Stephen R. Covey
LA SABIDURÍA Y EL LEGADO
Stephen R. Covey falleció en julio de 2012, dejando a su paso un legado único gracias a sus enseñanzas sobre liderazgo, manejo del tiempo, eficacia, éxito e incluso amor y familia. El doctor Covey, autor bestseller de libros clásicos de autoayuda y de negocios, no escatimó un solo esfuerzo por ayudar a los lectores a reconocer los elementos claves que los llevarán a alcanzar el éxito personal y profesional. Sus libros han vendido más de veinticinco millones de ejemplares en treinta y ocho idiomas, y Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva fue nombrado el libro más influyente de negocios del siglo veinte. Fundó la Fundación FranklinCovey, y por varias décadas trabajó con líderes de compañías y políticos internacionales en su búsqueda por un mejor desempeño.
PRIMERA EDICIÓN VINTAGE ESPAÑOL, ENERO 2014
Copyright de la traducción © 2013 por Ariadna Molinari Tato
Todos los derechos reservados. Publicado en coedición con Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. de C. V., México, D.F., en los Estados Unidos de América por Vintage Español, una división de Random House LLC, Nueva York, y en Canadá por Random House of Canada Limited, Toronto, compañías Penguin Random House. Originalmente publicado en inglés como The Wisdom and Teachings of Stephen R. Covey por Free Press, una división de Simon & Schuster, Inc., en 2012. Copyright © 2012 por Franklin Covey Co. Copyright de la presente edición para América Latina y Estados Unidos en lengua castellana © 2013 por Penguin Random House Grupo Editorial, S. A. de C. V.
Vintage es una marca registrada y Vintage Español y su colofón son marcas de Random House LLC.
Información de catalogación de publicaciones disponible en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.
Vintage ISBN: 978-0-8041-6966-0
eBook ISBN: 978-0-8041-6967-7
Diseño de la cubierta de Eric Fuentecilla
www.vintageespanol.com
v3.1
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
Este libro cristaliza la sabiduría de uno de los maestros más grandes de nuestros tiempos: el doctor Stephen R. Covey.
Durante su juventud, el doctor Covey debía trabajar en el negocio hotelero de su familia, pero pronto descubrió que aquel no era su camino. Deseaba hacer una contribución distinta, ser un maestro, dedicar su vida a desencadenar el potencial humano. “Cada ser humano es valioso y está dotado de un potencial y capacidad enormes, casi infinitos”, escribió.
Para lograrlo, estudió en la Escuela de Graduados de Harvard, trabajó como profesor universitario y luego amplió su círculo de influencia como consultor de negocios y líderes políticos. Al publicar, en 1989, Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva —libro que es considerado por muchas personas como uno de los más influyentes de nuestros tiempos—, el doctor Covey logró y sigue logrando tener un impacto a nivel mundial. Tanto este como otros de sus libros pueden hallarse en hogares, oficinas y bibliotecas de todo el mundo.
Sus enseñanzas y su propia historia de vida nos recuerdan el poder de los principios perdurables. A él no le interesaban las modas pasajeras ni complacer a otros para ser reconocido. Más bien se apasionaba por articular y enseñar las verdades inmutables e intemporales de la vida, las cuales pueden aplicarse con el mismo provecho tanto al éxito profesional como a una satisfacción personal profunda. Asimismo, su vida estuvo guiada por estas mismas verdades, como pueden atestiguar innumerables amigos, familiares y aprendices.
Organizadas bajo los principios decisivos de la vida —como integridad, equilibrio, visión y amor—, las historias y citas presentes en este libro ilustran dichos principios de manera accesible y compendiada.
Aunque el doctor Covey ya no se encuentra entre nosotros, siempre contaremos con sus generosas y eternas enseñanzas: que la verdad es auténtica y evidente en sí misma, que no se puede vivir sin principios y esperar que el universo nos dé un lugar en él, y que la vida es algo muy valioso que bien puede desperdiciarse en cosas mediocres o invertirse en actos de grandeza.
NOTA PARA LOS LECTORES
Esta compilación ha sido tomada de diversos libros y artículos. Cada cita está acompañada de un número que corresponde con uno de los textos referidos en la bibliografía, la cual se encuentra al final del libro.
EL PRINCIPIO
DE RESPONSABILIDAD
Stephen, mi hijo de siete años, se ofreció a cuidar el jardín de la casa.
—Observa, hijo —le dije—. ¿Ves cómo el césped de nuestro vecino está verde y limpio? Eso es lo que buscamos: verde y limpio. Ahora mira nuestro césped. ¿Notas la mezcla de colores? Eso no es lo que queremos, pues no es verde. Verde y limpio es lo que necesitamos.
Dos semanas, dos palabras: verde y limpio.
Pasó el sábado, y él no hizo nada. Domingo… nada. Lunes… nada. El martes, al sacar el auto del garaje, volteé a ver el césped amarillento y cubierto de desperdicios. El caluroso sol de julio se elevaba por los cielos.
Era inaceptable. Estaba molesto y desilusionado por sus acciones.
Estuve a punto de llamar a un jardinero, pero ¿qué efecto tendría eso en su sentido interno del compromiso?
Fingí una sonrisa.
—Hola, hijo. ¿Cómo va todo?
—¡Bien! —contestó.
Me mordí la lengua y esperé a que termináramos de cenar. Entonces lo interpelé.
—Hijo, hagamos aquello que acordamos. Salgamos al jardín para que me muestres cómo va tu trabajo.
Cuando nos acercamos a la puerta, la barbilla comenzó a temblarle, los ojos se le llenaron de lágrimas y, una vez que estábamos fuera, sollozaba.
—¡Es muy difícil, papá!
“¿Qué es tan difícil?”, pensé. “¡Si no has hecho una sola cosa!” Pero yo ya sabía en dónde radicaba la dificultad: en la autogestión y la autosupervisión. Así que le dije:
—¿Puedo ayudarte de alguna forma?
—¿Lo harías, papá? —dijo, conteniendo el llanto.
—¿Recuerdas cuál era nuestro trato?
—Sí. Dijiste que me ayudarías si tenías tiempo.
—Pues ahora tengo tiempo.
Entró corriendo a la casa y regresó con dos costales. Me entregó uno.
—¿Recogerías esas cosas? —dijo, señalando la basura que había quedado de la parrillada del sábado anterior—. Es que me da asco.
Lo hice. Hice exactamente aquello que me pidió. Fue entonces cuando mi hijo firmó el trato en su corazón. El jardín se volvió suyo; él lo gestionaría.
Sólo volvió a pedirme ayuda dos o tres veces más durante el resto del verano. El resto del tiempo, él cuidó el jardín. El césped nunca estuvo tan verde ni el jardín tan limpio.