Nunca pensé escribir un libro. Siempre pensé que si lo
escribiera se lo dedicaría a mi mujer, a mis hijos, a mis
nietos y a mis amigos.
Por esas cosas que pasan en la vida, resulta que antes
tenía muchos amigos, pero ahora tengo más, lo cual es
una bendición.
Por tanto, la dedicatoria cambia ligeramente y va
dirigida a mi mujer, a mis hijos, a mis nietos y a mis
MUCHOS amigos.
A la familia quiero decirle que ya sé que es lo normal,
pero que llegar a casa y que todos te reciban con cariño
es una maravilla.
A mis amigos quiero decirles que desayunar con ellos,
o comer con ellos, o cenar con ellos, o echar risas por
teléfono con ellos es otra maravilla.
Por tantas maravillas, A TODOS, muchísimas gracias.
San Quirico (pueblo imaginario), diciembre de 2008.
Si todavía no te has enterado de lo que está pasando, este es tu libro. En La Crisis Ninja y otros misterios de la economía actual, Leopoldo Abadía te explica de manera clara y positiva que hasta de las peores situaciones se puede salir bien parado y sacarle partido. Todo esto poniendo al mal tiempo buena cara y sin perder nunca el sentido del humor. ¿Cómo es posible que algo que ocurre en Illinois afecte inmediatamente a nuestro bolsillo? ¿En qué se parece la economía de mi casa a los tan lejanos Presupuestos Generales del Estado? ¿Qué tienen que ver en todo esto la ética y la decencia? Desde su San Quirico imaginario, rodeado de una realidad cotidiana, un vecino, un perro y un petirrojo, Abadía, el nuevo gurú de la economía, responde a estas y otras preguntas «a lo Leopoldo».
Leopoldo Abadía
La crisis ninja
y otros misterios de la economía actual
ePUB r1.1
Batera28.09.14
Leopoldo Abadía Pocino, 2009
Retrato de portada: Javier Tles
Editor digital: Batera
Corrección de erratas: Batera y TaroD
ePub base r1.0
LEOPOLDO ABADÍA. Nacido en Zaragoza en 1933. Se doctoró en Ingeniería industrial y ha ejercido como profesor de la escuela de dirección de empresas de Navarra (IESE) durante más de 35 años impartiendo la asignatura de Política de empresa. Del mismo modo, ha sido docente de la Harvard Business School. Fundador y presidente del grupo Sonnenfeld, compañía dedicada al asesoramiento y optimización de los recursos de las empresas, se dio a conocer a raíz de la publicación de su glosario de términos económicos, exponiéndolos de forma sencilla y comprensible para el ciudadano de a pie.
Abadía afirma no tener ni idea de economía, y encabezando una labor didáctica para sí mismo, es donde nace su obra La crisis Ninja y otros misterios de la economía actual. Dicha obra ha sido ampliamente referenciada desde todos los ámbitos, teniendo incluso repercusión en las más altas esferas del panorama económico español. En ella, el autor trata llanamente en clave de humor, temas como la crisis o el escándalo Madoff.
Después de que su trabajo sea conocido casi a nivel mundial gracias a Internet y a sus intervenciones televisivas, Leopoldo Abadía continúa con su labor de hacer comprensible lo incomprensible de la economía.
E PÍLOGO
E l bar está medio vacío. Algunos parroquianos fumando en la barra delante de cafés o copas. El enorme ventilador del techo, despejando el humo de las farias aliviando el cargado ambiente. Fuera, una lluvia intermitente alterna con tibios rayos de sol. Es un día raro. Un día de otoño en San Quirico.
Mi amigo está sentado enfrente de mí. Del ibérico y del vino apenas quedan los restos. Las servilletas están todas en su sitio. Y el mantel de papel, con algún resto de comida, pero sin una palabra escrita, ha cumplido por una vez su modesta misión. Nada más.
Hoy hemos hablado del bien y del mal. De sus cosas y de las mías. De lo que hablan normalmente los amigos. De sus hijos y de los míos. De nuestras mujeres. De problemicas de lo más cotidiano. Y de alegrías, cotidianas también. De la vida. Lo que hacen los amigos. Hoy no hemos hablado de economía ni de crisis.
«Están invitados», dice el camarero. Sonreímos. «Yo creo que está agradecido porque no hemos gastado servilletas», comenta con sorna mi amigo.
Nos levantamos. Cada mochuelo a su olivo. Antes de despedirnos, me para y me dice: «Leopoldo, no quiero estropearte el día, pero en estos meses del año he vendido menos. Mucho menos… Si no te lo digo reviento. Y ya me gusta que hayamos hablado de la vida, pero esto tiene mala pinta».
«Tienes servilletas», le digo. «Que no sé si te ayudarán a vender más. Pero a lo mejor te ayudan a discurrir para ver cómo capeas el temporal».
«Las repasaré», promete.
«Las ordenaré y escribiré para que se entiendan», le digo.
Llego a mi casa. Durante el corto trayecto me acuerdo de una cosa que me dijo, hace muchos años, mi amigo Juan Antonio: «Estamos montados en un barco navegando a toda velocidad hacia la arena».
Pues bien. Ya hemos llegado. Ya hemos roto el casco contra las rocas y estamos varados en la arena.
Si ponemos agua debajo del barco la absorberá la arena. A lo mejor remojamos el casco y conseguimos que el barco resbale y vuelva al agua. Pero mejor que vuelva al agua reparado. O se hundirá.
Es la hora de actuar con sentido de Estado y con sentido común.
Es la hora de la responsabilidad individual y la responsabilidad global. Por este orden.
Es la hora de la iniciativa.
Empieza a hacer frío. Cierro la puerta y dejo a Helmut fuera. Para él es una temperatura agradable. Llego al despacho y me pongo a pasar esas servilletas a limpio. Hace días que no veo al petirrojo. Debe de estar en su casa con su familia a resguardo del frío.
Cuando voy a empezar a escribir, los veo. En la puerta del despacho. Como si pidieran permiso para entrar. El «nuestro», inconfundible, rechoncho, con esa mancha naranja viva y sin parar de dar saltos. Como si fuera su casa. Supongo que el otro es «la petirroja». Más prudente, guarda una cierta distancia. Me levanto con cuidado y les abro la ventana. No para que se vayan. Para que se sientan más libres.
Revolotean un rato y se suben a la barandilla de la terraza. Algo se dicen. Probablemente estén hablando de mí. Les veo optimistas, sin distracciones, prudentes.
El petirrojo me mira durante unos segundos. Se vuelve, cuchichea algo y tras dar un par de saltitos, se van volando.
Como flechas, hacia las alturas.
San Quirico, diciembre de 2008.
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D E I LLINOIS A S AN Q UIRICO.
L A C RISIS N INJA
S AN Q UIRICO
T engo una casa cerca de Barcelona, en un pueblo muy bonito, San Quirico. Es la casa familiar, a la que mi mujer y yo, nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros amigos y todos los que han pasado por ella le tienen un gran cariño.
Es una casa grande, hecha con mucha ilusión. Al arquitecto solo le dimos dos instrucciones: que hubiera muchas camas y muchos cuartos de baño. Veníamos de una casa alquilada por allí cerca, donde las colas en la puerta del único cuarto de baño eran muy frecuentes y muy largas. Salió una casa con veintidós camas y siete cuartos de baño. Como la familia ha seguido creciendo, a veces hay que recorrer varios lavabos antes de encontrar uno libre.