Digitalízate
Cómo autoeditar y por qué
David Gaughran
Traducido del Inglés por Isabel Ferrer
Cubierta diseño por Kate Gaughran
Publicado julio 2014 por Arriba Arriba Books
Edición Kindle
Copyright © 2011-2014 David Gaughran
Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseno de la portada, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, sin el previo permiso escrito del editor. Todos los derechos reservados y los autores de la Tercera Parte se reservan el derecho de sus respectivas contribuciones.
Introducción
Ésta es la parte del libro donde se supone que debo demostrar mi valía, dar una larga lista de impresionantes títulos, hablar de mis años de experiencia en el mundo editorial de Nueva York y citar con entusiasmo todos los libros que he escrito. Pero ¿quieres que te diga una cosa? No me es posible hacerlo. Y sin embargo, sí puedo publicar libros que parecen profesionales como el que estás leyendo ahora. Y si sigues leyendo, puedo enseñarte cómo se hace. Lo primero que debes saber es que cualquiera puede hacerlo .
Si tienes la capacidad técnica de manejar una cuenta de correo electrónico y descargar este libro, tienes la capacidad para aprender todo lo necesario para ser editor. Sí, has oído bien: editor. Nunca olvides que se trata de eso: un negocio. Si adoptas una actitud profesional y estás dispuesto a dedicar el tiempo necesario, es posible que incluso ganes algo de dinero. Todo depende de ti. No hay vigilantes que prohíban la entrada ni nadie a quien culpar si fracasas.
Creo que ahora lo que toca es que hable un poco de mí. Me llamo David Gaughran y soy un escritor irlandés de 33 años residente en Suecia. Tengo en mi haber un par de libros y varios relatos. Dediqué 18 meses a enviar textos de muestra a agentes británicos y norteamericanos, y recibí más de 300 rechazos antes de entrar en razón y recuperar el control de mi vida. Todavía recuerdo el día: el domingo, 3 de abril de 2011. El día en que mi vida cambió para siempre. El día en que decidí ser editor.
Había pasado toda la semana en cama con gripe y dedicado la mayor parte del tiempo a asimilar los cambios producidos en la industria editorial. Barry Eisler acababa de renunciar a 500.000 dólares para montárselo por su cuenta, y la estrella de la autoedición Amanda Hocking acababa de firmar un contrato de dos millones de dólares con una editorial neoyorquina. Para mí, estos dos acontecimientos, si bien directamente opuestos, eran una prueba de la seriedad de la autoedición. Empecé a prestar atención a los autores que se autoeditaban, como Joe Konrath y Dean Wesley Smith, que hacían públicas sus cifras de ventas, cifras reales, y animaban a los demás a dar el salto.
Aun así, no estaba seguro de que quisiera autoeditar mi novela. En ese momento, aún había unos cuantos agentes interesados en mí y no sabía qué iba a pasar. Decidí empezar con un par de relatos, para tantear el terreno, y luego continuar con una colección. Mi intención era ver si ganaba algo de dinero y comprobar hasta qué punto era difícil autoeditar. Sabía que tenía mucho que aprender; lo que ignoraba era lo divertido que sería.
Este libro te enseñará a hacer exactamente lo que hice yo: a empezar con nada y publicar tu propia obra a nivel profesional y luego distribuirla para que cualquier persona en cualquier parte del mundo pueda leerla después de descargarla y pagarte por ella.
El subtítulo del libro es: «Cómo autoeditar y por qué». Eso no es simple escaparatismo. La Primera Parte da una visión general del mundo editorial, un mundo en constante cambio. Explica por qué las grandes editoriales se enfrentan a grandes dificultades, la manera en que Internet ha revolucionado la edición hasta el punto de que un escritor, trabajando por su cuenta, puede vivir de su obra, y por qué realmente no hay que temer la piratería. Echa por tierra los mitos en torno a la autoedición, siendo el principal el de que no se gana dinero. También explica por qué es un momento ideal para ser escritor y cómo puede uno aprovechar los cambios sísmicos que están produciéndose.
