Cristina Sandra Tortellini - Amar la vida: Guía práctica para familiares y amigos con síndrome de down

Este libro está dedicado a las madres, los familiares y amigos que se sienten desorientados ante la llegada de un niño especial..

Dedicatoria

Sentí por muchos años el gran deseo de escribir este libro para las madres más desfavorecidas del planeta; para las que están solas; para las que se encuentran en el anonimato; para aquellas que se preguntan ¿cómo lo voy a lograr?; para las más abandonadas, las que están en zonas rurales, fuera del sistema; para las que hoy están en campos de refugiados con niños con necesidades de cuidados especiales; para todos esos interrogantes que encierran la palabra MAMÁ.

Dedico este libro muy especialmente a mi madre, quien para que yo existiera, vivió mi vida sentada en el salón de la casa en que nací, día tras día, esperando que yo la llamara; quien lloró tanto tiempo mi partida, que vivió esperando con el teléfono. Así se ilusionó, así vio crecer a sus nietas, ahí sonaron mis sueños y ella fue feliz esperando que sonara el teléfono.

A mi hija Stephanie, por ser luz en mi camino.

También dedico este libro a mi amiga polaca Mirka, por su amistad y fortaleza.

También dedico este libro a mi amiga Dina, que es india, porque durante muchos años me llevaba al templo hindú en Londres, estudiábamos juntas y nos juntábamos siempre para hablar de espiritualidad.

Y también dedico este libro a mi amiga Tracia, compañera de trabajo en el hospital mental, porque creía en mí, en cada cosa que yo hacía y en cada libro, en cada cuadro y en cada poesía; me animaba y empujaba y sobre todo me llamaba siempre cuando yo necesitaba una palabra amiga.

Al padre de mis hijas, por darme a los dos seres más importantes de mi vida.

A Juan, por ser mi compañero de camino, y a todos esos seres que formaron parte de mi vida diaria en el paso por este planeta Tierra.

Y sobre todo, gracias a todas mis experiencias, porque me encaminaron a amar la vida.

Introducción

Tenía un deseo personal de compartir mi historia mística, la cual mantuve reservada algunos años por casos especiales, quién sabe por qué, no creía que fuese el momento para compartirla, o simplemente estaba buscando la forma de materializarla. Mis obras y mis poemas fueron los primeros recursos para hacer material esta bella historia.

Los últimos 17 años de mi vida, viví como si tuviera un Kandinsky, un Monet, o un Dalí dentro de mí; al principio, no podía entender de dónde me salían tantos sentimientos, me inspiraba todo, no podía parar de expresarlo de la manera más abstracta que yo sentía; me aburrían las figuras como dibujar una manzana, un racimo de uvas o un florero. Yo tenía que danzar mi alma, malabarear mis pinceles, temblar mis cambas, despertar la magia que escondía, los colores, las texturas y las telas.

No entendía por qué me pasaba todo esto a mí, escribir, pintar... Lo cierto es que todo esto despertó tras el nacimiento de mi hija con síndrome de Down; a veces, creí que no era necesario contar estas cosas, pero cuando me preguntaban cómo lo hago, me di cuenta de que sí era importante, y ¿por qué no? Vi que algo motivaba a las mujeres a querer saber más acerca de esta experiencia, por otra parte, comencé a darme cuenta de que los padres con hijos especiales fuimos elegidos. Pero las personas, en medio del shock que genera la noticia en algunos casos, sueltan su alma de la soga que a todos nos mantiene unidos. Pasan a preguntarse ¿por qué a mí, ahora qué hago, cómo lo educo? Y mucho peor, algunos, espero que pocos, se dicen: ¿por qué Dios me castigó?, esta horrible frase que escuché tantas veces y que es bien absurda.

Contarlo me ayuda a convertirlo en parte de una historia, de lo contrario, no tendría sentido. Se podría pensar «esto ya lo sabemos», pero muchos todavía no experimentaron estas vivencias y no sabrían qué hacer cuando llegue ese momento; algunos abandonaron tanto su alma que se olvidaron de que Dios no demuestra su amor prestándonos un alma tan sabia como la de estos niños. Ámalos, porque te darán todo y no te pedirán nada; ámalos, porque estás bendecido con ellos; ámalos, porque a través de ellos Dios trajo amor a la Tierra. Ojalá que estas palabras que lea sean como arpas celestiales en su alma, que le acompañen a descubrir que el amor no lo tienes que buscar en ninguna parte, porque ya lo tienes. Simplemente, se enmascara de muchas maneras; las personas que se sienten en sintonía con ello son más fáciles de identificar, porque la vida es su guía, como el carril lo es del tren. No planee nada, déjese llevar, siga su instinto interior, encontrará el sentido a todo y será asertivo.

