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Las referencias a libros, películas y artículos dadas aquí de manera sintética pueden encontrarse de manera precisa en la bibliografía.
Capítulo 1
1). Fuentes
El mejor texto resulta sin duda las memorias de su padre, Ernesto Guevara Lynch: «Mi hijo El Che», que hay que leer con el necesario distanciamiento con el que se tiene que trabajar todo el material elaborador del santoral guevarista: repletas de anécdotas, algunas veces fuera de encuadre cronológico. Se complementan con las entrevistas que le dio a Mariano Rodríguez («El niño de las sierras de Altagracia» en «Con la adarga al brazo») y a Mario Mencia.
Es extraordinariamente útil el trabajo de Adys Cupull y Froilán González «Ernestito vivo y presente», que más allá del simplismo de algunos pies de foto y el carácter iconográfico, tiene la virtud de ser una recopilación exhaustiva de testimonios y una muy buena selección de fotografías no conocidas previamente.
Al Che sin duda le hubiera puesto muy nervioso tanta reverencia ante su infancia, es un tema del que hablaba muy poco; la única referencia en escritos posteriores aquí citada se encuentra en una carta a Lisandro Otero del 23 de junio del 63, nada autocomplaciente, que se recoge en algunas ediciones de sus obras escogidas.
Hay algunas entrevistas con su madre, que tocan el tema de la infancia y la primera juventud de El Che; la mejor sin duda es la realizada por Julia Constenla: «Cuando Ernesto Guevara aún no era El Che».
El testimonio de su hermana Ana María se encuentra en «Hablan la hermana y el padre del Che», publicado en la revista ABC de Lima. El testimonio de su hermano Juan Martín en «Mí hermano El Che», de Luis Adrián Betancourt. El de su hermano Roberto en el libro citado de Cupull y González. Su prima la Negrita, Carmen Córdoba de la Serna, testimonia en «Ernesto y los poemas de amor» una entrevista de Cupull y González publicada en Verde Olivo.
La genealogía familiar de los Guevara y los Lynch se encuentra en el apéndice de la edición española de «Mi hijo El Che».
Una buena recolección de testimonios de amigos de infancia puede encontrarse en el reportaje de Elio Constantín: «Por las huellas del Che en su 45 aniversario» y en el artículo de Mariano Rodríguez Herrera: «El niño de las sierras de Altagracia».
Sobre su estancia en Córdoba existe un excelente y lúcido texto escrito por Dolores Moyano Martín: «A memoir of the young Guevara», en aquellos años su vecina, y los recuerdos de Alberto Granado en «El Che y yo» en el libro colectivo «Guevara para hoy».
Muy interesante la visión que del joven Ernesto tienen sus amigos «republicanos» españoles, los niños del exilio, Fernando Barral y José Aguilar, recogidas en las narraciones «Che estudiante» y «La niñez del Che», respectivamente.
Aportan pequeños elementos a este capítulo su acta de nacimiento, el «Atlas histórico, biográfico y militar de Ernesto Guevara», una entrevista con Raúl Maldonado que luego fuera su estrecho colaborador; la biografía de JGS en la revista mexicana Sucesos, los artículos de Mariano Rodríguez Herrera: «Un joven llamado Ernesto», de Aldo Isidrón del Valle y Fulvio Fuentes: «Che, niñez, adolescencia, juventud» y los apuntes pata una biografía del Che del propio Aldo Isidrón. Las referencias a sus cuadernos de adolescencia en María del Carmen Ariet: «Che, pensamiento político».
2). Diccionario filosófico
Son siete cuadernos, se ha perdido el cuatro. Ariel, quien fuera auxiliar de su viuda. Alei-da March, tuvo acceso a estos documentos aún inéditos y cerrados pata la mayoría de los historiadores y los comentó en su libro. Un par de páginas se reproducen en «Ernestito…». Parece ser que El Che mantuvo estas anotaciones hasta ]955 en México, cuando tenía 27 años.
Capítulo 2
1). Fuentes
En «Mi hijo El Che», su padre rescata uno de los cuadernos, el primero, sobre su viaje en bicimoto por las provincias argentinas. Su reflexión sobre su primer contacto con la Medicina en un discurso a los trabajadores del Ministerio de Salud en 1960. Referencias en su libro «Diario de Viaje» y en los trabajos de Granado: «Con El Che por Sudamérica» y «El Che y yo»: Granado también entrevistado por Isidrón en «Un viaje en moto de Argentina a Venezuela».
