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Para Tony Adami.
P REFACIO
E l concepto de cultura es multifacético, por lo que resulta difícil elaborar una teoría completamente unificada sobre él. Así que este libro sacrifica una hipotética unidad estricta en su argumentación a fin de abordar su tema desde distintas perspectivas. Comenzaré examinando los sentidos del término «cultura», para explorar a continuación algunas diferencias clave entre la idea de cultura y la noción de civilización. Después abordaré la doctrina posmoderna del culturalismo, según la cual la cultura es esencial en la existencia humana, y al hilo de este examen someteré los conceptos de diversidad, pluralidad, hibridez e inclusividad a algunas críticas que no están de moda actualmente. También discutiré los principios del relativismo cultural.
La cultura puede verse como una suerte de inconsciente social, y con esta idea en mente examinaré la obra de dos de sus principales exponentes: el filósofo político Edmund Burke, un autor cuyos textos son ampliamente conocidos, pero al que no se suele asociar con la noción de cultura; y el filósofo alemán Johann Gottfried Herder, cuyo pensamiento, extraordinariamente original, sobre cuestiones culturales no está tan en boga como debería. Asimismo comentaré algunos aspectos relacionados con la cultura como inconsciente social en la obra de T. S. Eliot y Raymond Williams, dos pensadores para los que la cultura es un concepto sumamente vital, pero desde perspectivas políticas diametralmente opuestas.
En un capítulo sobre Oscar Wilde rendiré homenaje a este crítico cultural, uno de los más audaces y gratos, al tiempo que recapitulo algunas de las versiones de la cultura examinadas hasta el momento. Entonces consideraré la cuestión de por qué la idea de cultura ha ocupado un lugar tan preponderante en una Edad Moderna a la que con frecuencia se tacha de filistea, y propondré una serie de razones. Entre ellas, destacan la idea de cultura como crítica estética o utópica del capitalismo industrial; el auge del nacionalismo revolucionario, el multiculturalismo y la política identitaria; la búsqueda de un sustituto de la religión, y la aparición de la llamada industria cultural. Asimismo, examinaré críticamente la doctrina del culturalismo, según la cual la cultura impregna toda la existencia humana, así como la cuestión del relativismo cultural. La conclusión presenta una serie de razones en el sentido de que la cultura no es tan fundamental para las sociedades modernas como piensan algunos de sus apologistas.
Los lectores perspicaces observarán que un motivo irlandés recorre el libro, desde Swift, Burke y Wilde hasta la política anticolonialista irlandesa.
T. E.
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C ULTURA Y CIVILIZACIÓN
«C ultura» es una palabra excepcionalmente compleja —la segunda o la tercera más compleja de la lengua inglesa, según se ha afirmado —, pero hay cuatro grandes significados que destacan en especial. Puede designar 1) un corpus de obras intelectuales y artísticas; 2) un proceso de desarrollo espiritual e intelectual; 3) los valores, costumbres, creencias y prácticas simbólicas en virtud de los cuales viven hombres y mujeres, o 4) una forma de vida en su conjunto. «Cultura lapona» puede significar la poesía, la música y la danza de los lapones, o puede incluir su comida, los deportes que practican y su religión; o puede ampliarse aún más de forma que cubra a la sociedad lapona como un todo, abarcando su red de transportes, su sistema de votación y sus métodos de eliminación de residuos. En todos estos casos, lo que puede ser típico de la cultura lapona quizá no sea privativo de esta. Por ejemplo, los lapones comen carne de reno, pero también lo hacen otros pueblos. Están obligados por ley a llevar neumáticos para la nieve en invierno, pero esto también ocurre en otras regiones septentrionales. Sin embargo, en Laponia podemos visitar a Santa Claus en su hogar, en el círculo polar ártico, durante todo el año, algo que probablemente no sea posible en ningún otro lugar del planeta.
La cultura en el sentido artístico e intelectual del término puede muy bien entrañar innovación, mientras que la cultura como forma de vida generalmente es una cuestión de hábito. Se puede componer un nuevo concierto o publicar un nuevo periódico, pero cuando se trata de la cultura en el sentido más amplio del término, la idea de un nuevo evento cultural suena un tanto contradictoria, aunque por supuesto tales cosas se dan. En este aspecto, la cultura es lo que hemos hecho antes —incluso lo que, quizá, nuestros antepasados hicieron millones de veces—. Para que nuestro comportamiento sea válido es posible que deba ajustarse al suyo. La cultura entendida como arte puede ser de vanguardia, mientras que la cultura como forma de vida es sobre todo una cuestión de costumbre. Como la cultura artística con frecuencia es minoritaria —pues incluye obras a las que no resulta fácil acceder—, es diferente en este sentido de la cultura como proceso de desarrollo, que se podría considerar más igualitaria. Si los que ahora carecen de cultura pueden cultivarse más adelante, es posible que cualquiera sea capaz de acumular capital cultural, con tal de que se lo proponga. Podemos atender nuestro desarrollo espiritual durante años, lo mismo que la agricultura implica atender un crecimiento natural durante un periodo de tiempo. En este sentido, la cultura no es algo que se adquiere de una vez, como una mascota o la gripe.
En términos generales, los tres primeros significados parecen más útiles que el cuarto (la cultura como una forma de vida en su conjunto), que corre el peligro de abarcar demasiado. Raymond Williams señala que «la dificultad de la idea de cultura es que constantemente nos vemos obligados a ampliarla, hasta que casi llega a identificarse con la totalidad de nuestra vida colectiva» . Exactamente por qué nos vemos «obligados» a ampliarla no está claro, pero Williams tal vez está en lo cierto al ver algunas tendencias inflacionistas incorporadas en el término «cultura». En cualquier caso, no parece que le preocupen tanto como deberían. Si el sentido estético de la palabra puede que sea demasiado estrecho, el antropológico quizá sea demasiado amorfo. Aun así, el significado más amplio es de utilidad. El propio Williams ilustra la diferencia entre la cultura como arte y la cultura como forma de vida, señalando que la cultura de la clase obrera británica no se refiere a la pintura y la poesía, sino más bien a instituciones políticas: los sindicatos, el movimiento cooperativo, el Partido Laborista, etcétera. Para el filósofo alemán Johann Gottfried Herder, cuya obra examinaré más adelante, la cultura comprende la industria, el comercio y la tecnología tanto como los valores y los sentimientos.