La Segunda Parte trata de los intríngulis de la autoedición digital. Lo cubre todo: cómo buscar un corrector de estilo, conseguir una cubierta profesional, dar formato al libro para ofrecer una presentación perfecta en todos los dispositivos, elaborar una buena estrategia de precios, así como toda una serie de consejos de marketing que incluyen temas desde el uso de blogs, redes sociales, reseñas y concursos, hasta cómo detener una caída de ventas.
Por último, en la Tercera Parte, ofrezco ejemplos inspiradores de 33 autoeditores de superventas que explican con sus propias palabras sus experiencias.
Por qué decidí autoeditar
He estado escribiendo cosas sueltas desde que fui capaz de sostener un bolígrafo, pero no me he dedicado en serio a ello hasta hace cinco años. Todo empezó en un viaje a Sudamérica, donde me quedé fascinado con una antigua historia sobre las guerras de la independencia. Empecé a investigar los antecedentes —sólo por curiosidad—, y antes de darme cuenta ya estaba escribiendo una novela histórica. Era un monstruo, y tardé más de tres años en escribirla, pero me dio una excusa para volver a Sudamérica durante otros nueve meses. Cuando por fin acabé, empecé a mandar textos de muestra.
Me pasé 18 meses indagando entre agentes y enviando propuestas, y reescribí la novela tres veces basándome en sus comentarios. En Navidad del año pasado, creí que todo ese arduo trabajo por fin había dado fruto. Un agente neoyorquino con mucho futuro y muy respetado se interesó en representarme y hablamos por teléfono en dos ocasiones. Me dijo que se había «enamorado» de mi novela, que todo el mundo en su despacho la había leído, que a todos les había encantado, y que era «magnífica, arrasadora y realmente genial». Pero luego ya no volví a saber nada más de él. Eso me desanimó mucho. Ni siquiera fui capaz de hacer acopio de la energía necesaria para buscar a otro agente. Estaba enfrascado en una segunda novela, pero empecé a dudar de todo. Había perdido la alegría de escribir.
Había leído algo sobre la autoedición, pero sólo me lo planteé como opción la semana en que Amanda Hocking firmó un gran contrato y Barry Eisler renunció a otro. Me pareció que esos hechos daban validez a la autoedición y me pasé una semana atormentándome con la duda de si debía autoeditar mi novela.
Salí del impasse cuando decidí empezar con unos cuantos relatos. Ya había tenido cierto éxito con la publicación de relatos en revistas y antologías, así que me pareció una manera poco arriesgada de aprender el proceso y comprobar al mismo tiempo si quería hacer lo mismo con mi novela. Por esas mismas fechas empecé a escribir un blog sobre mi experiencia. Al cabo de un par de semanas, recibía 200 visitas diarias y se entablaban animadas conversaciones en los comentarios.
Después de cuatro semanas de preparativos frenéticos y de trabajar hasta altas horas de la madrugada, saqué a la venta mi primer libro electrónico. Al final del primer día alcanzó la lista de éxitos de los 40 Relatos Principales de Kindle y recibió críticas excelentes. En los tres meses posteriores a mi decisión de autoeditarme, nunca había dedicado tanto tiempo a la escritura. Aparte de crear un blog y colgar en él más de mil palabras al día, tuve que contratar a un corrector y encontrar un diseñador gráfico. Tuve que aprender a dar formato a libros electrónicos partiendo de cero y a venderlos.
Todo el proceso de la autoedición me pareció de lo más emocionante. Me encantó ser el único que controlaba lo que podía escribir, lo que podía publicar, y cómo lo publicaba. Me encantó tener la última palabra hasta para el detalle más insignificante, elegir el precio y promocionar yo mismo el libro. Me encantó idear concursos divertidos.
Pero lo más gratificante fue lo mucho que aumentó mi productividad como escritor, incluso pese a todo el trabajo de más que eso supuso. La autoedición tiene algo muy motivador. Supongo que es saber que el lector verá tu trabajo en cuanto lo hayas acabado, y será él —y nadie más— quien decidirá si vale o no. Es muy democrático.
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