Kukso, Federico Carlos Todo lo que necesitás saber sobre la ciencia. - 1a ed. - Buenos Aires : Paidós, 2013. E-Book. ISBN 978-950-12-0054-6 1. Ciencias. I. Título CDD 507 |
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ISBN edición digital (ePub): 978-950-12-0054-6
Todo lo que necesitás saber sobre ciencia
Federico Kukso
Todo lo que necesitás saber sobre ciencia
A tus átomos,
a tus moléculas,
a tus células,
a tus órganos.
En esta galaxia melancólica,
en un multiverso lleno de nada.
A vos.
El idioma oculto de las ciencias
No, no te asustes. No te equivocaste. No compraste –o te regalaron o te encontraste– un libro en un idioma distinto al tuyo, aquel en el que te reís, te enojás, soñás, gritás o callás. No te equivocaste de canal. Y aunque este podría ser un libro escrito por los Observadores, aquellos personajes enigmáticos y pelados de la serie de ciencia ficción Fringe –los que viajan en el tiempo, usan sombrero, leen la mente y a quienes les gusta la comida picante–, no lo es.
Tropezarse con un texto en otro idioma dispara las señales de alarma dentro de tu cabeza. Quizá te desesperás, mirás a los costados, empezás a transpirar. Todo sucede en menos de un segundo. Lo que para millones de personas resulta comprensible y cotidiano para vos puede sonar más extraño que el chino, el kinglon, el húngaro, el na’vi, el élfico o el dothraki, una de las lenguas de la saga Game of Thrones .
Para muchos, esa extraña cosa llamada ciencia los abruma de la misma manera que abrir una caja y encontrar un manual de instrucciones en urdu. Incita en ellos –y en ellas– síntomas viscerales como mareos, desorientación, vértigo y desequilibrio. Los invade la incertidumbre de lo desconocido, aquello que a primera vista parece –y solo parece– incomprensible, ajeno y distante.
Pero hay remedios.
No quiere decir que estás enfermo. Por más que te lo repitan, uno no debe saber ciencia “porque sí”, como tampoco debe saber inglés o conducir un auto. Hay que saber algo de física, biología, genética y cosmología –como también ciertas palabras en inglés y lo básico para manejar en una emergencia– para ser más libre, para manejarse en el mundo o en la vida. O mejor: para vivir en el siglo XXI.
No hay que esforzarse siquiera: con solo mirar a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que todo tiene ciencia. Mis lentes de contacto, tu celular, el antitranspirante, la raqueta del tenista Juan Martín del Potro, los dientes blanqueados de las actrices (y las frentes que transpiran Botox), Facebook y Twitter, la tarjeta para viajar en colectivo, los preservativos, el maquillaje. Arriba de vos y abajo también. Todo.
Quizás esta invasión científica se vea con más claridad cuando encendemos el televisor o vamos al cine. Ya sea en series o en películas, las ideas, conceptos, imágenes de todas las ramas posibles e imaginables de las ciencias relucen como las verdaderas protagonistas. No ganan premios Oscar ni Emmy pero ahí están, cada vez más visibles. En la comedia The Big Bang Theory , todo está teñido de física, neurociencias, biología e ingeniería. Sheldon, Leonard, Howard y Raj, además de adorar la ciencia ficción y los superhéroes, hablan del Colisionador de Hadrones (o LHC) en Suiza, de la teoría de cuerdas, de la Estación Espacial Internacional, el telescopio Hubble, la materia oscura, el gato de Schrödinger y del bosón de Higgs. La hipótesis del multiverso (o de los universos paralelos) es la columna central de Fringe . Sin química no habría Breaking Bad . Iron Man es una gran publicidad de los exoesqueletos. Prometheus se disfruta más si se sabe qué son los exoplanetas y cuál es el estado actual del proyecto SETI de búsqueda de civilizaciones extraterrestres. Y comprendemos Terminator si sabemos qué es la singularidad tecnológica. Ya lo sabemos: la ciencia y la ciencia ficción son hermanos gemelos separados al nacer.
Uno debe saber de ciencias, no por obligación o porque alguien lo diga. Hay que saber algo de ciencias para vivir más tranquilos: para no marearse, para no estar desorientado, para combatir a los que ven en cada rincón un milagro, un fantasma, un duende, un portal cósmico y el fin del mundo. La ciencia es un antídoto contra la estupidez humana.
Quizá no nos haga más felices (o sí), pero saber algo de ciencia nos ayuda no solo a ver el mundo de una manera distinta –y tener siempre bajo la manga algo interesante para decir en una fiesta, en una reunión de amigos o incluso en el gimnasio–, nos alienta a esbozar una respuesta a las preguntas más abiertas de la historia de la humanidad: ¿de dónde venimos? ¿Dónde estamos? Y, ¿adónde vamos?
Por más que siempre se recomienda extraviarse sin culpa en una ciudad ajena a uno y caminar por sus calles solo impulsados por el hambre y la curiosidad infinita de conocer otras formas de vivir, de ser, de estar, nunca está de más llevar en el bolsillo una guía. Y este libro es eso: un GPS para no aturdirse ante el alud de noticias científicas que nos invade al abrir un diario o acceder a una página en Internet. Pese a lo que promete su título, lo que tenés ahora entre tus manos no es solo un libro de ciencias. Ni por asomo es un ensayo enciclopédico como el genial y siempre recomendable Breve historia de casi todo , de Bill Bryson. Hace mucho que el mundo dejó de permitirnos compactarlo y leerlo en un solo objeto. Innumerables y hasta musicales, estas cadenas de palabras y signos de puntuación son otra cosa: un manual de instrucciones para no hundirse en las arenas movedizas de nuestra época científica.
Es evidente que una cartografía total de las ciencias es un imposible. No hay una sino muchas maneras de hacer ciencia, varias formas y estilos de interrogar al mundo. Están los encandilados por el resplandor de lo nuevo y los que en silencio y alejados de las cámaras buscan dar con la huella digital de nuestra existencia, el ADN de nuestros tiempos. Pero, así como la peor pregunta es la que no se hace, el mapa más incompleto es aquel que no se traza.
Cada uno a su manera, un libro –como este– es una cápsula del tiempo. Cada uno atesora en su interior, en el espacio infinito que se extiende entre sus palabras, el clima de su época. Así como las revistas de ciencia funcionan como el termómetro de la imaginación científica y tecnológica de cada década al narrar no solo gestas de descubrimiento sino sobre todo sueños, pesadillas, miedos y esperanzas, los libros resguardan el núcleo esencial de un momento histórico, lo protegen del fluir del tiempo, de la avalancha de datos intrascendentes que nos sepulta en aquel tsunami que llamamos actualidad.
Este libro no esquiva su promesa; la desafía en una búsqueda por incitar a que lo que hechiza a unos pocos hechice a muchos. Como los libros que se leen más de una vez y en distintas épocas de la vida, Todo lo que necesitás saber sobre ciencia es un libro infinito, un libro en continua expansión. Dialoga con otros libros, con otros tiempos, con otras personas, incluso con otros mundos. Ningún libro es una isla.