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Prólogo
“De Galeano:
Ventana sobre el cuerpo
La iglesia dice: El cuerpo es una culpa.
La ciencia dice: El cuerpo es una máquina.
La publicidad dice: El cuerpo es un negocio.
El cuerpo dice: Yo soy una fiesta.
¡¡¡Así que, a vivir la fiesta!!!
¡¡Abrazo!!”.
Mensaje de una chica luego de leer Sexo ATR.
El carnaval es una fiesta pagana de origen antiquísimo que fue recuperado en la Edad Media; está asociado a un período de permisividad y descontrol, que se enmarca y se contrapone a las “buenas costumbres” que tenemos el resto del año. Las personas se disfrazan y se esconden detrás de máscaras que les permiten celebrar sin pudor y sin tapujos. En algunas culturas se celebra incluso el desentierro del diablo.
Muchas veces, la sexualidad y el sexo (que comúnmente se toman como sinónimos pero no lo son) entran dentro de categorías como lo sucio, lo prohibido, lo malo o lo tabú. Queda enterrado, escondido y silenciado. Y no precisamos de un par de días para liberarnos, sino de contar con información para integrar la sexualidad y devolverla a su lugar, que es en nuestro cuerpo, en nuestros afectos, en toda nuestra dimensión humana. En todo lo que somos y en todo lo que hacemos. Toda la vida.
Educar en sexualidad es brindar amor, autonomía y autoestima. La falta de información genera experiencias negativas, por eso, educar es prevenir. Porque con el conocimiento adecuado y a tiempo podemos evitar una ruptura de pareja, o que te rompas el corazón pensando que no “sos normal”, que tenés un problema o estás “falladx”.
Venimos de la fiesta de Sexo ATR y ahora la seguimos para disfrutar de Carnaval toda la vida. El objetivo es uno: sacarle el tabú. Tomar la sexualidad con la seriedad que requiere pero de manera liviana. Desdramatizarla. Quitarle las censuras, las presiones sociales y los mitos, para vivirla de una forma más auténtica y más libre, pero igual de responsable.
“Y que el silencio se convierta en carnaval…”.
Las cartas con las que jugamos
La sexualidad viene con nosotros, no es que se activa a una determinada edad y muere antes que nosotros, ni es que te tienen que decir cuándo tenés que empezar, ni cuántas veces al día, al mes o a la semana. Nos pasamos la vida pidiendo permiso (y, a veces, no tanto perdón). La mayor parte de las consultas que recibo en el consultorio o a través de las redes sociales tienen que ver con personas que de alguna manera buscan que les diga que aquello que les pasa es normal. Lo siento, la normalidad no existe. Pero sí puedo decirte que eso que te pasa está bien, mientras no te angustie ni le joda la vida a un tercero (básicamente ese es el criterio).
A medida que pasa el tiempo, la sexualidad va cambiando. Como todo, lógico. No esperes a los cincuenta jugar un partido de fútbol como a los diecisiete. Creer que la sexualidad se va a mantener igual como si estuviera en formol, es una falsa ilusión. La sexualidad es dinámica. Si nos ponemos rígidos y esperamos que todo se mantenga igual, lo que va a pasar es que va a ser más difícil adaptarnos a ese cambio.
Ante cada situación de la vida, la sexualidad te va a ir poniendo a prueba. En estos cambios que se van dando, tu capacidad de adaptación se pone en juego. Y de la mano de eso, tu tolerancia a la frustración.
Si soy una persona rígida que desconoce las crisis y los cambios de la vida, que le cuesta mirarse y aceptarse diferente, quizá cada situación de cambio me presente una dificultad mayor. Si, en cambio, soy más amoroso y compasivo y, sobre todo, paciente conmigo mismo y, mejor aún, estoy informado sobre lo que puede suceder, quizá ahí vayamos mejor. Cuanto más abramos el abanico diverso que es la sexualidad, mayor flexibilidad tendremos y mayor capacidad para superar los obstáculos. Veamos un ejemplo sencillo: supongamos que una persona pierde la erección durante un encuentro sexual. Si esta persona cree que la erección es algo que siempre debe estar y que siempre hay que tener penetración, lo más probable es que se frustre, la pareja sexual se ofenda y se termine el encuentro. Esta situación seguramente generará mucha ansiedad ante la posibilidad de un nuevo encuentro y así se creará un problema, no por la pérdida momentánea de la erección, sino por la dificultad para afrontar una situación diferente a la que se esperaba. En cambio, si ante esa escena de disminución de la erección, se continúa conectado con la situación erótica, entendiendo que es algo esperable, y se manejan otras herramientas para seguir el encuentro sexual, es probable atravesar ese momento sin secuelas. Dejar de poner la atención en el pene y en cambio llevar la mente hacia el resto del cuerpo, acariciar al otro, respirar, recorrer otras zonas erógenas, recurrir a la fantasía. Las dificultades muchas veces no dependen del hecho en sí, sino de cómo reaccionamos ante ellas.
Me gusta pensar que la sexualidad está compuesta por determinados ejes que le dan una estructura fija pero dinámica. En Sexo ATR, hablamos del autoesquema sexual, ¿qué es esto? Es la visión cognitiva que tenemos de nuestra propia sexualidad, es decir, cómo nos vemos a nosotrxs mismxs sexualmente. A lo largo de la vida, este autoesquema se pone en juego y se va a ir reconstruyendo, adaptando y cambiando. Pero si vengo con esta estructura más floja, el desafío de enfrentarme a los cambios será mayor. Es decir que este esquema representa las cartas con las que voy a responder ante las crisis y exigencias que se nos plantean por delante. Se construye a partir de cuatro variables que veremos a continuación: la autoestima, las creencias, la información recibida y las experiencias.