A lo largo de los años, como motivadora artística, entre pinceles y plumas, colores y magia, comencé a descifrar los mensajes. Vivimos en una atmósfera con una vibración que no corresponde con nuestra naturaleza. Perdí el miedo a la enfermedad, porque sabes que hasta el dolor tiene su razón.

El verdadero objetivo no tiene nada que ver con el dolor, ni con el sufrimiento, sino más bien con esa imagen que trasforma a los seres para moverse hacia donde el alma quiere explorar. Aprendí a dejar la mente, que siempre nos atosiga, descansar en otro lugar, sabes que cuando algo anda mal, no eres tú, es tu mente; tú no eres ella, y aflora la paz.

Una vida confusa y desorientada le llevará al incumplimiento de su misión; esto puede ser muy desorientador. Su verdadero espíritu artístico aparece cuando ya sabe quién eres y hacia dónde quiere ir; para experimentar este sentimiento, no tiene que escalar el Himalaya, ni bañarse en las aguas del Nilo, porque el espíritu no le está pidiendo absolutamente nada, salvo el factor «que vivas como sientas», sin que le haga daño a nada de lo que habita en el planeta, comenzando por usted.

Puede vivir como siente, simplemente, haciendo algo tan fácil como servir, o como vender estampitas en el metro. Si no entendemos nuestro propósito, si no tenemos objetivos, pasamos a sentirnos como espíritus en el aire: desorientados, desmotivados.

Y a veces sentimos un caos emocional, la mayoría de las personas vivimos en este estado de caos sin saberlo.

Actuando entre conversaciones y diálogo con uno mismo y con lo demás, que saltan de un tema a otro, nos molesta escuchar.

A menudo, hay personas que se sienten muy mal con sus vidas y con las personas que le rodean, pero aunque les facilites soluciones, les des repuestas simples, prefieren continuar en ese caos, escudados por respuestas de baja vibración; y lo peor: las personas nos mentimos a nosotros mismos, eso es tan toxico que hasta una pluma que vuela en el aire lo percibe.

En ciertas culturas hoy en día, se responsabiliza al hijo varón de que cuide de la madre, aunque no tiene nada de malo cuidar de tu madre. Cuando se siente obligado a hacer lo que no quiere, comienza una defunción familiar.

Es saludable reconocer a qué vinimos aquí y qué estamos haciendo, hacia dónde queremos dirigirnos y quién queremos que nos acompañe.

Atar a las personas por soledad es convertirlas en esclavos nuestros, y así regresamos al pasado, a nuestras historias pasadas. Por eso me gusta pensar en esta frase que aprendí de pequeña: «Si amas a alguien, déjalo libre; si vuelve a ti, es tuyo; si no, nunca lo fue». ¿Cuántos seres felices habría en el mundo si los dejáramos libres de vivir donde quieran, de hacer el trabajo que desean, alcanzar sus sueños y vivir la vida que un día soñaron?

Para que sane la humanidad, hay que sanar los grupos familiares, respetar la diferencia de opiniones y dejar elegir opciones a sus miembros, sin luchas de poderes, sin imponer ni manipular.

Cuando yo era chica, solía ver muchas personas mayores llegar a viejas como el canto de un pájaro: alegres, sonrientes y amorosas. Nuestros mayores dejan aquí sus luchas sus esfuerzos y sus trabajo gracias a ellos lo tenemos todo ,siempre soy consciente de todos lo que han hecho simplemente recordando por los puentes que cruzo, las calle que camino, los parques donde jugaron mis hijos y los de muchos no recuerdo haber puesto ni un solo ladrillo de todo lo que ellos nos han dejado a lo largo de nuestras vidas a ellos le debemos devolverles sus sonrisas y su júbilo ,porque a ellos le debemos todo. Y lo curioso: muchas personas mayores, solas, o que viven en residencias para la tercera edad, están mucho más felices y contentas, porque ellos solos decidieron no vender su poder a nadie.