso después de bajar las escaleras se ha seguido oyendo:

«¡BUENOS DÍAS!…
¡BUENOS DÍAS!…
¡BUENOS DÍAS!…» ,

dicho por una especie de voz distorsionada, pero casi idéntica a la mía.

O sea que otros Massis fantasmagóricos me han devuelto el saludo vete tú a saber cuántas veces. Y eso me ha dejado con un mal cuerpo que ni os cuento. Con una sensación de…

¡DE POR POCO HACÉRMELO ENCIMA! ,

no voy a mentir, ¡porque menudos sustos da el eco hasta que sabes que solo es eso, simple eco!

Y pensaréis: «Si lo haces todos los días y todos los días te mueres del miedo, ¿POR QUÉ LO HACES, CHALADO? ». Y yo, dependiendo de quién seas y de cómo me pilles, te puedo responder de varias formas:

Pero la respuesta más sincera es que lo sigo haciendo por pura tradición. Por no cambiar nada y, sobre todo, ¡para que nada cambie! Porque tengo la sensación de que, si hago lo mismo todos los días, todos los días serán igual de tranquilos y de extremadamente normalitos. Es decir, que serán días en los que no se repita nada ( PERO NADA DE NADA ) de lo que pasó con Massi.exe y el APOCALIPSIS que montó en mi ciudad y del que aún me estoy recuperando.

Por eso, en cuanto me he envalentonado con lo del eco, he hecho lo segundo que siempre hago todos los días: ir en busca de Rin y Kimi y servirles un buen plato de comida gourmet . Que en su caso sigue siendo pienso. ¡Pero qué pienso!

— ¡A darse el gustazo, chicas! —les he dicho mientras las he observado devorar sus platos.

Muy atento a sus lametones gatunos y sus ronroneos de satisfacción. Y, por momentos, con ganas de probar yo mismo el pienso de siete sabores que les pongo. Que no sé con qué lo harán, pero tiene tooooda la pinta de estar riquísimo… Con ese olor a recién salido del horno. Tan tostaditos y listos para deshacerse en tu boca. Y, por lo que oigo de los mordisquitos de las gatas, al mismo tiempo crujientes, con una textura solo al alcance de los dioses…

¡Y DE MIS GATAS! ¡PFF!

Lo que me ha faltado para no poder aguantarme, para caer en la trampa y lanzarme al ataque de ese plato. ¡Pero lo he hecho! Con mucha fuerza de voluntad, he aguantado y me he resistido al pienso.

Durante un rato, al menos.

Porque…

¡AL FINAL, HE CAÍDO EN LA TENTACIÓN Y ME HE SERVIDO UN PLATO!

Cosas que pasan, supongo… Y, en mi caso, cosas que pasan muy rápido, puesto que a los cinco minutos ya habíamos acabado de zamparnos las tres raciones y estábamos dispersándonos para hacer la digestión cada uno por su cuenta.

Rin se ha adueñado del arenero y ha empezado a rascarse la espalda contra las esquinas. Kimi, con tal de ser original, se ha metido por uno de los huecos del radiador y se ha camuflado como si fuera un camaleón. Y yo me he tirado un rato en el sofá y me he puesto a pensar en si mi atracón de pienso podría hacer que el día cambiara lo más mínimo.

« ¡Seguro que no, Massi! Probar un poquito de pienso es lo típico que se hace en un día normal… Todo el mundo lo ha hecho alguna vez, aunque sea por curiosidad científica. Así que no te puede afectar en nada. ¡En nada de nada! », me he dicho.

Y, justo entonces, alguien ha picado a la puerta.

TOC- TOC -TOC…

— ¿¡Quién es!? —he gritado desde el sofá mientras en mi cabeza mi propia voz me medio amenazaba: «¡Haz lo que sea para que no se desmadre la situación, Massi! ¡CUALQUIER COSA! ».

— ¡SOY YO! —ha contestado alguien con tonillo de crío.

—«Yo» ¿quién? ¿El Bebé Noob?

— ¡Claro que no! ¡Vamos, déjame pasar!

—¡Estoy muy a gustito en el sofá!… ¡Si tan bien me conoces, entra tú mismo!

—Es que no llego… —me ha dicho después de unos segundos.

— ¿Qué?

— ¡LA MANILLA! Que me queda muy lejos…

—No sé a qué varilla te refieres.

— ¡HE DICHO LA «MANILLA»!

—¿¡De qué manita me estás hablando, oye!?

— ¡AAAAAAAAAAAAH! —se ha puesto a rabiar—.

¡ÁBREME LA PUERTA DE UNA VEZ!

Y, sin entender aún lo que estaba pasando, me he levantado y me he dirigido a la entrada. Un poco con la pachorra, pero también indignado por el hecho de que me estuvieran cortando la digestión.

— ¡Menudo corte de digestión me has dado! —he gritado nada más abrir.

Solo que el chillido se ha perdido hacia la nada…

¡PORQUE FUERA NO HABÍA NADIE!

— ¿HOLA? —he dicho, rebuscando a izquierda y derecha sin encontrar una sola alma.

—Aquí… —me ha indicado de repente una vocecilla, desde abajo.

¡Tan abajo como que estaba a la altura de mis rodillas!

¡PORQUE ERA UN BEBÉ!…

Uno como cualquier otro, pequeño, calvo y con la cabeza y el culo exageradamente grandes en comparación con su cuerpecito.

Y, al mismo tiempo, un bebé único. Ya que, sin ser el Bebé Noob, se ha plantado en mi puerta como si tal cosa. ¡Sin nadie que lo controle! Y, por si eso fuera poco, además ha aparecido envuelto en una ropa de adulto que arrastraba por el suelo.

— ¿¡DÓNDE ESTÁN TUS PADRES!? —le he preguntado al renacuajo.

—JA. Ahora te preocupan mis padres… Pero si soy yo, Massi. Soy… —ha empezado a presentarse el bebé, señalándose a la vez hacia la coronilla con uno de sus deditos.

—Un bebé calvo como cualquier otro, ya veo —lo he interrumpido.

—No soy cualquier otro, soy…

— ¡Déjame pensar, bebé!

Y le he tapado la boca a ese maleducado. ¡Porque hay que ver lo creciditos que están hoy en día los bebés!

—Pero si es que soy…

— ¡Pasa! ¡Venga, pasa para dentro, que me tienes contento! —le he dicho cortándole de nuevo, para ganar tiempo y acabar de decidir lo que hacía con él.

Y el pequeñín lo ha intentado. Enseguida, se ha puesto en marcha meneando sus caderitas hacia el interior de la casa. ¡Y por poco lo consigue! Pero justo, al final, se ha tropezado con su propia ropa. Y, ¡PUMBA! , se la ha pegado contra la puerta.

— ¡BUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! —ha empezado a lloriquear.

— ¡Shht! ¡Que no me dejas pensar! —he intentado consolarlo yo.

Pero, al parecer, los bebés de ahora son complicados como un demonio. Por eso, el cariño con el que le he mandado callar no ha servido de nada y el renacuajo se ha puesto a llorar con más fuerza todavía.