PRÓLOGO
En los años 70, era yo un jovencísimo R1 de Neurología, ayudando en una dura guardia de Hospital a mi “R” grande. Ambos deseábamos echar una cabezadita, hacia las 4 de la madrugada, cuando la enfermera de la planta nos pidió autorización para dar un tranquilizante a una pobre paciente ansiosa que no podía dormir. Arturo Goicoechea (mi “R” grande), al que todos los jóvenes admirábamos ya por su rigor científico y por su sensatez, con el libro Estupor y Coma de Plum y Posner en un bolsillo de su bata y el martillo y el diapasón en la otra, rechazó la petición de la enfermera. Con paciencia y cariño habló y tranquilizó a la paciente durante larguísimos minutos. Al fin la dejó plácidamente dormida. Sólo entonces nos pudimos retirar a descansar. Aprendí mucha Neurología aquel día.
Arturo Goicoechea no ha cambiado desde entonces. Ha sabido enriquecer su pensamiento con los conocimientos que la Neurobiología está aportando en los últimos años. Por esto sigue enseñándonos Neurología, aunque tenga dificultades en autodefinirse y utilice a veces el término de “neuronólogo”. Este texto que tiene en sus manos puede parecer, en una primera mirada, uno más de los muchos que se dedican a la explicación de fenómenos “mentales” o a la “autoayuda psicológica”. Una segunda mirada, desde otro ángulo, puede sugerir un conjunto de reflexiones filosóficas divulgativas sobre Biología del dolor, recordando una imitación de El Mundo de Sofía de J. Gaarder aplicado a las migrañas, pero no es así. El texto está pensado para los pacientes y, sobre todo, para los Neurólogos. Es un libro muy profundo, sustancialmente crítico con la Neurología convencional. Puede sonrojar a más de un colega, siempre que se acerque a su contenido con la mente abierta. Su nivel científico es muy alto a pesar de haber elegido una exposición llana y accesible al paciente con un nivel cultural suficiente, no necesariamente erudito en temas médicos. Si usáramos los índices del tipo “impact factor”, que evalúa el grado de rigor de una publicación, el que acumulan las publicaciones en las que se basan las ideas que se exponen multiplica las de cualquier publicación neurológica de la ciencia convencional sobre cefaleas. Pero se trata fundamentalmente de conceptos que pertenecen a la Neurobiología básica actual, que el autor aplica a la práctica clínica. Quizá a esta forma de enfocar tales conocimientos deberíamos llamarle, por fin, “Cerebrología”.
El libro nos ofrece un repaso didáctico a ideas fundamentales en la Neurociencia actual, tales como, por ejemplo, los conceptos de inflamación neurógena, copia eferente, sistemas de defensa, relación inmunidad-dolor, alodinia, neuronas espejo, impronta, aprendizaje, memoria de futuro, sistemas de recompensa... y muchos otros. Son conceptos que florecen a partir de los trabajos de autores esenciales en la actualidad, algunos de ellos premios Nobel como Gerald Edelman, Eric Kandel y Konrad Lorenz, y muchos otros como Antonio Damasio, Peggy Mason, Richard Dawkins, de honda raíz biológica evolucionista, así como David Butler y Lorimer Moseley que, en nuestras antípodas, han llegado a las mismas conclusiones que el autor. Sin duda es porque están igualmente bien documentados y pertenecen a la misma “ola” histórica del conocimiento neurocientífico.
Alguno de los capítulos, como el titulado “El cerebro... ¡existe!” en la que el “Neuronólogo” conversa con su Residente, está esencialmente dirigido a los Neurólogos jóvenes. Revisa el concepto de dolor en el marco de la evaluación de lo que él denomina “sentido del daño” y “sentido del peligro”. Pocos autores de los dedicados a este tema de la Neurología son capaces de exponer con sencillez una visión clínica que conjugue los aspectos evolutivo y fisiológico de la cognición (cultura) como elemento biológico relevante en el día a día del sistema de defensa de nuestra especie. Se atribuye a Letamendi la frase “quien sólo sabe Medicina, no sabe ni Medicina”. Aquél que sólo sea capaz de estudiar el dolor en su expresión sensorial y repercusión emocional, sin ampliar su investigación a otros niveles del conocimiento, no podrá entender nada.
Como expresa el autor, resulta sorprendente la limitación que la Neurología “científica” ha establecido en el estudio de las cefaleas, categorizadas como un padecimiento “independiente”, desligadas de la fisiopatología de otros procesos de dolor crónico, clasificadas y evaluadas exclusivamente por las características de su expresión sintomática y en donde todas las preguntas trascendentales quedan sin respuesta. Su crítica a la práctica neurológica merece ser tenida en cuenta y obliga a que reaccionemos con humildad, asumiendo errores conceptuales y obrando en consecuencia. -Ésta será una actitud científica.
Por último, los “no neurólogos” van a tener en sus manos la oportunidad de entender “algo”. Probablemente, para muchos de ustedes, va a ser la primera vez que les explican una concepción “lógica”, asumible y en el fondo sencilla, de sus dolores crónicos. Sin duda el carácter novedoso de sus contenidos requiere un cierto esfuerzo de concentración, humildad para despojarse de lo ya aprendido y curiosidad por adquirir conocimiento sobre el quehacer neuronal. Así de sencillos y de complicados somos los seres humanos. Por otra parte, no debemos interferir la lectura con la exigencia de un efecto curativo (aunque alguno puede llevarse una sorpresa). El autor se concentra en abrir nuestras mentes, hacernos más cultos y científicos y así capacitarnos para resolver los errores que con frecuencia nuestro cerebro comete, asesorado por la cultura de consumo habitual sobre el dolor.
Dr. Jordi Montero Homs
Neurólogo y Neurofisiólogo. Hospital de Bellvitge.
Profesor de Neurología. Universidad de Barcelona
Coordinador del Grupo de Estudio del Dolor.
Sociedad Española de Neurología
En relación al dolor de cabeza...
probablemente le resulte familiar oír que:
- Es normal que duela a veces la cabeza.
- El dolor se construye en la zona dolorida.
- La migraña es una enfermedad de origen desconocido.
- La cabeza es muy sensible a todo tipo de estímulos (luces, ruidos...).
- El dolor de cabeza puede ser debido a exceso de actividad mental.
- Es fundamental descubrir los desencadenantes de las crisis de migraña para evitarlos.
- Debe tomarse precozmente el analgésico para que resulte eficaz.
- El analgésico neutraliza el dolor actuando sobre el centro cerebral del dolor.
- Los individuos de temperamento nervioso tienen más dolor de cabeza.
- Los perfeccionistas tienen más dolor de cabeza.
- La cabeza está inflamada en la crisis.
- Los antiinflamatorios ayudan a controlar el dolor.
- Pensar que no duele ayuda a controlar psicológicamente el dolor.
- Es bueno suspender las actividades y relajarse para aliviar el dolor.