La correspondencia y relación con Tita Infante en «Cálida presencia» y en el texto de Tita: «Evocación de ti a un año de la muerte del Che» en el epílogo de «Ahí va un soldado de América».
Los testimonios de Ana María. Carlos Figueroa. Juan Martín, en el trabajo de Cupull y González «Ernestito…».
Ver sus calificaciones uiversitarias en el apéndice de la edición española de «Mi hijo El Che». Resultan interesantes además los trabajos de Coustantín, Elmar May, «Che Guevara» y Daniel James: «Che Guevara, una biografía», y el de Cárdenas: «Médico y soldado», así como el citado de Dolores Moyano y el reportaje «Hablan el padre y la hermana del Che».
2). La separción familiar
No hay referencias en los trabajos de Guevara Lynch a esta historia. Si existió ha sitio ig-notada en la versión del padre del Che, que se ha vuelto la versión oficial. Daniel James que a su vez es repetido por Limar May, dice que los padres se separaron a causa de los conflictos económicos y la infidelidad de don Ernesto y que él puso un despacho en la calle Paraguay donde dormía, aunque pasaba por la casa. No he encontrado otros soportes a esta historia, que él fecha en el 19.
Las cartas de Ernesto durante los tres años siguientes están indistintamente dirigidas al padre, a la madre, o a ambos, lo que hace suponer que vivían juntos. Aunque es cierto que Ernesto mantiene una cierta reserva con su padre, igual al cariño sin límites que tiene por su madre. ¿Se explica esta diferencia por los motivos anteriores?
Capítulo 3
1). Fuentes
El Che dejó una larga narración sobre este primer viaje por América Latina en su libro «Notas de Viaje» que ruine la primera parte del trayecto hasta su salida del leprosario de Huambo, además en su artículo sobre Machu Pichu en la revista Siete de Panamá, reproducido en Casa de las Américas, así como fragmentos del diario sobre el que reescribiría en el libro de su padre «Mi hijo El Che» y la carta a Tita Infante desde Lima en «Elnestito…» de Cupull y González, donde da noticias de la primera parte del viaje.
En contrapunto la versión de Alberto Gra nado en su libro «Con El Che en Sudamérica» y el artículo «Un largo viaje en moto de Argentina a Venezuela».
Resultan interesantes las versiones de su padre en las entrevistas de Mencia: «Así era mi hijo Ernesto» y de Mariano Rodríguez: «Catando El Che comenzó a recorrer nuestra América».
Su paso por Panamá está bien documentado en el libro colectivo «Testimonios sobre El Che», coordinado por Marta Rojas.
Además, aportan algunos elementos los artículos de Sanjuana Martínez: «Unidad de Latinoamérica y necesidad de armas, apuntes de su diario juvenil», José Aguilar: «La niñez del Che», Aldo Isidrón: «Che Guevara, apuntes para una biografía», Dolores Moyano: «The making of a revolutionary. A memoir of young Guevara», Julio Martí: «Mambo Tango navega el Amazonas» y la biografía del Che escrita por JGS en la revista Sucesos.
Dos datos esenciales en la entrevista que me dio Marta Rojas en La Habana y en la evocación que hace Tita Infante de su amigo en el epílogo de «Ahí va un soldado de América».
2). Sobre el diario
En una conversación con Jorge Castañeda me hacía notar las diferencias entre la versión del diario que da su padre en «Mi hijo El Che» y «Notas de viaje». Donde él veía una manifestación de censura dolosa, yo tan sólo encuentro algo frecuente en Ernesto: la reescritura de un texto. Sus diarios siempre estuvieron pensados como material para reescritura. Así hizo de su diario de guerra los materiales que luego se recopilaron en «Pasajes de la guerra revolucionaria», y haría lo mismo en África. Entiendo pues, que «Notas de viaje» es una reescritura del diario, tal como El Che dice, «a más de un año de aquellas notas», en la que por cierto se pierde la secuencia día a día que debió estar en el primero. Nuevamente, el hecho de que todos los materiales del Che no se hayan dado a la luz induce a estas confusiones.