Prólogo
J OSU TURBE
Ya tenemos aquí de nuevo a Anabel rezumando sexualidad. La doctora vuelve a la vereda del consejo sexual, de la respuesta a la inquietud generalizada, regresa a la resolución de tanta incógnita que nos atormenta entre las sábanas. En este nuevo libro los grandes temas, muchos de ellos tocados tangencialmente en volúmenes anteriores, reaparecen para ser tratados desde una nueva óptica y desarrollados con amplitud. Aquí y ahora los grandes tópicos de la sexualidad humana encuentran cabal asiento: la familia, la pareja, el amor mismo buscan acomodo en este trabajo que centra de una vez por todas las ideas y propuestas de una Anabel Ochoa evolucionada: igual de directa y sincera que siempre, pero con una calma nueva que permite la reflexión amplia y comprometida. Es como si tras una docena de libros, Anabel quisiera dejar claros sus conceptos acerca del ejercicio del sexo y también la ideología que los sustenta, el fundamento moral y ético de sus asertos muchas veces simplificados para el efecto didáctico.
El universo de la sexualidad es un intento, bastante bien logrado, de abarcar todos y cada uno de los temas trascendentales que afectan nuestras vidas, para poner nuestra existencia en vías de desarrollo o para acabar con nuestras ilusiones más ocultas. De nosotros depende.
¿Existe el sexo sin amor o viceversa? ¿Qué tan lícita es una parafilia? ¿Deja de ser perversión una conducta si es de mutuo acuerdo? ¿Es la eyaculación precoz una cuestión fisiológica o simplemente se trata de mala educación machista? ¿Tienen algo que temer los hombres del feminismo? ¿El machismo tiene una salida honrosa? ¿Por qué nos contagiamos de males venéreos perfectamente prevenibles? ¿Por qué somos tan malos amantes? ¿Es la pornografía educativa o sólo calenturienta? ¿Se puede escoger la orientación sexual? ¿La diversidad sexual es cuestión de libertinaje? ¿Se han perdido las buenas costumbres? ¿Vivimos en una sociedad inmoral? ¿La violencia es inevitable? ¿Existe la sexualidad infantil? ¿Hasta dónde son tolerables los celos? ¿Y la infidelidad? ¿A quién sirve la doble moral de la que todos somos víctimas? ¿Podemos trascender como personas a través de la sexualidad? Etcétera, etcétera…
Si alguna de estas preguntas lo atormenta, si pasa las noches en vela guardando un secreto inconfesable, si sufre por no asumir su identidad sexual, si teme a las relaciones íntimas, si un fallo ocasional se ha convertido en impotencia consuetudinaria, si quiere educar a sus hijos en el amor y la verdad, si no se creyó los cuentos de hadas de la abuela, si piensa que vivir debería ser más fácil y agradable, si está harto de que otros le digan lo que está bien y lo que no. En definitiva, si cree que tener una buena vida sexual nos ayuda a ser mejores personas, más sanos física y psíquicamente, mejores hijos, mejores padres y madres, mejores parejas… entonces éste es un libro para usted.
Una obra para leer y para recomendar, para regalar y regalarse, para usar como tema de conversación con las amistades o para reflexionar en solitario, tal vez para poner sobre la mesa en la tertulia familiar, desde luego, para divertirse y al tiempo comprometerse con un futuro mejor. No lo dude, este volumen posee muchas pistas para salir del laberinto de nuestra conciencia embotada, para estirarnos sin prejuicio y esbozar una sonrisa amplia, para tomarse la vida con mejor talante sin hacerse guajes, para asumir nuestras obligaciones como individuos, como parejas, como familia y como sociedad. Todos formamos parte de este género humano, y todos tenemos la obligación de intentar ser mejores desde lo individual y hacia lo colectivo. Somos libres, nada más tenemos que recordárnoslo a nosotros mismos de vez en cuando, sin miedos ni prejuicios, pero con una gran responsabilidad. En nuestras manos está.
Anabel Ochoa nos depara muchas sorpresas literarias, sus obsesiones e intereses personales prometen novelas desaforadas y políticamente incorrectas, pero no por eso va a dejar de ofrecer títulos que ayuden al mayor número posible a comprender y comprenderse en este amplio campo de la psicología y la sexualidad humana. Este libro es el más reciente, que no el último, fresco y limpio como un nuevo amanecer, dispuesto para servir a quien desee abrir sus páginas.
Sexo y familia
Un arma de doble filo
N os venden la “familia” como buena para todo. Y puede que lo sea, pero puede no serlo ¡ojo! Bajo esta palabra dulzona se amparan también mil y una atrocidades escondidas en silencio bajo un techo que todo lo tapa. Aquí se desarrolla lo mejor y lo peor del sexo sin discernir nada. Queremos algo más, de verdad y sin cuentos. Llegó el tiempo de airear y revisar los tópicos. No se vale hablar de valores cuando son contravalores maquillados en un lema ciego. No sirven. Mejor quitar la venda, y luego hablamos. Si queremos crecer, no queda más remedio.
¿Qué es una familia?
El concepto es romano. La palabra “familia” deriva de fámulo = criado. En la Roma clásica la “familia” era el grupo que convivía en la misma casa, incluidos los sirvientes (criados) que precisamente se criaban al calor y protección de ese techo. Pero las llamadas “familias” tienen y han tenido formas muy variopintas a lo largo del tiempo y en distintas culturas. En general se trata del grupo de sangre y allegados que comparten el sustento y refugio, que se amparan mutuamente frente a lo externo, y que tienen diferentes éticas internas que cambian la definición de lo bueno y lo malo.
En la tribu primitiva, “familia” era lo mismo que comunidad social, pertenencia múltiple, no de pareja sino más amplia, compromiso de clan o raza; los hijos podían ser libres, violados, casados desde niños o compartidos. Actualmente, la “familia” aún tiene muchas formas. Para muchos musulmanes sus cuatro esposas, decenas de concubinas y los descendientes habidos con todas ellas son su “familia”. En Indonesia, los recién casados se hacen cargo de los suegros ancianos y los mantienen viviendo en “familia”. En India la pareja joven que se casa sustenta a los padres de él, nunca a los de ella, razón por la cual saben que si paren una hija están perdidos al envejecer como “familia”. Lo mismo los esquimales que además llegan a ofrecer a la propia esposa al visitante como signo apreciado de hospitalidad. Las niñas en Tailandia aprenden a manejar sus músculos vaginales desde chiquitas para ser buenas amantes y la cama forma parte de sus principios educativos básicos. Los gitanos exigen la sábana manchada a la desposada. Los judíos obligaban a desposar a la viuda del hermano sin remedio. Y así sucesivamente bajo todas las formas y códigos morales que imaginemos.