A todas y todos los que aspiran a vivir plenamente.
Agradecimientos
E scribo desde hace casi treinta años. Empecé autoeditándome y solo me conocían en Quebec. Un tiempo después, DG Diffusions comenzó a distribuir mis libros en librerías de lengua francesa, y gracias a eso hoy me conocen también en Francia, Bélgica y Suiza. Luego llegaron otros editores, así que ahora mis libros se leen además en Italia, España, Alemania, Rusia, República Checa, América del Sur e incluso Japón, por nombrar solo algunos lugares.
Todo esto no hubiera sido posible sin vosotros, mis queridos lectores, que habéis recomendado u ofrecido mis libros a vuestros seres queridos.
Todo esto no hubiera sido posible sin mis queridos participantes en mis seminarios, con quienes he aprendido tanto.
Me gustaría agradecer a todos los autores que me han enriquecido a través de sus escritos, así como a la Divinidad que me inspira en lo que enseño.
Un agradecimiento especial para mi compañero, Yvan Herin, que me ha apoyado a lo largo de mis escritos, y a Danièle Duluc, que me ha ayudado en la revisión lingüística de este libro.
Y, finalmente, un agradecimiento muy sincero a todas las personas que, a lo largo de los años, han contribuido a la edición, impresión, distribución y venta de mis obras.
Sé que la aventura no ha terminado y que aún me quedan varios libros por escribir, pero me gustaría expresarles a todos mi más profunda gratitud.
Prólogo
Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.
San Juan, 10: 10
Q uería escribir este libro desde hace muchos años, pero cuando se presentaba la ocasión, escribía otro. Sé que cada autor escribe lo que corresponde a su estado de ánimo del momento, así como cada lector lee un libro y no otro según sus intereses o necesidades. ¿Cuántas veces he escuchado a un lector decirme: «Tuve tu libro en una estantería de mi biblioteca durante años. Cuando empecé a leerlo, me sentía tan identificado que me dije a mí mismo: ‘‘Pero ¿por qué no leí este libro antes?’’», o algo parecido?
Con anterioridad, este lector no estaba preparado. Yo tampoco estaba lista para escribir este libro. Antes de estarlo necesitaba trabajar en la causa de mis problemas de salud y mis dificultades en las relaciones. Antes, necesitaba sanar mi relación de pareja... Así que mis escritos se centraron en todo ello.
Las crisis sociales y económicas de los últimos años han provocado que muchas personas desarrollen afecciones vinculadas con el miedo a las carencias, a la escasez: escasez real o miedo a la falta de recursos, dinero, formación, trabajo, oportunidades... Es algo que afectó a miembros de mi familia, de mi equipo, a gente a la que admiraba y que, aunque habían dado lo mejor de sí mismos, tuvieron que enfrentarse a problemas económicos. Me di cuenta de que era urgente que escribiera este libro para recordarles que son los creadores de la situación económica que viven y que pueden transformarla.
Si crees ser menos afortunado que otra persona, o si no recibiste el apoyo que necesitabas, este libro te mostrará cómo construiste los límites a los que te enfrentas, cómo liberarte de ellos y cómo abrir la puerta a la abundancia.
Recuerda, sin embargo, que no es lo que sabes lo que puede cambiar tu vida, sino lo que estás dispuesto a hacer con ella. Puedes leer este libro de un tirón si así lo deseas, pero si lo haces sin tomarte el tiempo para meditar sobre las preguntas que se te proponen, es posible que no cambien muchas cosas en tu vida.
Por el contrario, si estás dispuesto a invertir en este enfoque que voy a mostrarte a continuación poniendo en práctica lo que se enseña en este libro, puedes estar seguro de que la puerta de la abundancia se abrirá para ti y que estarás libre del miedo a la escasez.
Con mi confianza en tu potencial de transformación y mi gratitud por tu interés en mi trabajo, te deseo que conozcas la plenitud y la realización de tus sueños.
Tu amiga Claudia
Primera parte
Me libero de lo que me
impide acceder a la abundancia
Cada uno obtiene lo que quiere.
Cada uno obtiene lo que cree que puede obtener.
Cada uno tiene el mérito que ha creado para sí mismo.
Cada uno tiene lo que necesita para su evolución.
Capítulo 1
Cada uno obtiene lo que quiere
E staba felicitando el Año Nuevo a mis amigos y aproveché para saludar a Aline, una vieja amiga mía, con quien no había estado en contacto desde hacía mucho tiempo.
Me sorprendió gratamente su respuesta:
Querida Claudia,
Veo que sigues creándote una buena vida y realizando tus sueños. Genial. Felicitaciones por tus logros. En cuanto a mi vida, te diré que es plena. Se desarrolla en la simplicidad, la fantasía, el servicio, el aprendizaje, las elecciones espontáneas, algunos viajes y finalmente algo de tiempo para mí.
Estas pocas líneas me llevaron treinta años atrás, cuando ambas estábamos inscritas en el centro Écoute Ton Corps. [Sueña el sueño imposible]. Tuve un sueño que me parecía imposible, el de ser escritora. En ese momento, no era consciente de la aspiración todavía más profunda que contenía ese sueño. Solo lo descubrí avanzando hacia su realización.
Mi aspiración era ser útil a mis hermanos y hermanas en esta tierra. Era consciente de que tenía que liberarme de mis propios sufrimientos, pero por fortuna descubrí lo suficientemente pronto que al ayudar a otros, era a mí a quien estaba ayudando. Así que continué en ese camino. También era consciente de que tendría que avanzar paso a paso.
El primer paso que consideré fue abrir mi propio centro de desarrollo personal. Sin embargo, estaba a favor de la colaboración. Si, en algunos puntos, Lise y yo nos parecíamos, en otros estábamos cada una en el otro extremo del espectro. Mientras Lise se convirtió en maestra en la gestión de su tiempo, yo me sentía cómoda improvisando. Ella era la empresaria y yo la artista, pero ¡qué pareja estupenda formábamos! Yo estaba al tanto de eso, y era la razón por la que quería avanzar en una colaboración autónoma.
Mi amiga Aline enseñaba a niños pequeños. La conocí durante un seminario de capacitación para la facilitación de grupos. Me recordaba a una monja. A ella le divertía esa analogía. Un día llegó a ponerse un hábito en una obra de teatro que habíamos organizado. De todos los participantes, era de quien más cerca me sentía, así que durante aquellos meses de formación nació una bonita complicidad. Al final, le presenté mi proyecto y le ofrecí participar conmigo en la apertura de un centro Écoute Ton Corps en las afueras de Montreal. Creyendo que aquello le ofrecería la oportunidad de cumplir con sus deseos, accedió a unirse a mí. Las dos estábamos muy entusiasmadas con ese nuevo comienzo. Yo tenía treinta y cinco años y Aline unos años más.